Los fieles que deseen visitar la capilla ardiente de Juan Pablo II tendrán que estar en la fila antes de las 22.00 hora local (20.00 GMT) de esta noche, es decir, solo dos horas más. Los responsables de seguridad ya han advertido que a esa hora se cerrará el acceso a las filas. Dada la situación, desde el Vaticano se pide a los peregrinos que no hagan cola para ver al Papa. El prefecto de Roma, Achille Serra, tras una supervisión de la Plaza de San Pedro, afirmó que en la organización «se ha hecho todo lo posible» pero que no se esperaban cuatro millones de fieles, que son los que en estos días y hasta el jueves por la noche podrán entrar en la Basílica a dar su último adiós a Juan Pablo II. Por ello, Serra aconsejó a los peregrinos que no se pongan en la fila debido a las casi 20 horas de espera que se prevén. «Tratándose de un evento histórico que no tiene precedentes, ni en Roma ni en Italia, y al haberse preparado en sólo dos días, no se podía hacer mejor», dijo Serra que dirige junto a la Protección Civil italiana las tareas de organización y de seguridad. El prefecto explicó que en la organización están colaborando «miles y miles» de personas desde la Protección Civil, a los bomberos, el Ejercito, la Cruz Roja, la Policía y cientos de voluntarios. También anunció que tanto los colegios, como los museos y oficinas públicas cerrarán el viernes y que en toda la ciudad se cortará el trafico a los vehículos, excepto a motos y medios de transporte público. Algunas de las principales calles de Roma, como Corso Vittorio Emmanuelle, han quedado hoy cortadas al tráfico rodado para permitir que las masas de fieles tengan una vía directa y segura de acceso al Vaticano, sin sufrir las molestias de los miles de vehículos que a diario transitan por esta vía, una de las más congestionadas de la capital italiana. Una vez situada en la fila, la multitud tiene por delante una larguísima espera, donde cada persona se ve en medio de una masa compacta, en la que el calor, los empujones y el cansancio causan problemas como lipotimias, bajadas de tensión y de azúcar. Los servicios italianos de Protección Civil tratan de paliar en la medida de lo posible las molestias de los peregrinos, a quienes surten de agua embotellada. Por otra parte, el aluvión humano que se ha concentrado en torno al Vaticano, entre peregrinos, periodistas, elementos de seguridad, turistas y simples curiosos, ha supuesto que los pocos restaurantes, pizzerías y bares abiertos en la zona estén trabajando a un ritmo vertiginoso. Sin embargo, hay gente a quienes hacer fila no les afecta, sino que incluso les motiva para repetir la experiencia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *