Con ocasión de los Juegos Olímpicos de Atenas, el Santo Padre Juan Pablo II ha creado la sección «Iglesia y deporte», dependiente del Consejo Pontificio para los Laicos, con el objetivo de coordinar la asistencia espiritual a deportistas y de promover los auténticos valores del deporte. La Santa Sede también ha solicitado a las Conferencias Episcopales (organismos colegiados de los obispos en cada país) que asuman esta tarea y que promuevan la formación de instancias locales que cumplan esta misma finalidad. En el caso de la Conferencia Episcopal de Chile, se está encomendando el estudio de esta solicitud a la Comisión Nacional de Laicos. La creación del nuevo organismo vaticano fue anunciada con un comunicado distribuido por la Sala de Prensa de la Santa Sede en el que constata que «el deporte tiene hoy un papel relevante, tanto a nivel personal, como a nivel global». «Las Olimpiadas de Atenas y los millones de personas que de todo el mundo siguen su desarrollo, son una vez más un claro signo de cómo el deporte es un elemento importante en la vida de nuestras sociedades», afirma la nota de prensa. «Por otra parte, las tendencias que han alejado cada vez más el ejercicio de las diferentes disciplinas deportivas de los ideales originarios del deporte, plantean con urgencia la necesidad de recordar también en este campo los valores fundamentales», agrega el comunicado. «La Iglesia –añade–, que siempre ha manifestado especial atención a los diferentes e importantes sectores de la convivencia humana, está llamada a prestar atención también a todo lo que concierne al deporte, que puede ser considerado como uno de los puntos neurálgicos de la cultura contemporánea y frontera de la nueva evangelización». El documento explica que la sección «Iglesia y deporte» tendrá cinco atribuciones: 1) ser en la Iglesia punto de referencia para las organizaciones deportivas nacionales e internacionales; 2) sensibilizar a las Iglesias locales en la atención pastoral de los ambientes deportivos, destacando la necesidad de estimular la colaboración entre las asociaciones de los deportistas católicos; 3) favorecer una cultura del deporte que promueva una visión de la actividad deportiva como medio de crecimiento integral de la persona y como instrumento al servicio de la paz y de la hermandad entre los pueblos; 4) proponer la profundización de temáticas específicas concernientes al deporte, sobre todo desde un punto de vista ético. 5) organizar y apoyar iniciativas capaces de suscitar testimonios de vida cristiana entre los deportistas. El Consejo Pontificio para los Laicos, cuyo presidente es el arzobispo polaco Stanislaw Rylko, desea que esta nueva realidad vaticana sea para los apasionados del deporte una oportunidad «para promover un ejercicio del deporte que sepa unir con espíritu constructivo las complejas exigencias provocadas por los cambios culturales y sociales surgidas en el último siglo con las ligadas a la dignidad de la persona humana». «Sólo así el deporte podrá ser una escuela de virtud y un instrumento de paz entre los pueblos», aclara.

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