“Nace de Espíritu, ya que, si nacieses de Espíritu, te atendrás a los caminos de Dios de forma que sigas la humildad de Cristo…”


De la Iglesia engendra Dios hijos que con Él permanecerán


San Agustín, Comentario a Jn 3,6-21, predicado en Hipona.

 El Señor dice a Nicodemo y le explica: En verdad, en verdad te digo: «Si alguien no hubiese renacido de agua y Espíritu no puede entrar al reino de Dios». Tú, afirma, entiendes la generación carnal, cuando dices: ¿Acaso puede un hombre regresar a las entrañas de la madre?. De agua y Espíritu es preciso nacer en atención al reino de Dios. Si se nace por la herencia temporal de padre humano, názcase de las entrañas de madre carnal; si por la herencia sempiterna del Padre Dios, názcase de las entrañas de la Iglesia. Un padre, que ha de morir, engendra mediante la esposa un hijo sucesor; de la Iglesia engendra Dios hijos que no le sucederán, sino que con él permanecerán.

Y sigue: Lo que ha nacido de la carne es carne; mas lo que ha nacido del Espíritu es espíritu. Espiritualmente, pues, nacemos y en el Espíritu nacemos por la palabra y el sacramento. Asiste el Espíritu, para que nazcamos; invisiblemente asiste el Espíritu del que naces, porque también tú naces invisiblemente. Sigue, en efecto, y dice: No te extrañes de que te he dicho: «Es preciso que vosotros nazcáis de nuevo». El Espíritu sopla donde quiere y oyes su voz, mas no sabes de dónde viene ni a dónde va. Nadie ve al Espíritu. ¿Y cómo oímos la voz del Espíritu? Suena un salmo: voz es del Espíritu; suena el evangelio: voz es del Espíritu; suena la palabra divina: voz es del Espíritu. Oyes su voz, mas no sabes de dónde viene ni a dónde va. Pero, si también tú naces del Espíritu, serás esto, de forma que quien aún no ha nacido del Espíritu no sepa sobre ti de dónde vienes ni a dónde vas. En efecto, a continuación dijo esto: Así es todo el que ha nacido del Espíritu.

La humildad, condición indispensable

 Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede suceder esto? En verdad, carnalmente no entendía. En él sucedía lo que había dicho el Señor: oía la voz del Espíritu, mas no sabía de dónde había venido ni a dónde iba. Respondió Jesús y le dijo: ¿Tú eres el maestro en Israel e ignoras esto? ¡Oh, hermanos! ¿Qué? ¿Suponemos que el Señor ha querido como insultar a este maestro de los judíos? Sabía el Señor lo que hacía, quería que aquél naciese de Espíritu. Nadie nace de Espíritu si no es humilde, porque la humildad misma nos hace nacer del Espíritu, porque el Señor está cerca de los triturados en cuanto al corazón. Aquél estaba inflado de magisterio y se daba alguna importancia, porque era doctor de los judíos. Jesús le tira por los suelos la soberbia, para que pueda nacer de Espíritu; le escarnece como a indocto, no porque el Señor quiera parecer superior. ¿Qué grandeza pretenderá Dios frente al hombre, la Verdad frente a la mentira? ¿Debe decirse, puede decirse, hay que pensar que Cristo es superior a Nicodemo? Ya que ese mediante quien ha sido hecha toda criatura es incomparablemente mayor que toda criatura, sería ridículo si se dijera que Cristo es mayor que los ángeles. Pero fustiga la soberbia del hombre —¿Tú eres el maestro en Israel e ignoras esto?— como diciendo: «He aquí que no sabes nada, jefe soberbio; nace de Espíritu, ya que, si nacieses de Espíritu, te atendrás a los caminos de Dios de forma que sigas la humildad de Cristo». En efecto, está elevado sobre todos los ángeles así: porque, como existiese en forma de Dios, no consideró rapiña ser igual a Dios, sino que se vació a sí mismo al tomar forma de esclavo, hecho a semejanza de hombres; y hallado como hombre en el porte, se rebajó a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte; y para que no te plazca algún género de muerte: ahora bien, muerte de cruz.

Colgado estaba y se le escarnecía. Podía descender de la cruz, pero lo aplazaba para resurgir del sepulcro. El Señor soportó a los esclavos soberbios, el médico a los enfermos. Si esto hizo él, ¿qué deberán hacer los que es preciso que nazcan de Espíritu, si esto hizo quien en el cielo es verdadero maestro no sólo de los hombres, sino también de los ángeles? En efecto, si los ángeles han sido enseñados, la Palabra de Dios les ha enseñado; si la Palabra de Dios les ha enseñado, buscad cómo han sido enseñados y hallaréis: En el principio existía la Palabra, y la Palabra existía en Dios, y la Palabra era Dios. Se le quita al hombre la cerviz, pero la áspera y dura, para que haya una cerviz blanda para llevar el yugo de Cristo, del que se dice: Mi yugo es blando y mi fardo es ligero.

Las cosas de la tierra

 Y sigue: Si os he dicho cosas terrenas y no creéis, ¿cómo creeréis, si os digo cosas celestes?. ¿Qué cosas terrenas ha dicho, hermanos? ¿Es terrenal «Si alguien no hubiere nacido de nuevo»? ¿Es terrenal «el Espíritu sopla donde quiere y oyes su voz, mas no sabes de dónde viene ni a dónde va»? En efecto, si hablase de este viento, como algunos entendieron cuando se les preguntó qué cosa terrena dijo el Señor mientras afirma: «Si os he dicho cosas terrenas y no creéis, ¿cómo creeréis si os digo cosas celestes?»; cuando, pues, se preguntó a algunos qué cosa terrena dijo el Señor, padeciendo aprietos dijeron: «De este viento dijo lo que afirma: El Espíritu sopla donde quiere y oyes su voz, mas no sabes de dónde viene ni a dónde va». Por cierto, ¿qué cosa terrena ha dicho, si hablaba de la generación espiritual, pues siguió diciendo: Así es todo el que ha nacido del Espíritu?

Además, hermanos, ¿quién de nosotros no ve, verbigracia, al bochorno ir del sur al norte, o a otro viento venir de oriente a occidente? ¿Cómo, pues, no sabemos de dónde viene ni a dónde va? ¿Qué cosa terrena, pues, dijo, que no creían los hombres? ¿Acaso lo que había dicho sobre volver a levantar el templo?. Efectivamente, de la tierra había recibido su cuerpo y se preparaba para resucitar esta tierra tomada de cuerpo terreno. No se le creyó que iba él a resucitar la tierra. Si os he dicho cosas terrenas y no creéis, afirma, ¿cómo creeréis si os digo cosas celestes? Esto es, si no creéis que puedo volver a levantar el templo derribado por vosotros, ¿cómo creeréis que los hombres pueden ser reengendrados mediante el Espíritu?