«La necesidad de la familia está grabada en el corazón humano, desde que Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo»

 

 

Durante una conferencia sobre los resultados del Encuentro Mundial de las Familias en Milán, realizado en mayo de 2012, y las expectativas de la Iglesia para el próximo encuentro, a llevarse a cabo en Filadelfia, el Arzobispo Vicenzo Paglia destacó el lugar principal de la familia en el orden social del mundo y la importancia de protegerla. El prelado, quien es Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, destacó la aspiración natural del ser humano a gozar de los beneficios de una familia constituida de acuerdo al orden natural y protegida por la unión sacramental. «La necesidad de la familia está grabada en el corazón humano, desde que Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo»», aseguró.

El Encuentro Mundial de las Familias de 2012 puso en evidencia la fuerza vital de las familias, expresó Mons. Paglia. «La familia sigue siendo el «recurso» fundamental de nuestra sociedad», continuó el Arzobispo, quien manifestó que el Encuentro Mundial de las Familias de 2012 puso en evidencia «la fuerza vital que las familias representan en la Iglesia y en la sociedad misma». Pese al ambiente adverso presente en la sociedad, Mons. Paglia destacó la información estadística que comprueba que los jóvenes sí desean conformar uniones estables e intentar realizar en sus vidas el ideal de familia que fomenta la Iglesia.

«Las estadísticas son unánimes en señalar que la familia se sitúa en el primer puesto como lugar de seguridad, refugio, de apoyo para la vida y se mantiene en la cima de los deseos de la gran mayoría de los jóvenes», afirmó el prelado. «En Italia, por ejemplo, alrededor del 80% de los jóvenes dicen que prefieren el matrimonio (civil o religioso) y sólo el 20% opta por la convivencia». De ese porcentaje apenas un 3% lo considera una etapa definitiva, mientras que el resto ve como una etapa de preparación al matrimonio. Una situación similar se presenta en Francia, donde el 84% de los jóvenes entre 18 y 24 años esperan poder formar una familia con una relación exclusiva y permanente.

Independientemente de los errores manifiestos en estas cifras (aceptar el matrimonio civil y la cohabitación), Mons. Paglia explicó que la realidad demuestra que ni los rápidos cambios sociales «ni la fuerte oposición cultural que rodea la familia han podido -¡por ahora!- cortar las profundas raíces que tiene en el corazón de las personas». La buena noticia del carácter fundamental de la familia, conlleva sin embargo la necesidad de trabajar por su protección frente a los ataques frontales que la amenazan, expuso.

Mons. Vicenzo Paglia. Según el Arzobispo, existe una «carrera hacia el individualismo» que está «quebrantando la familia», lo cual repercute en todo el orden social. «La ruptura de la familia es el principal problema de la sociedad contemporánea», advirtió, al tiempo que afirmó que aunque pocos parecen darse cuenta, «estamos tomando decisiones, incluyendo políticas y leyes, que están llevando la sociedad hacia el abismo». Según Mons. Paglia, la crisis en este sentido ha llevado a no reconocer a la familia como la raíz del matrimonio y éste como el fundamento de la sociedad, «subvirtiendo siglos de antropología».

El prelado rechazó la acusación de sectores contrarios que afirman que la Iglesia apoya instituciones presuntamente «ya superadas». Explicó que, en realidad, la Iglesia piensa «en el propio futuro de la sociedad humana», al defender la base que la sostiene. Las familias católicas están llamadas a dar testimonio de que «es posible y es hermoso comenzar una familia, que es crucial para sus propias vidas y la vida de los demás experimentar el amor del matrimonio y el amor de la familia»

El Arzobispo realizó una exposición sobre el reto que afronta la Iglesia en la materia: «Trabajar para restablecer el valor de la cultura de la familia, para que sea nuevamente atractiva y también importante en nuestras vidas y en la sociedad». Para ello, se debe emplear «nueva inteligencia y nueva creatividad», y desenmascarar los errores actuales como lo son negar la posibilidad de la fidelidad perpetua entre los esposos, la práctica libre o impuesta de sólo tener un hijo, o los intentos de redefinición de la familia que niegan la naturaleza de la maternidad y la paternidad.

 

 

 

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