«La Iglesia es siempre amenazada, siempre existe el peligro de la oposición del diablo que no acepta la presencia de Dios en una comunidad viva». En esta realidad, los sacerdotes deben ser «embajadores de Cristo», dedicándose con toda el alma y con todo el corazón. Así lo afirmó hoy el Santo Padre a los sacerdotes párrocos romanos recibidos en el Vaticano en su reunión anual.

Hoy -cuando fue presentado el segundo volumen del libro del Papa «Jesús de Nazaret», en el que el Pontífice habla también del sacerdocio- el Santo Padre alentó a los sacerdotes a «estar con Cristo y ser embajadores de Cristo», recordándoles la importancia del celo, de la alegría y de la fidelidad en la predicación del Evangelio y la voluntad de Dios, incluso aquella incómoda.»No deberíamos sorprendernos de que siempre hay problemas -continúa el Papa-, las malas hierbas. Siempre fue así y siempre será, pero debemos ser conscientes de que la verdad es más fuerte que la mentira, el amor es más fuerte que el odio, Dios es más fuerte que todas las fuerzas en contrario y con esta conciencia emprendamos nuestro camino en las consolaciones de Dios y en las persecuciones del mundo.» Al final del discurso, el Papa presentó los valores que debe realizar en su vida el sacerdote: «La fidelidad, humilde y alegre, sin fisuras, al Señor Jesús; la disponibilidad total para servir a la iglesia donde la Providencia lo ha llamado, hasta al peso formidable del supremo Pontificado; el amor a la Palabra de Dios y a la Liturgia y la alegría de toda la vida al ritmo del Año litúrgico; el ejercicio de la inteligencia y la pasión por la búsqueda de la verdad para proponerla y defenderla sin concesiones; la dulzura del trato y la magnanimidad del corazón; la serenidad del alma enteramente entregada a Cristo».

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