Artículo de don Pedro Luis Llera en Infocatólica

 


«…Tanto el liberalismo impuesto por Estados Unidos y sus satélites, como el comunismo expandido por la antigua Unión Soviética y sus satélites y aliados, han dejado como rastro, la degradación moral del hombre y la sociedad en la que habita y la necesidad de una restauración…»

 

Entiendo que los comunistas del mundo apoyen a Putin y a su régimen tiránico en su invasión de Ucrania. A Putin, a la Rusia de Putin, la apoyan Corea del Norte, Venezuela, Cuba, Eritrea, Siria, Bielorrusia… ¿Hace falta explicar qué representan estos países? Son basura: gobiernos asesinos, dictaduras monstruosas… Son la ciénaga pestilente de la comunidad de naciones. Así pues, es comprensible que la defecación apoye a la excreción. La misma mierda son.

Lo que no puedo entender es que haya voces del tradicionalismo católico que prediquen la neutralidad o incluso lleguen a justificar la invasión de Ucrania como un acto de guerra justa. No lo entiendo. Y, por supuesto, no lo comparto en absoluto y con la libertad de hijo de Dios, de quien no debe nada a nadie, condeno esta invasión de Ucrania sin ningún tipo de paliativo.

«¿Dónde estuvo la condena internacional cuando era el gobierno de Kiev el que bombardeaba Donetsk y Lugansk?», claman algunos.

Y Juan Manuel de Prada, eximio paladín del Tradicionalismo, publicaba un artículo en ABC, titulado La otra guerra de Ucrania, en el que emplea los mismos argumentos del sátrapa ruso:

«Los medios se han apresurado a divulgar (amén de muchas fotos y videos trucados) imágenes de civiles durmiendo en estaciones de metro; pero antes han ocultado durante ocho años las imágenes de civiles del Donbass en sótanos en ruinas, porque sus casas habían sido bombardeadas».


«…Yo llevo muchos años atacando sin piedad las ideologías progres de los sin-Dios, de los superhombres nietzscheanos que están por encima del bien y del mal, de los que se sienten dioses, creadores y poseedores de sí mismos…»

 

¿Alguien puede creerse de verdad que pueda haber una masacre de rusos en Ucrania, en la era de las redes sociales y de los teléfonos móviles, sin que todo el orbe se enterara de semejantes crímenes? Pero vamos a ver: si los rusos son expertos en jaquear sistemas informáticos y en intoxicar la opinión pública mundial a base de divulgar bulos de todo tipo… Por ejemplo y sin ir más lejos, en el caso del referendum ilegal del secesionismo catalán. Rusia es una potencia mundial: no es un pobre país indefenso que sufra los ataques de Ucrania con paciencia martirial. A la vista está.

Hay tradicionalistas y carlistas bienintencionados que compran la propaganda rusa, se la creen y la difunden como si fueran portavoces del Kremlin. Lo que pasa es que los demás, según ellos, somos imbéciles que nos dejamos llevar por la propaganda de los medios del sistema. Estamos todos cretinizados menos ellos mismos, los anticapitalistas de Podemos y los etarras de Bildu.

 


«…El hombre autónomo kantiano predica un gobierno global y una paz perpetua de hombres que son fines en sí mismos. El Reino de los Fines es el contra o el anti Reino de Dios…»

 

Yo entiendo el cabreo entre los católicos tradicionales (no los de la Iglesia del Nuevo Paradigma, sino los católicos que creen lo que la Iglesia predicó toda la vida en todas partes) con el Pensamiento Único, con el Foro de Davos, con la ONU y sus agencias, con el ecologismo político maltusiano que pretende reducir drásticamente la población mundial en nombre de la sostenibilidad y quieren arruinarnos a todos; con los políticos abortistas, con quienes aprueban la eutanasia; con las políticas ideológicas de género, con el homosexualismo político y sus colectivos, sus banderitas, sus desfiles y sus orgullos. Yo llevo muchos años atacando sin piedad las ideologías progres de los sin-Dios, de los superhombres nietzscheanos que están por encima del bien y del mal, de los que se sienten dioses, creadores y poseedores de sí mismos. Obviamente, hay que luchar contra la bazofia ideológica progre-liberal-nietzscheana. El sistema liberal ateo pretende haber matado a Dios y abolido sus mandamientos. El hombre autónomo kantiano predica un gobierno global y una paz perpetua de hombres que son fines en sí mismos. El Reino de los Fines es el contra o el anti Reino de Dios. Ya no hay una Ley de Dios igual para todos, sino que cada uno se da a sí mismo sus propias leyes y solo el contrato social y el estado de derecho garantiza la paz entre los intereses contrapuestos de individuos y colectivos. Pero en un mundo sin Dios vale todo. Un mundo sin Dios es el reino del Anticristo, el reino de Lucifer: una realidad monstruosa e infernal que busca la destrucción del hombre. Todo y siempre acaba en muerte: aborto, eutanasia, eugenesia, experimentación con embriones humanos; cambios de sexo a base de castraciones, mutilaciones y tratamientos hormonales de consecuencias impredecibles; drogas, trata de mujeres, mercado de trasplantes ilegales…

El mundo llamado “Occidental” es decadente, inmoral y con una peligrosísima tendencia totalitaria que pretende imponer un pensamiento único, “políticamente correcto” y dogmático hasta la náusea, a toda la población, sin permitir disidencia alguna ni pensamiento alternativo posible. Se trata del trágala del liberalismo, enemigo de Dios.

Ahora bien, el régimen político de Rusia no puede ser considerado de ninguna manera como la reserva espiritual del mundo. Putin es un antiguo agente de la KGB, un tipo peligroso: un tirano violento y despótico que está dispuesto a todo con tal de mantenerse en el poder, incluyendo la eliminación física de cualquier opositor que le pueda hacer sombra. Y sus aliados China, Corea del Norte, Cuba o Venezuela dejan bien a las claras lo que son: comunistas acostumbrados a pisotear la dignidad humana. Asesinos, miserables, canallas, enemigos de Dios. Y eso, aunque Putin se haya querido revestir de adalid de la Iglesia Ortodoxa y de los valores cristianos tradicionales de la época zarista. No cuela. Putin es un político sin escrúpulos, maquiavélico y sanguinario. Un tipo que ha invadido Ucrania y que va camino de destruir sus ciudades y sus infraestructuras. Un terrorista, un criminal, que está obligando a miles de ucranianos a huir de su patria para refugiarse en los países vecinos. Putin es un mal bicho que está provocando destrucción y muerte y que amenaza con emplear su arsenal nuclear contra Europa y Estados Unidos, si lo considera necesario, desencadenando una Tercera Guerra Mundial de consecuencias catastróficas para la humanidad.

Así que aquí no hay buenos ni malos: son malos todos. Pero no podemos ser neutrales. Aquí no hay un combate de boxeo entre dos púgiles de igual categoría en el que podamos permanecer como espectadores imparciales, impávidos ante lo que está pasando delante de nuestras narices. Aquí hay un peso pesado de dimensiones colosales combatiendo contra un peso pluma; un elefante, aplastando a una hormiga. Hay una potencia nuclear aplastando e invadiendo a un país que difícilmente le puede plantar cara y que jamás podrá salir airoso de un combate tan desigual: bastante están resistiendo ya…

Dicen algunos que aquí hay dos bandos: por un lado, Rusia y China; y por otro, Ucrania, la OTAN, la Unión Europea, el Nuevo Orden Mundial, Gates y Soros. Pero no es cierto. Si la OTAN interviene, aquí tenemos otra guerra mundial con armas nucleares, de la que nadie va a salir indemne. Y llegaremos a ello, si Putin se empeña en seguir atacando a Ucrania y si se le ocurre agredir a cualquier país miembro de la OTAN (Dios no lo permita).

 


«…La bandera del cristiano es la cruz. Cristo es nuestro Rey. Y los Mandamientos son Ley Eterna y Universal…»

Hoy por hoy, asistimos a una invasión de una potencia mundial como Rusia a un país sin posibilidades de defenderse con esperanzas de éxito, como es Ucrania. La guerra es absolutamente desigual. Hay un agresor y un agredido; un invasor y un país invadido. Y tratar de justificar como guerra justa esta agresión injustificable no tiene un pase y me parece absolutamente indecente.

Y proponer una neutralidad aséptica resulta igualmente inaceptable. Es como si un matón de patio de colegio agrede y pisa a un pobre niño indefenso y nosotros pretendemos permanecer como espectadores impávidos y neutrales. Eso sería propio de cobardes y de canallas. Eso no es moralmente aceptable. Un cristiano se pone del lado de los crucificados: no del lado de los que crucifican. Y tampoco podemos permanecer como meros espectadores imparciales: debemos tomar partido por el débil, por el humillado, por el que sufre la opresión del faraón de turno. La bandera del cristiano es la cruz. Cristo es nuestro Rey. Y los Mandamientos son Ley Eterna y Universal. Esta no es una guerra justa de ninguna manera. Es una invasión imperialista provocada por un tirano con ínfulas de zar que pretende reconstruir el imperio soviético por la fuerza de las armas. Guerra justa es la que están librando los ucranianos por defender su patria frente al imperialismo ruso. No hay neutralidad que valga. Debemos estar con el pueblo ucraniano y contra la agresión rusa. No hay justificación posible para que haya católicos tradicionalistas que se pongan de perfil o para que mantengan la misma postura que la extrema izquierda española (Izquierda Unida, Bildu y Podemos), que tuvo la poca vergüenza de votar en contra de la resolución a favor de Ucrania del Parlamento Europeo. Izquierda Unida, los Anticapitalistas de Podemos y Bildu (ETA) votaron en contra de las sanciones a Rusia en el Parlamento Europeo. ¿Puede un católico, que pone a Dios por delante de todo, alinearse con esta gentuza? Si estáis de acuerdo con Pablo Iglesias y compañía, deberíais hacéroslo mirar.

Cada uno es libre de ponerse de un lado o de otro. Y aquí todos tenemos que mojarnos tarde o temprano. Yo no estoy del lado del Pensamiento Único ni del Nuevo Orden Mundial: me parece satánico. Pero tampoco me voy a poner del lado de Rusia y de China; ni de Putin ni de Xi Jinping: estos me parecen todavía peores. Así que me pongo del lado de las víctimas inocentes, del pueblo ucraniano que sufre la invasión y los bombardeos; de los miles de exiliados; del lado de quienes están perdiendo la vida por defender a su patria.

Lo primero es Dios. Lo primero es la caridad. Lo primero es la Ley de Dios. Lo decente es estar con los que sufren, con los que lloran, con los perseguidos. Y por lo tanto, lo primero es denunciar el uso abusivo de la fuerza y decir con rotundidad que la invasión de Ucrania es un acto de guerra criminal, indecente y asesino. Sin paños calientes. Ni Nuevo Orden Mundial, ni Gran Reseteo, ni Ideología de Género, ni Pensamiento Único. Pero el comunismo es aún peor: torturas, falta de libertad, partido único, culto al líder, obediencia ciega al politburó… Los totalitarismos comunistas o fascistas o nazis son todos contrarios a la Ley de Dios. Coincido con las conclusiones a las que llega el P. Juan María Latorre que, en el digital La Esperanza, acaba de publicar un artículo titulado La guerra en Ucrania: breves elementos para un discernimiento:

«Este análisis, esta constatación, nos deja un diagnóstico que el tradicionalismo ha defendido siempre: izquierda y derecha, liberalismo y comunismo, dan los mismos frutos. Tanto el liberalismo impuesto por Estados Unidos y sus satélites, como el comunismo expandido por la antigua Unión Soviética y sus satélites y aliados, han dejado como rastro, la degradación moral del hombre y la sociedad en la que habita y la necesidad de una restauración».

Aquí el mal y el pecado están por todas partes. Vivimos en la noche oscura de un mundo que rechaza la luz de Cristo. Y aquí solo nos salva Nuestro Señor, Cristo Rey. No hay otro Redentor. Sólo Cristo quita el pecado del mundo. Nadie más. Y no habrá paz hasta que toda rodilla se doble ante nuestro Dios y todo el mundo se convierta y acepte su Ley – la Ley de la Caridad – como única constitución verdadera y digna de respeto. La cuaresma es una buena oportunidad para convertirnos todos a Cristo.

¡Viva Cristo Rey!
Fuente: Infocatólica

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Pedro Luis Llera: Casado y padre de tres hijos. He sido profesor de lengua castellana y literatura y director del Colegio La Salle de La Felguera y del Colegio CEU San Pablo de Murcia.
Actualmente, trabajo en la Fundación Educatio Servanda Cádiz y Ceuta.
Miembro de la «Academia Juan Pablo II para la Vida Humana y la Familia» (JAHLF por sus siglas en inglés).