«Nadie sabe cómo puede acabar todo esto y, por desgracia, no hay señales de que lo que ayer empezó pueda terminar pronto»

 


Mientras, en Francia, un musulmán entra en un instituto al grito de Alá es grande: mata a una persona y hiere a otras dos. Parece que la violencia crece en el mundo… y deprisa.

Andrés Velázquez – Hispanidad


Para el padre Gabriel, lo único que se puede hacer ahora es «rezar y esperar que la guerra termine lo antes posible, para que las heridas sean menos difíciles de curar»

Cuando se escriben estas líneas, Israel sigue defendiéndose del brutal ataque de los terroristas yihadistas de Hamas, efectuado desde la Franja de Gaza.

El Ejército israelí ha dado un ultimátum para la evacuación de 1,1 millones de civiles del norte de la Franja hacia el sur, en un plazo de 24 horas.

En la Franja, poblada por unos 2,3 millones de personas, viven su segundo día sin suministros, después de que Netanyahu ordenase cortar totalmente el abastecimiento de electricidad, alimentos y combustible.

La ONU ha hecho un «firme llamamiento» a que esta orden «sea rescindida, para evitar que lo que ya es una tragedia se convierta en una situación desastrosa».

Por su parte, Hamás ha calificado de «propaganda» la alerta de evacuación dada por Israel para la población de la Franja de Gaza. «Los civiles no deben caer en los mensajes propagandísticos», ha dicho el grupo terrorista yihadista palestino.

En este contexto, el padre Gabriel Romanelli, párroco de la parroquia católica de Gaza dedicada a la Sagrada Familia, hizo unas declaraciones recientemente a la agencia Fides en las que aseguraba: «Nadie sabe cómo puede acabar todo esto y, por desgracia, no hay señales de que lo que ayer empezó pueda terminar pronto».

«Aquí se han iniciado guerras muy largas en el pasado. Y ahora, ante todo esto, no ceso de recordar el llamamiento del Papa Pío XII antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial: nada se pierde con la paz, todo puede perderse con la guerra. Estas palabras también fueron repetidas por San Juan Pablo II».

Para el padre Gabriel, lo único que se puede hacer ahora es «rezar y esperar que la guerra termine lo antes posible, para que las heridas sean menos difíciles de curar, y luego trabajar por la justicia y la paz que tantos israelíes y palestinos anhelan en sus corazones».

Al mismo tiempo, en Francia, un musulmán entra en un instituto al grito de Alá es grande: mata a una persona y hiere a otras dos. Parece que la violencia crece en el mundo… y a gran velocidad.