MADRUGADA SÁBADO SANTO

 

LA HORA DE LA MADRE

MADRUGADA SÁBADO SANTO 

APOSTOLADO REGNUM DEI

 

Sellado el sepulcro y dispersados los discípulos sólo “María Magdalena y la otra María estaban allí, sentadas frente al sepulcro” (Mt 27,61). El discípulo amado acompaña a la Virgen en su soledad, mientras que los judíos celebraban el Sabbat, día que recuerda el descanso de Dios en la semana de la creación. En la nueva alianza que se ha dado en el Calvario, el sábado será el día de la Madre que, unida con toda la Iglesia, “permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su Pasión y Muerte, su descenso a los infiernos y esperando en la oración y en el ayuno su Resurrección” (DD nº 73). Mientras el Hijo redime las entrañas de la humanidad, María vive esos momentos en un silencio contemplativo, reflexionando sobre las experiencias que “guardaba en su corazón” (Lc 2,61).

Pero ¿de qué soledad y silencio estamos hablando cuando nos referimos a la Madre del Señor?. Se trata de la soledad por la ausencia del “Amado” (Cant 5,6-8), del “Primogénito del Padre”, de su hijo según la carne. Es la soledad fecunda de la fe, nada desesperanzadora y profundamente corredentora. El silencio que conlleva, brota de sentirse desbordada por la Gracia divina que la constituyo Madre del Autor de nuestra Salvación. ¡Ante la Palabra Encarnada sobra la palabrería humana!. Sólo cabe el amor y la adoración.

Ésta es la soledad y el silencio que descubrimos cada Sábado Santo en la Hora de la Madre, cuando Ella, mirando al sepulcro donde está su Hijo muerto, ve hechas realidad sus palabras: “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, dará mucho fruto” (Jn 12, 24). La contemplación silenciosa y orante de esos instantes de dolor y sufrimiento de la Virgen nos conmueven el alma y nos impulsan a dejar la levadura vieja del pecado y convertirnos en “panes pascuales de la sinceridad y de la verdad” (I Cor 5,8). Así, en cada Vigilia Pascual, como “centinelas en la noche”, toda la Iglesia junto con María espera la luz del grano de trigo que es el Resucitado.

El misterio del Sábado Santo nos conduce hacia el Señor Jesús muerto que yace en el sepulcro.  Hoy toda la Iglesia se encuentra en silencio por el dolor y la ausencia.  Pero, en medio de la tristeza aparece la esperanza por la que podemos ver el horizonte último: la Resurrección.

Al alzar la mirada reconocemos la presencia de Santa María, Madre de la Esperanza y nos acogemos a su invitación de acompañarla en esta espera guardando en el corazón las palabras de su Hijo.

La Virgen comunicó a Santa Brígida de Suecia (1303-1373)

“Miro a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos. Por eso tú, hija mía, no te olvides de Mí que soy olvidada y menospreciada por muchos. Mira mi dolor e imítame en lo que pudieres. Considera mis angustias y mis lágrimas y duélete de que sean tan pocos los amigos de Dios.”

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Himno: 

MADRE DOLOROSA (Se puede cambiar por otro canto)

Tiembla la tierra y llora,

ha muerto el Redentor,

junto a la cruz, Señora,

mueres en tu dolor.

Hondo penar fecundo,

grande como el amor,

todo el dolor del mundo

llora en tu corazón.

Si la semilla muere,

nace una nueva flor,

vuestro dolor florece,

Madre en la redención.

Sobre tu alma herida

brota la flor mejor,

muerte que da la vida,

en la resurrección.

Ya no te quedas sola,

sola junto a la cruz,

somos también ahora

hijos como Jesús.

Ya no te quedas sola,

sola junto a la cruz,

Madre corredentora,

hoy nos has dado a luz.

 

 

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1° MEDITACIÓN: LA «FE PRECIOSA » DE SANTA MARÍA

Escuchemos la lectura San Lucas 1, 38

…»Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»» 

 

La virtud de la esperanza no tendría sentido sin el don tan precioso de la fe.

Esta fe que es confianza en Dios y en su palabra la vemos vivida de manera modélica en María, en Ella la fe constituye la base de su fidelidad al Señor.

 

DICE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO:

Sírvanme al caso las palabras del profeta Jeremías: ¿Con quién te compararé, o a que cosa te asemejaré, oh, hija de Jerusalén? Grande es como el mar tu tribulación. ¿Quién, o qué podrá remediarte? (Jer. Thern II, 43). Nadie, ni nada: la acerbidad de los dolores de María, que no sufre comparación con las penas de todos los mártires reunidos, no admite lenitivo alguno.

 

Mensaje, 2 de junio de 2013 – Aparición a Mirjana

“Queridos hijos, en este tiempo sin paz, yo os invito nuevamente a caminar con mi Hijo, a que le sigáis. Conozco vuestros dolores, sufrimientos y dificultades, pero en mi Hijo encontraréis descanso. En Él encontraréis la paz y la salvación. Hijos míos, no olvidéis que mi Hijo os ha redimido con su cruz y os ha dado la posibilidad de ser nuevamente hijos de Dios, para poder llamar de nuevo “Padre” al Padre Celestial. Amad y perdonad, para ser dignos del Padre, porque vuestro Padre es amor y perdón. Orad y ayunad, porque esa es la vía hacia vuestra purificación. Es el camino para conocer y comprender al Padre Celestial. Cuando conozcáis al Padre, comprenderéis que sólo le necesitáis a Él.” 

DECENA (Pater, 10 Ave María, Gloria)

 

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2° MEDITACIÓN: LA ESPERANZA EN EL DOLOR

De la Carta de San Pablo a los Gálatas

…»Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley…” 

 

Cuando muere el Señor, quienes lo siguen pasan por un momento intenso de prueba.  Pocos de ellos son conscientes de que detrás de la muerte de Jesucristo está la victoria y el triunfo.  Para los discípulos, la muerte de Cristo donde su fe y esperanza se ve probada.

Durante esto ocurre, María por su fe puede permanecer firme en el momento de mayor dolor.

 

DICE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO:

María sacrificaba su espíritu por la pena que pasaba el Hijo. Por lo cual dice San Antonio, que al paso que los otros mártires sacrificaron su propia vida, la Virgen consumó su martirio en el sacrificio de la vida de su Hijo, a quien amaba más que a si misma; y eso produjo, que su dolor fuera mayor a todo dolor que hombre alguno mortal hubiese jamás sentido acá en la tierra.

 

Mensaje, 2 de mayo de 2014 – Aparición a Mirjana

“Queridos hijos, Yo, vuestra Madre, estoy con vosotros para vuestro bien, para vuestras necesidades y para vuestro conocimiento personal. El Padre celestial os ha dado la libertad de decidir por vosotros mismos, y de conocer por vosotros mismos. Yo deseo ayudaros. Deseo ser vuestra Madre, Maestra de la Verdad, para que con la simplicidad de un corazón abierto, conozcáis la inconmensurable pureza y la luz que proviene de ella y que disipa las tinieblas, la luz que trae esperanza. Yo, hijos míos, comprendo vuestros dolores y sufrimientos. ¿Quién mejor que una Madre los podría comprender? ¿Y vosotros, hijos míos? Es pequeño el número de aquellos que me comprenden y que me siguen. Grande es el número de los extraviados, de aquellos que no han conocido aún la verdad en mi Hijo. Por lo tanto, apóstoles míos, orad y actuad. Llevad la luz y no perdáis la esperanza. Yo estoy con vosotros. De manera particular estoy con vuestros pastores: los amo y los protejo con un Corazón materno, porque ellos os conducen al Paraíso que Mi Hijo os ha prometido. ¡Os doy las gracias! ”

DECENA (Pater, 10 Ave María, Gloria)

 

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3° MEDITACIÓN: LA ORACIÓN, ESCUELA DE LA ESPERANZA

Lectura del Evangelio según San Lucas 2, 34-35

«Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! – a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»» 

 

María ha visto el cumplimiento de las promesas de Dios a lo largo de toda su vida, es por esto que medita y espera con confianza el cumplimiento de las profecías: “y al tercer día resucitará”.

La Madre espera, y nutre su esperanza de la oración.

 

DICE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO:

Todas las heridas que cubrían el cuerpo de Jesús, vienen a concentrarse en el corazón de María, y la llenan de angustia en la pasión de Jesús. y  con efecto; en la pasión de Jesucristo, María recibió un su propio corazón y por un efecto de su amor, las bofetadas, los azotes, la corona de espinas y la crucifixión en la propia cruz que su Hijo.

 

Mensaje, 2 de mayo de 2015 – Mensagem dada a vidente Mirjana

“Queridos hijos, abrid vuestros corazones y tratad de sentir cuánto os amo y cuánto deseo que améis a mi Hijo. Deseo que lo conozcáis lo más posible, porque es imposible conocerlo y no amarlo, porque Él es amor. Hijos míos, yo os conozco. Conozco vuestros dolores y vuestros sufrimientos porque los he vivido. Me río con vosotros en vuestras alegrías. Lloro con vosotros en vuestros dolores. Nunca os abandonaré. Siempre os hablaré maternal y dulcemente. Y yo como Madre, necesito vuestros corazones abiertos, para que con sabiduría y sencillez difundáis el amor de mi Hijo. Os necesito abiertos y sensibles al bien y a la misericordia. Os necesito unidos a mi Hijo, porque deseo que seáis felices y me ayudéis a llevar la felicidad a todos mis hijos. Apóstoles míos, os necesito para que a todos les enseñéis la verdad de Dios, a fin de que mi Corazón, que ha sufrido y también hoy padece tanto sufrimiento, pueda triunfar en el amor. Orad por la santidad de vuestros pastores, para que en nombre de mi Hijo puedan hacer milagros, porque la santidad hace milagros. ¡Os doy las gracias! ”

DECENA (Pater, 10 Ave María, Gloria)

 

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4° MEDITACIÓN: VIVIR LA ESPERANZA DE MARÍA

 

Del Evangelio según San Juan 19, 25-27

«Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.» 

Vana sería nuestra esperanza si es que no estuviera fundamentada en el misterio más grande del Señor Jesús, en su Resurrección.  En este misterio Santa María fundamenta su existencia, porque en él reconoce que Dios Padre cumple todas sus promesas.  

 

DICE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO:  

«Dos amores reunidos› -consideraba el beato Amadeo- ‹en el corazón de María, el amor natural como Hijo, y el amor sobrenatural como Dios». (Hom. 5, de Laud. Vigr.) Entre ambos amores se convirtieron en uno sólo; pero, tan intenso, que Guillermo de París no vaciló en asegurar que, María llegó a amar a Jesús, cuanto puede amarle una pura criatura. De suerte, que, así como no existió en criatura alguna amor a Dios comparable al de María, así tampoco puede haber dolor igual al suyo.

 

Mensaje, 2 de febrero de 2016 – Aparición a Mirjana

“Queridos hijos, os he invitado y os invito nuevamente a conocer a mi Hijo, a conocer la Verdad. Yo estoy con vosotros y oro para que lo logréis. Hijos míos, vosotros debéis orar mucho para tener cada vez más amor y paciencia, para saber soportar el sacrificio y ser pobres en espíritu. Mi Hijo, por medio del Espíritu Santo, está siempre con vosotros. Su Iglesia nace en cada corazón que lo conoce. Orad para que podáis conocer a mi Hijo, orad para que vuestra alma sea toda una con Él. ¡Esto es la oración, este es el amor que atrae a los demás y que a vosotros os hace mis apóstoles! Os miro con amor, con amor maternal. Os conozco, conozco vuestros dolores y aflicciones, porque yo también he sufrido en silencio. Mi fe me dio amor y esperanza. Repito: la Resurrección de mi Hijo y mi Asunción al Cielo son para vosotros esperanza y amor. Por lo tanto, hijos míos, orad para conocer la verdad, para tener una fe firme, que guíe vuestros corazones y sepa transformar vuestros sufrimientos y dolores en amor y esperanza. ¡Os doy las gracias! 

DECENA  (Pater, 10 Ave María, Gloria)

 

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5° MEDITACIÓN: DE LA ESPERANZA A LA CARIDAD

 

Del Evangelio de San Mateo 12, 48-50

» «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?»  Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»» 

 

La preciosa fe de María la conduce a confiar plenamente en el cumplimiento de las promesas de Dios.  Su esperanza fundada en ese encuentro profundo a través de la oración, con Dios Padre y su Hijo, Jesucristo, la conducen a vivir una fidelidad inquebrantable y la auténtica caridad.  

DICE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO:

El martirio de María fué obra, -dice san Bernardo- non ferro carnificis, sed acerbo dolore cordis. En todos los mártires el dolor afectó la carne; más en María el dolor hirió en el corazón, en el espíritu, cumpliéndose en su persona la profecía de san Simeón, cuando dijo: Et tuam ipsius animam pertransivit gladius: «Una espada traspasará tu alma». (Luc. II, 35).

En todos los mártires el dolor afectó la carne; más en María el dolor hirió en el corazón, en el espíritu, cumpliéndose en su persona la profecía de san Simeón, cuando dijo: Et tuam ipsius animam pertransivit gladius: «Una espada traspasará tu alma». (Luc. II, 35).

 

Mensaje, 2 de enero de 2019 – Aparición a Mirjana

“Queridos hijos, lamentablemente entre vosotros, hijos míos, hay mucha lucha, odio, intereses personales y egoísmo. Hijos míos, ¡cuán fácilmente olvidáis a mi Hijo, sus palabras, su amor! La fe se extingue en muchas almas y los corazones están siendo atrapados por las cosas materiales del mundo. Pero mi Corazón maternal sabe que aún hay quienes creen y aman, que intentan acercarse lo más posible a mi Hijo, que incansablemente buscan a mi Hijo y, de esta manera, me buscan a mí. Son los humildes y los mansos que sobre llevan sus dolores y sufrimientos en silencio, con sus esperanzas y sobre todo con su fe. Son los apóstoles de mi amor. Hijos míos, apóstoles de mi amor, os enseño que mi Hijo no solo pide oraciones continuas, sino también obras y sentimientos; pide que creáis, que oréis, que con vuestras oraciones personales crezcáis en la fe, crezcáis en el amor. Amarse unos a otros es lo que Él pide: este es el camino a la vida eterna. Hijos míos, no olvidéis que mi Hijo trajo la luz a este mundo y la trajo a quienes quisieron verla y recibirla. Sed vosotros de esos; porque es la luz de la verdad, de la paz y del amor. Os conduzco maternalmente a adorar a mi Hijo, a amar conmigo a mi Hijo; a que vuestros pensamientos, palabras y obras se orienten hacia Mi Hijo y que estos sean en Su nombre. Solo entonces mi Corazón estará colmado. ¡Os doy las gracias! ”

DECENA   (Pater, 10 Ave María, Gloria)

 

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MONICIÓN 

Alentados por Santa María y dispuestos a seguir acompañándola en su espera terminemos nuestro Rosario cantando LA SALVE.

Rezamos 1 Padre Nuestro y 3 Ave María por las intenciones del Santo Padre

Un gran silencio sobre el mundo, una noche oscura invadía los corazones, se había apagado la luz y la fe: el Verbo en el sepulcro callaba. 

María “se sintió morir pero su Fe permaneció, y amó a pesar de que todo se oscureció”.   Sí, Amó, con fuerzas, sin dudas y con tanta esperanza que Jesús se le apareció primero. Ella entendió el mensaje de la Pascua antes que nadie y por eso Cristo le regaló su presencia. ¿Cómo habrá sido ese encuentro? Quizás hubo un abrazo cargado de certezas y dudas por igual, de amor, de entrega infinita y de más amor aún. Imagina sus rostros. ¿María habrá tenido lágrimas de alegría y una sonrisa iluminando su cara?. ¿Jesús estaba feliz, dichoso por volver a verla? Él dejó en claro que el Amor todo lo puede, y por eso su Madre fue la primera en encontrarse con el resucitado, porque no se dejó llevar por lo malo, sino que renació con su Hijo y se dejó transformar.

La confianza en una promesa que se cumple, el gozo y la alegría han dejado atrás el llanto de la pérdida y la agonía del dolor y han transformado eso en esperanza, porque existe una  certeza más grande que todo y todos: la Vida misma no se puede detener. Cristo se le aparece a María, su madre, igual que se nos aparece a nosotros hoy, para acompañarnos, consolarnos. Y nos invita a vivir hondamente ese gozo. Teniendo en cuenta que nos es más fácil refugiarnos en el dolor que permanecer en la dicha. Y es allí donde el Resucitado aparece con este don. La felicidad de saberlo vivo, es lo que hace que María no se guarde en la tristeza ni en la desolación, sino que le permite esperar con Fe y Esperanza a su hijo amado y dejar abierto el corazón a  Dios.

 

María es quien nos invita a ser testigos de esperanza. A vivir plenamente la alegría del que Vive.  ¿Por qué los creyentes no perseguimos al mundo con la alegría del tercer día?  Cristianos, ¿que hicieron con el gozo que les di el día de la Resurrección? Y es precisamente nuestra Madre la que nos invita a no dejar aplastar, con los viejos miedos, a la Vida nueva que nos sale al encuentro. Jesús, con este gesto de aparecerse a su Madre declara su total ternura. La ternura es el gesto de amor que no está en el contrato. Es un gesto que no esperamos, y por eso nos desarma. Ese gesto que traspasó el corazón de María, hoy quiere desarmar el nuestro también y así invitarnos a dejarnos amar por Ella y por Jesús..

Este es el camino de María hacia el Resucitado. Ya lo conocemos. Pero hay un camino que no esta escrito aún, es tú camino, mi camino. ¿Por qué caminos va hoy mi corazón? ¿Se deja encontrar por el gozo que invadió a María al ver a su Hijo? Ojalá tu corazón y el mío estén en este último camino, sólo así serán unas ¡felices pascuas! Pidamos la gracia de que, si nuestra vida fuera una peregrinación, nuestra meta sea Cristo Resucitado.

***

Del Evangelio de San Marcos 16, 1-3

«Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarle. Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro. Se decían unas otras: «¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?…»” 

***

Himno Final (Todos lo recitan / Se puede escoger otro canto)

Los apóstoles estaban dispersos
como una nave llevada por los vientos, y las mujeres llorando al traspasado preparaban rituales para los muertos. 

Sólo tú, oh dolorosa, creías,
sólo tú esperando implorabas
que la Vida volviera de los muertos,
como un nuevo día, esperanza de lo eterno. 

Madre de los creyentes y de la Pascua 

luminoso camino de la Iglesia, 

haz que renovemos con alegría tu 

SI profesando la fe de nuestros padres. 

A ti, Padre Omnipotente sea la gloria,
a ti, Hijo que vences la muerte,
a ti, Espíritu fuente de vida
llegue la alabanza de los redimidos. Amén 

 

CADA UNO SE CAERCA A DESPEDIRSE CON UNA ORACIÓN PERSONAL, A LA IMAGEN SAGRADA DE LA VIRGEN MARÍA. (MIENTRAS SE CANTA)

***

La Madre piadosa estaba

junto a la cruz y lloraba

mientras el Hijo pendía.

Cuya alma, triste y llorosa,

traspasada y dolorosa,

fiero cuchillo tenía.

¡Oh, cuán triste y cuán aflicta

se vio la Madre bendita,

de tantos tormentos llena!

Cuando triste contemplaba

y dolorosa miraba

del Hijo amado la pena.

Y ¿cuál hombre no llorara,

si a la Madre contemplara

de Cristo, en tanto dolor?

Y ¿quién no se entristeciera,

Madre piadosa, si os viera

sujeta a tanto rigor?

Por los pecados del mundo,

vio a Jesús en tan profundo

tormento la dulce Madre.

Vio morir al Hijo amado,

que rindió desamparado

el espíritu a su Padre.

¡Oh dulce fuente de amor!,

hazme sentir tu dolor

para que llore contigo.

Y que, por mi Cristo amado,

mi corazón abrasado

más viva en él que conmigo.

Y, porque a amarle me anime,

en mi corazón imprime

las llagas que tuvo en sí.

Y de tu Hijo, Señora,

divide conmigo ahora

las que padeció por mí.

Hazme contigo llorar

y de veras lastimar

de sus penas mientras vivo.

Porque acompañar deseo

en la cruz, donde le veo,

tu corazón compasivo.

¡Virgen de vírgenes santas!,

llore ya con ansias tantas,

que el llanto dulce me sea.

Porque su pasión y muerte

tenga en mi alma, de suerte

que siempre sus penas vea.

Haz que su cruz me enamore

y que en ella viva y more

de mi fe y amor indicio.

Porque me inflame y encienda,

y contigo me defienda

en el día del juicio.

Haz que me ampare la muerte

de Cristo, cuando en tan fuerte

trance vida y alma estén.

Porque, cuando quede en calma

el cuerpo, vaya mi alma

a su eterna gloria. Amén