Los potentes de la tierra dejaron de lado, aunque fuera por un día, sus desencuentros. Durante la ceremonia, el presidente de Israel, Moshe Katsav apretó dos veces las manos del presidente sirio, Bashar El Assad, cuando Siria es un país que está formalmente en guerra con Israel. «Buenos días», le dijo en árabe Katsav a El Assad, al verle sentado justo detrás. El presidente de Israel también tuvo una conversación formal en el idioma persa con el presidente de Irán, Mohammed Jatami, máximo mandatario de un país que es hostil a la misma existencia del Estado de Israel. El presidente iraní, Mohammed Jatami tuvo que sentarse a poca distancia del presidente israelí, Moshe Katsav. Pero esta cercanía, en lugar de causar tensiones, propició el encuentro. «He sentido el deber de participar en los funerales de este hombre grande. Tal vez hoy sea un día que lleve nuevas esperanzas para un futuro de paz», afirmó Jatami. El ex líder de Solidarnosc, Lech Walesa, y el presidente de Polonia, Kwasniewski, que públicamente no se soportan, olvidaron sus diferencias y formaron parte conjuntamente de la delegación polaca.También España y EE.UU. pasaron por lo alto su etapa de frialdad diplomática. Los Reyes fueron los primeros en recibir el saludo del presidente George W. Bush, mientras que la secretaria de Estado Condoleezza Rice se dirigió personalmente al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. George W. Bush, protestante, aseguró que la ceremonia le «ayudó a reforzar la fe. Sabía que esta ceremonia sería majestuosa, pero no imaginaba que el oficio religioso me iba a emocionar tanto», declaró desde su avión Air Force One que le llevó ayer de regreso a Washington. En cambio, la presencia del presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, creó alguna situación incómoda. El mandatario africano, recién elegido, no tiene derecho de acceso a la UE desde el 2002, pero el Vaticano consiguió que llegara a Roma para los funerales. El presidente de Brasil, Lula da Silva, que esos días ha manifestado su preferencia para que el próximo Papa sea latinoméricano, recordó que Wojtyla «fue el primer Papa obrero». El primer ministro Tony Blair llegó acompañado por su mujer, Cherie, que es católica. En estos funerales con presencia tan internacional, dos fueron las ausencias de peso: Vladimir Putin envió a un representante y China no envió a nadie. El presidente ruso prefirió quedarse en Moscú, para no levantar polémica con la Iglesia ortodoxa de su país. China no asistió poque el Vaticano invitó al presidente de Taiwán, Chen Shui Bian, algo que irrita profundamente a Pekín.

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