VATICANO. Citando a San Agustín durante la primera audiencia general que se llevó a cabo en Castelgandolfo este verano, el Papa Juan Pablo II señaló que la humanidad de Cristo es una ayuda ante la debilidad humana.Al comentar el Cántico de la Carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses “Cristo Siervo de Dios”, que la Iglesia reza en las Vísperas de todos los domingos, el Pontífice señaló que “en estos versículos, brilla la fe cristiana de los orígenes, centrada en la figura de Jesús, reconocido y proclamado como nuestro hermano en la humanidad, pero también como el Señor del universo”. “Cristo escoge abajarse de la gloria a la muerte de cruz: este es el primer movimiento del Cántico”, explicó el Santo Padre. “El segundo movimiento procede en sentido inverso: desde lo bajo se asciende hacia lo alto, desde la humillación se sube hacia la exaltación”, agregó el Papa; al señalar que “frente a la figura grandiosa de Cristo glorificado y entronizado todos se postran en adoración”. Citando a San Agustín, el Papa concluyó: “¿Podíamos ser abandonados a nosotros mismos? No absolutamente. Él se ‘anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo’; sin abandonar, sin embargo, la forma de Dios. Se hizo por tanto hombre aquel que era Dios, asumiendo aquello que no era sin perder lo que era; así Dios se hizo hombre. Por un lado encuentras aquí el auxilio a tu debilidad, por otro encuentras cuanto necesitas para alcanzar la perfección. Que Cristo te eleve en virtud de su humanidad, te guíe en virtud de su humana divinidad, te conduzca a su divinidad”.

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