Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia


+Santo Evangelio:

Evangelio según San Lucas 11,37-41. 

Cuando terminó de hablar, un fariseo lo invitó a cenar a su casa. Jesús entró y se sentó a la mesa. 

El fariseo se extrañó de que no se lavara antes de comer. 

Pero el Señor le dijo: «¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia. 

¡Insensatos! El que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro? 

Den más bien como limosna lo que tienen y todo será puro. 

+Meditación:

Meditación del Papa Francisco

¿Nuestra vida es una vida cristiana de cosmética, de apariencia o es una vida cristiana con la fe que trabaja por la caridad?

Jesús dice de ellos «sepulcros blanqueados» para pisar ciertas actitudes, definidas por Él duramente como inmundicia, podredumbre.

También Pablo discute con los Gálatas por el mismo motivo, por su apego a la ley. La ley por sí sola no salva.

Lo que vale es la fe. ¿Qué fe? La que trabaja por medio de la caridad. El mismo discurso de Jesús al fariseo. Una fe que no es solamente recitar el Credo: todos nosotros creemos en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, en la vida eterna… ¡Todos creemos! Pero esta es una fe inamovible, no trabajadora. Lo que vale en Cristo Jesús es su labor que viene de la fe o mejor la fe que se hace trabajadora en la caridad, es decir, vuelve a la limosna. Limosna en el sentido más amplio de la palabra: desprenderse de la dictadura del dinero, de la idolatría del dinero. Toda codicia nos aleja de Jesucristo. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 14 de octubre de 2014, en Santa Marta).

Meditación San Clemente de Roma, papa del año 90 a 100 aproximadamente 

Carta a los Corintios, 14-16

    Es justo y santo, hermanos, obedecer a Dios antes que seguir a los agitadores orgullosos… Acerquémonos a los que con amor ponen en práctica la paz, no a los que fingen quererla. Puesto que, en efecto, en alguna parte se dice: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí» (Is 29,13 ; Mc 7,6). Y también: «Con la boca, bendicen, pero con el  corazón, maldicen» (Sl 61,5) Y también: «Con la boca han dicho que le  amaban, y con la lengua le han mentido; de corazón no eran sinceros con él y no permanecieron fieles a su alianza» (Sl 77,36)…

    Cristo pertenece a los que son humildes de corazón, no a los que se ponen por encima de su rebaño. El cetro de la majestad de  Dios (cf Heb 1,8), el Señor Jesucristo, no ha venido lleno de arrogancia y orgullo –y, sin embargo, podía haberlo hecho- sino con humildad de corazón, tal como el Espíritu Santo había dicho de él: «¿Quién ha creído nuestra palabra? y el brazo del Señor ¿a quién se ha revelado? Lo hemos anunciado como un niño, como una raíz en tierra árida. No tenía belleza ni esplendor; lo hemos visto… mas su aspecto era despreciable» (Is 53,1-3)… Ved, pues, amados míos, cuál es el modelo que se nos ha dado. Si el Señor se ha humillado tanto, ¿qué hemos de hacer nosotros a quienes nos ha concedido poder  caminar bajo el yugo de su gracia?

+Comunión Espiritual:

De santa Margarita Mª Alacoque

“Dios mío, te adoro oculto en esta sagrada Hostia. ¿Es posible que te hayas reducido a tan humilde morada, para venir a mí y permanecer corporalmente conmigo?

Los cielos son indignos para alojarte!, y ¿te contentas, para estar conmigo siempre, con estas pobres especies? ¡Bondad inconcebible!

¿Podría yo creer esta maravilla si Tú mismo no me la asegurases?

 ¡Oh Dios de la majestad, pero también Dios del amor!v¡Que no sea yo todo entendimiento para conocer esta misericordia, todo corazón para agradecerla, toda lengua para publicarla!

Tú, oh Dios de mi corazón, me has creado para ser objeto de tu amor infinito ¿cómo puedo no desear poseerte? Te abro mi corazón, te ofrezco mi pecho, mi boca y mi lengua para que vengas a mí.

Ven, ven, divino Sol mío. Ven, Médico caritativo de mi alma. Ven, Jesús, el más fiel, el más tierno, el más dulce y más amable de todos los amigos, Ven a mi corazón.”

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