Ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado

Evangelio Diario y Meditación

+Santo Evangelio:

Evangelio según San Lucas 9,43b-45. 

Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: 

«Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres». 

Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto. 

+Meditación:

San Cirilo

Todo lo que hacía Jesús era objeto de la admiración general. Brillaba en todas sus operaciones algo principal y divino, según lo había dicho: «La gloria y el esplendor brillarán en El» ( Sal 20,6). Y aun cuando todos se admiraban en las cosas que hacía, El no se dirigió a todos sino sólo a sus discípulos, en las palabras que siguen: «Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos». Ya había dado a conocer su gloria a sus discípulos en el monte y después había curado a un poseído por el demonio. Pero convenía que El sufriese la pasión para poder salvarnos. Los discípulos, aturdidos, bien podían decir: ¿Acaso nos engañamos creyendo que éste es Dios? Y para que supieren lo que había de suceder acerca de su persona, les manda conservar en su inteligencia, como cierto depósito, el misterio de su Pasión. Por eso les dice: «Poned vosotros en vuestros corazones estas palabras». En el mero hecho de decir vosotros, los distingue de los demás. Porque no convenía que el vulgo supiese que Jesús había de padecer, sino que era más oportuno que sólo supiese que habría de resucitar después de muerto, destruyendo así la muerte, para que no se escandalizasen.

Acaso diga alguno: ¿Cómo es que los discípulos ignoraban el misterio de la cruz, cuando en las Sagradas Escrituras se exponía tan terminantemente en muchos lugares? Pero, como dice San Pablo, hasta aquella época existía un velo en el alma de aquellos que leían a Moisés ( 2Cor 3,15); porque convenía que los que se acercasen a Cristo dijesen: «Retira el velo de mis ojos, y admiraré lo asombroso de tu ley» ( Sal 118,18).

  

+Comunión Espiritual:

De Santa Margarita María Alacoque:  “Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.” Amén.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *