La virtud de la amistad de benevolencia por sobre la regida por la concupiscencia.


La amistad mejor es, en efecto, la que busca el bien y la perfección del amigo…

En el pensamiento medieval, el tema de la amistad fue ampliamente cultivado; era uno de los pilares de la doctrina moral, tanto filosófica como teológica. No solamente porque se trata de un asunto que ya de suyo tiene una indudable importancia para la vida humana personal, sino porque tiene además numerosas implicaciones éticas y políticas. A este respecto fueron muy célebres dos tratados del siglo XII sobre la amistad, el de Pedro de Blois y el de Aelredo de Rieval, sobre todo para explicar la amistad espiritual que debía darse entre los monjes. Por supuesto que de la misma manera se escribía sobre el amor profano, pero sobre todo se estudiaba el amor espiritual, que abarcaba un mayor ámbito. En el siglo XII encontramos rasgos de ese amor universal profesado por San Francisco quien se inclinó a escribir sobre el cariño a las cosas e incluso sobre cierta forma de «amistad» con los seres animales; tanto en la orden franciscana, con San Buenaventura, como en la orden Dominicana con Santo Tomás, el tema de la amistad interpersonal encontró un cuidadoso estudio.

Santo Tomás fue el pensador que más estudió la amistad como pilar de la sociedad, relacionándola con la vida social, con el trabajo, con la justicia, y con las demás virtudes. Sólo en el Aquinate puede decirse que hay toda una teoría sistemática de la amistad, una filosofía de la amistad desde la mayoría de sus ángulos y aspectos importantes. De este se narra en las crónicas el sincero aprecio que tuvo con su prójimo y su gran sentido de la amistad, lo que seguramente formó parte de la santidad que lo caracterizó. Paseaba por los campos y alrededores de París con sus discípulos de la universidad, departía amistosamente con sus compañeros frailes del convento, a tal punto que, debido a su sencillez y humildad, decían que daba gusto vivir con él. Su gran amistad con San Alberto Magno, que fue su maestro, era notable, pero más notable aún fue su amistad con su discípulo, amanuense y secretario Fray Reginaldo de Priverno, quien prácticamente lo cuidó durante sus últimos años y se encargó de relatar los rasgos mas humanos y conmovedores de este monje santo, sumido al parecer en las más profundas especulaciones.

Según Tomás, junto con la experiencia del trabajo en la historia de la sociedad, la amistad es otra de las experiencias que más nos hacen integrarnos a la vida social, en este todo que es la comunidad política. Hay muchos grados en la amistad (desde el amor más espiritual hasta el más carnal, desde el amor más utilitarista hasta el más honesto, desde el de los familiares hasta el que se tiene por los extraños), pero la simple y rudimentaria inclinación a reunirse comunitariamente es ya un tipo de amistad o de amor entre los seres humanos.

En la linea de Aristóteles, Santo Tomás ve la amistad o el amor como una característica del ser social. Brota del hombre como instinto de su propia naturaleza, pero se realiza según la inteligencia y la voluntad, es decir, conforme a la razón. La amistad no es de suyo una virtud, pero necesita de las virtudes para darse; sólo cuando se trata de la amistad como amor de caridad, entonces puede verse como una virtud. Cuando se quiere tener una amistad auténtica, ésta tiene que fundarse en la virtud para ser amistad perfecta. En todo caso, la amistad inclina a la sociabilidad y al mismo tiempo va permitiendo y orientando la correcta vida social.. (Suma teológica, II-II q 23, a.1, ad 1 y q. 114, a I, ad 1.)

Si el trabajo es una de las cosas que primeramente nos reune en la sociedad, con el fin de satisfacer con mayor facilidad las necesidades primarias o materiales, la inclinación a la amistad es un factor más elevado que congrega al hombre en sociedad. En efecto no es tan pragmatista o utilitarista como el trabajo, sino que alude más a la búsqueda del deleite y apunta hacia el examen mismo de la perfección humana. No es sólo un bien útil (como lo es el trabajo), sino un bien deleitable, y que además tiende a un bien honesto como es la vida virtuosa, especialmente en el orden de la justicia. Aún en la amistad (que es de suyo un bien deleitable, orientado al bien honesto) puede haber tres clases o niveles, de acuerdo con los tres tipos de bienes que considera Santo Tomás: una amistad de utilidad, una amistad deleitable y una amistad honesta.

La amistad meramente útil se dá cuando se busca al amigo por algún interés material, como la ayuda en el trabajo, el apoyo de su poder, o la conexión con otros que puedan producir algún beneficio. La amistad deleitable se caracteriza por la busqueda del placer o de la compañía de la otra persona para sentir gusto y contento, pero no se va más allá. En cambio la amistad honesta está en función de la virtud, y, como la principal virtud en el nivel humano es la de la justicia, esta amistad está orientada a la justicia. (ibid., II-II, q. 23 a. 1. ad 3; a. 5, c.)

Resulta entonces que la amistad por utilidad es la más impropia e imperfecta. (ibid., I-II q. 26, a. 4, ad 3.) la amistad por deleite tampoco es la más perfecta; (Ibid., II-II, q. 189, a. 10, ad 2.) la única que es perfecta es la amistad honesta o por la virtud. La amistad mejor es, en efecto, la que busca el bien y la perfección del amigo; consiste en convivir según la naturaleza racional, compartiendo el bien teórico y el práctico. Se busca para el amigo, ante todo, la vida; después se le procuran los otros bienes útiles; además se tiene conversación deleitable con él; y, sobre todo, concordia en la virtud. (Ibid., II-II, q. 25, a. 7, c.; q. 27, a. 2, ad 3; q. 31, a.1,c.). Sin embargo, aunque la amistad como se ha dicho no es propiamente una virtud, se funda en la búsqueda de la virtud, y, en ese sentido, lo que es contrario a la virtud impide la amistad, y lo que es virtuoso la fomenta. (Ibid., II-II q. 106. a. 1, ad 3.). Por eso, si el amigo peca o pierde la virtud, pero se ve que puede recuperarla, hay que seguir cultivando su trato y ayudarlo a reconquistarla; pero, si se ve que esto no es posible, hay que romper la familiaridad. (Ibid., II-II, 4.25, a. 5, ad .2.)

Según Santo Tomás, la amistad o el amor tiene su raíz en el apetito concupiscible, pero tiene que ser superado el amor de concupiscencia hasta hacerlo amor de benevolencia. El más perfecto es el de benevolencia, por eso la amistad de concupiscencia no puede superar lo deleitable y sólo la de benevolencia puede ser honesta.

En la amistad de benevolencia se quiere ante todo el bien del amigo (a tal grado que, si se ve que uno mismo no es un bien para el amigo, uno se retira discretamente). De un modo común y normal, la amistad de benevolencia se fundamenta en alguna comunicación (Ibid., I-II, q. 65, a. 5, c.; II-II, q. 23,3. 1, c.; a. 5, c.); su base principal es la comunicación de la virtud y la participación en el bien. Es concordia en la virtud, en lo justo. Entre los amigos puede, por lo tanto, haber discordia de opiniones y sin embargo haber concordia en el trato, y paz. (Ibid., II-II, q. 28, a. 3, ad 2; q. 37, a. 1, c.)

La amistad fundada en el mero apetito concupiscible es una amistad posesiva y destructora del otro; sólo vale la amistad de benevolencia, que quiere la construcción y realización del otro en la auténtica perfección del hombre, que es la virtud. Como la virtud se orienta a la justicia, la amistad más perfecta es querer la justicia para los amigos, querer el bien común. Lo que distingue la amistad de benevolencia de la concupiscencia es querer el bien y no la imposición. (Ibid., 1, q. 60, a. 3,c.; I-II, q. 26, a. 4,). Cuando esta amistad de benevolencia es una dilección perfecta, por la fuerza sobrenatural de la gracia, da paso a la caridad cristiana; (Ibid., II-II, q. 23, a.1.) esta es propiamente una virtud, la más excelsa de las virtudes tanto naturales como sobrenaturales. (ibid., II-II,q. 23, a. 3. ad 1)

La amistad está vinculada también con el trabajo y la función, porque el trabajo crea solidaridad , y la función cierta igualdad proporcional de coordinación y subordinación. No basta la actividad igual, pues esta puede también suscitar enemistad, en función de la competencia ; debe acompañarse de la bondad, para que los hombres encuentren la proporcional igualdad de lo justo (que no requiere ser igualdad en el mismo rango, antes bien, es jerárquica), ya que toda amistad es por causa de algún bien y se apoya en alguna semejanza. La verdadera amistad según Santo Tomás, es por el bien del otro y por el bien común, es la amistad por antonomasia, y las otras amistades son tales por parecerse a ésta incluyendose aquí las amistades tanto entre individuos como entre naciones. De este modo, la comunidad en el bien crea igualdad o concordia de las voluntades hacia el fin, la cual es más fuerte y más perfecta que cualquier otra igualdad. Luego, la igualdad o concordia en cuanto a la amistad es la del bien, la de bondad o benevolencia. Porque las otras amistades (la interesada y la de placer o de concupiscencia) también se basan en la igualdad, pero son menos esenciales.

Como en la sociedad o comunidad es dificil, sin embargo, que se dé en todos los niveles la verdadera amistad, la de completa igualdad, hay que considerar en la sociedad una amistad entre desiguales. Esta amistad también se funda en la virtud y la operación de cada uno, y es distributiva. Aquí es donde aparece la justicia: la amistad, ya sea según la igualdad o según la subordinación, se da en todos los ambientes de la sociedad, y la amistad está ligada a la justicia, porque busca el bien del otro.

Así, la amistad o solidaridad es resultado de todas las virtudes. Sólo es virtud cuando se trata de la amistad sobrenatural, que es la caridad cristiana, es necesaria para la vida, y no es idéntica a la justicia, pues a veces se aparta de ella, ya que cuando hay amistad mal entendida, se cometen injusticias. Pero generalmente la amistad puede considerarse como una experiencia de concordia y de justicia. (De Veritate q. 23, a. 8,ad 7.)

La amistad y la justicia, o la caridad y el derecho, son fundamento de la vida social, por eso son indispensables para ella; pues sólo de ellos surge la paz. La amistad está conectada en efecto a la justicia y al derecho: todo hombre tiene derecho y deber de amar. La misma justicia no es, en el fondo, mas que una aplicación de la caridad. Justicia y caridad vienen a ser lo mismo, sólo que desde puntos de vista diferentes.

El sentimiento de fraternidad y de amistad es natural en el hombre , por eso es causa de la sociedad. El amor está en la base de la sociedad, porque «todo agente hace por amor todo lo que hace» (Suma Teológica, I-II, q. 28, a. 6, c.) tiene relación con el bien, y como el bien es el fin, el amor dirige hacia el bien común y fin último: «La caridad ordena los actos de todas las virtudes al fin último» (Ibid., II-II, q. 23, a. 8.) Este fin se realiza en la justicia y es promovido por el derecho, por la ley . De acuerdo con ello, el derecho y la ley tienden a dar consistencia a la amistad. Santo Tomás sabe que la justicia y la caridad son distintas; sostiene sin embargo, que la amistad sin justicia es disolución y la justicia sin amistad (o misericordia ) es crueldad. En conclusión, para Tomás, el amor da equilibrio a las relaciones sociales y jurídicas; y la amistad es un factor de sociabilidad, ordenado a la justicia, sin la cual la sociedad política no puede subsistir.

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AQUINO DE, TOMAS, SUMA TEOLOGICA, B.A.C., MADRID, 1955

AQUINO DE, TOMAS, DE VERITATE, B.A.C., MADRID, 1962

LLANOS ENTREPUEBLOS JOAQUIN, TOMÁS DE AQUINO CIRCUNSTANCIA Y BIOGRAFÍA, EDICIONES USTA, BOGOTA 1955.

ABBAGNANO NICOLA, DICCIONARIO DE FILOSOFIA, FONDO DE CULTURA ECONOMICA, MEXICO, 1966.