El papa Benedicto XVI pidió trabajo para todos los jóvenes del mundo así como la paz para las poblaciones que sufren por la guerra, las enfermedades y la pobreza. En su primera aparición dominical desde la ventana de su apartamento en el Vaticano, el Pontífice dijo en referencia a la conmemoración del Día Mundial del Trabajo: «deseo que no falte el trabajo, especialmente para los jóvenes y que las condiciones de trabajo respeten cada vez más la dignidad del ser humano». Como en el transcurso de esta semana el Pontífice se mudó al apartamento privado del Vaticano, desde que fue elegido, el 19 de abril, no había aparecido en la ventana del estudio, desde la que tantas veces Juan Pablo II, en sus casi 27 años de pontificado, bendijo a los asistentes a la Plaza de San Pedro. «Hablo por primera vez desde esta ventana, que mi amado predecesor convirtió en algo familiar para cientos de personas del mundo entero. Domingo tras domingo, Juan Pablo II, fiel a una cita habitual y amable acompañó por más de un cuarto de siglo la historia de la Iglesia y del mundo y nosotros lo sentimos más cercano que nunca», agregó Benedicto XVI. Como su predecesor, Benedicto XVI pronunció un breve discurso en el que instó a los católicos a la solidaridad y la justicia social y abordó temas de actualidad, como las condiciones laborales en todo el mundo con ocasión de la fiesta del trabajador, por lo que fue interrumpido varias veces por los aplausos. «Inicia el mes de mayo con una memoria litúrgica amada por el pueblo cristiano, la de San José Trabajador. Fue creada hace más de 50 años por Pío XII para subrayar la importancia del trabajo y la presencia de Cristo y de la Iglesia en el mundo obrero», dijo. El nuevo Papa bendijo a los fieles y cantó en latín el rezo del Regina Coeli, que en este época de pascua sustituye al Ángelus. En su canto se le escuchó una voz emocionada y por momentos entrecortada. Ante numerosos fieles y turistas, entre ellos diferentes miembros de asociaciones de trabajadores católicos, Benedicto XVI, que toca el piano y ama Mozart y los cantos gregorianos, apareció contento desde la ventana de su estudio en el palacio apostólico. El Papa, que tomó posesión este sábado en la tarde de sus aposentos, tras haber sido sometidos a una pequeña remodelación, se asomó a la ventana, de la que colgaba el tradicional tapiz papal y no pudo dejar de recordar al Papa fallecido, cuya última aparición fue justamente en ese lugar, el 30 de marzo, tres días antes de morir. Agradeciendo a todos aquellos que lo han sostenido, ayudado y enviado mensajes de felicitaciones, Benedicto XVI se refirió a la defensa de la paz. «En estos días he pensado en todos los pueblos que sufren por la guerra, las enfermedades y la pobreza. Me siento cercano en particular a las queridas poblaciones de Togo, afectadas por dolorosas guerras internas», afirmó. «Para todas las naciones imploro el don de la concordia y de la paz», agregó poco antes de impartir la primera bendición dominical como papa. Recordó también a «los queridos hermanos» de las Iglesias ortodoxas que celebran justamente la Pascua este domingo y les envió un mensaje de alegría y oración. «¡Que la Pascua sea para ellos un momento de común oración y alabanza de Él, nuestro común Señor, que nos llama a recorrer con decisión el camino hacia la plena comunión!», pidió. Después de un saludo en español a varios grupos de peregrinos, interrumpido por un grito de una delegación de guatemaltecos: «viva el Papa», Benedicto XVI bendijo a los fieles y se despidió con un «arrivederci e buona domenica» (hasta luego y buen domingo).

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