Santiago de Compostela (Noticias Globales): Revuelo internacional provocado por la homilía del Arzobispo de Santiago de Compostela el pasado domingo, que tuvo como testigos presenciales a los Jefes del Estado y del Gobierno de España. CONFIGURAR LA SOCIEDAD RESPETANDO LA LEY SANTA DE DIOS. «Ante los riesgos de disolución religiosa, cultural, social y política hemos de superar una conciencia derrotista que esterilizaría nuestras capacidades». El matrimonio es esencialmente heterosexual y base ineludible de la familia, dijo Mons. Julián Barrio Barrio, el 25-07-04, Solemnidad de Santiago Apóstol. «Santiago bebió el cáliz del Señor y se hizo amigo de Dios…El Apóstol Santiago compartió la suerte del Señor y siguió su ejemplo de amor y servicio, gastando la propia vida por los demás, soportando contradicciones, y no desalentándose por la incomprensión pues sabía que «mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús…»Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hec 5,29). Como los apóstoles también nosotros hemos de llenar «nuestra Jerusalén» con la enseñanza de Jesús aunque ésta no halague los oídos de quienes desean oír lo que ellos desean.La pérdida de la dimensión trascendente genera todas las frustraciones del hombre e impide construir un mundo que sea habitable humanamente y en el que lo esencial de lo humano no quede cercenado, pudiendo el hombre actuar en rectitud moral. Cuando la moral es considerada superflua, la corrupción es algo obvio, afectando no sólo a las personas sino también a las instituciones. Cuando la persona humana se libera de la moral, o la desplaza a lo meramente subjetivo o la manipula como puro utilitarismo, se encamina hacia la esclavitud de la tiranía, subordinando lo espiritual a lo material y la libertad al libertinaje. La laicidad, afirmación de la autonomía y de la consistencia del mundo profano en relación con la esfera religiosa, en su versión extrema se ha convertido en laicismo con la pretensión de marginar del espacio social la dimensión religiosa. Todo intento de reducir la laicidad a un espacio único no es más que una quimera irreal y contradictoria. La comunidad política y la Iglesia son entre si independientes y autónomas en su propio campo aunque están al servicio de la vocación personal y social de los mismos hombres a través de una sana cooperación entre ambas, pudiendo la Iglesia siempre y en todo lugar predicar la fe con verdadera libertad y emitir un juicio moral también sobre las cosas que afectan al orden político cuando lo exigen los derechos fundamentales de las personas o la salvación de las almas. «El que entre vosotros quiera llegar a ser grande, sea vuestro servidor» (Mt 20,26). La autenticidad y la grandeza de la autoridad se miden por la humildad, la capacidad de escucha y la verdadera vocación de servicio, teniendo en cuenta que «todos los hombres y mujeres reciben su dignidad común y esencial de Dios y con ella la capacidad de encaminarse hacia la verdad y la bondad». Versión completa leala en: «CONTENIDOS».

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