CIUDAD DEL VATICANO, 19 NOV 2004 (VIS).-El Papa recibió a los jefes religiosos de Azerbaiyán, a quienes dijo que su visita le recordaba «la que Dios me concedió realizar» a este país en 2002. «Bienvenido Jeque-Ul-Islam, jefe de la presidencia de los Musulmanes del Cáucaso, que con abnegación constante -dijo Juan Pablo II- se esfuerza para construir la paz en una región donde, desafortunadamente, los conflictos violentos continúan. Bienvenido, Obispo Aleksandr de Baku y de la región del Caspio, perteneciente a la Iglesia Ortodoxa Rusa, a la que me unen vínculos de afecto y estima. Bienvenido jefe de la Comunidad de los Judíos de la Montaña, antigua comunidad que ofrece, en un contexto de mayoría islámica, un ejemplo de coexistencia y colaboración fraterna». Tras recordar al anterior presidente de la República fallecido, Heydar Aliev, y a su hijo, Ilham Aliev, que le ha sucedido en el cargo, Juan Pablo II dijo: «Deseo de todo corazón que vuelva a Azerbaiyán la paz total, y se resuelva el conflicto de Nagorno-Karabaj. Tanto esta, como las otras contiendas, deben ser afrontadas con buena voluntad, buscando mutuamente aperturas recíprocas y de comprensión, y con espíritu de verdadera reconciliación». El Santo Padre pidió a los representantes religiosos que Dios les ayude a «construir una coexistencia cada vez más provechosa» entre ellos y la comunidad católica del país. «A ella y a su ordinario, el querido padre Jan Capla, envío mi saludo cariñoso, rogando al Señor que le ayude a continuar la misión evangelizadora en el Cáucaso». «Que esta visita al Papa de Roma -pidió- sea como un símbolo para el mundo: que muestre que la tolerancia es posible, y que constituye un valor de civilización que pone las premisas para un desarrollo humano más amplio y solidario, civil y social. Nadie tiene el derecho de presentar o usar las religiones como instrumentos de intolerancia, como medios de agresión, de violencia y de muerte. Por el contrario, su amistad y estima mutua, si está sostenida por el compromiso de tolerancia de los gobernantes, es un recurso rico de auténtico progreso y de paz». Juan Pablo II aseguró finalmente: «Los musulmanes, judíos y cristianos juntos queremos dirigir en nombre de Dios y de la civilización un llamamiento a la humanidad para que cese la violencia homicida y todos recorran el camino del amor y de la justicia. Esta es la vía de las religiones. ¡Que Dios nos ayude a recorrerla con perseverancia y paciencia!».

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