Pedro Herráiz. Filósofo.- Estoy seguro de que este título ya lo ha escrito alguien, incluso yo mismo, pero –se lo digo a mis alumnos- los anuncios se repiten una y otra vez, y no hay temor a la reincidencia, que estamos en la situación de una sociedad distraída –percepción distraída, decían los de comienzos del siglo pasado, hace cien años-. Lo repito, pues: la familia natural tiene que ser declarada patrimonio de la humanidad. Me gustaría escribirlo todo con mayúsculas, si no es por atenerme un poco al decoro editorial. Me gustaría porque la situación es mayúscula. En los medios todo pasa por delante de lo obvio, pero lo obvio es lo que está por delante de todo. Hasta que el empeño es menoscabar lo obvio.

En nuestra “cultura” de la novedad, que el vecino muerda al perro ha llegado a ser categoría, y lo obvio es lo no dicho, y lo que no se dice no existe. Este es el problema. Por eso hay que decir lo obvio constantemente, contra la corriente de la novedad. Lo obvio, que hay que decir constantemente, es que la familia natural es un bien para la humanidad. Necesitamos oír lo obvio.

La declaración de la Conferencia Episcopal Española sobre esta obviedad ha quedado relegada en las páginas ávidas de “novedades” económico-sociales, pero “la familia” es lo que está ahí sustentando la vida y la convivencia social, económica y política. “La” familia, es el soporte, la sustancia, de toda sociedad, antigua, moderna o postmoderna. Eso de “las” familias, es invento de diseño retrógrado, declaración de culpa, disminución de humanidad: cuando un miembro de la familia abusa de otro la familia se resiente, pero no es culpa de la familia. Mírense las estadísticas en su realidad, sin multifalseamientos.

Va siendo hora de que la UNESCO declara a la familia natural Patrimonio de la Humanidad. Hay infinidad de prácticas humanas, pero sólo un grupo de ellas merece ese calificativo de Patrimonio de la Humanidad, se entiende por su excelencia, por su carácter humanizador. Es ya una injusticia que a estas alturas no se haya declarado a la familia natural Patrimonio de la Humanidad, sin menoscabo de cualquier formulación, ni de culturas; como modelo de leyes.

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