El Papa Juan Pablo II desafió a los jóvenes suizos a “no tener miedo” y a ponerse “de pie” espiritualmente para acoger la invitación de Cristo y dejar la postración en la que parte de la juventud está sumida. El discurso lo dirigió a los jovenes, el sábado en la tarde. El Santo Padre comentó durante su discurso el Evangelio de San Lucas que narra la resurrección del joven hijo de la viuda de Naín, a quien el Señor vuelve a la vida con la palabra “levántate”, que el Pontífice pronunció en los diversos idiomas que se hablan en Suiza. “También hoy, jóvenes amigos –advirtió el Papa-, se nos puede encontrar formando parte de aquel triste cortejo que avanza por el camino del pueblo de Naín”. El Pontífice advirtió que “esto sucede si os dejáis llevar por la desesperación, si los espejismos de la sociedad de consumo os seducen y os alejan del verdadero gozo para devoraros en placeres pasajeros, si la indiferencia y la superficialidad os envuelven, si frente al mal y al sufrimiento dudáis de la presencia de Dios y de su amor por cada persona, si buscáis a la deriva de una afectividad desordenada el apagar la sed interior de amor verdadero y puro”. El Santo Padre señaló que “precisamente en tales momento Cristo se acerca a cada uno de ustedes, como al joven de Naín, y les dirige la palabra que quema, despierta: ‘¡levántate!’ ‘¡Acoge de pie la invitación que te dirige!’” Recordó a los jóvenes que “el cristianismo no es un simple libro de cultura o una ideología, tampoco es solamente un sistema de valores o de principios, aunque sean elevados. El cristianismo es una persona, una presencia, un rostro: Jesús, que da sentido y plenitud a la vida del hombre”. Volviendo al lema que ha marcado su pontificado desde el inicio, el Pontífice invitó a los jóvenes suizos: “No tengáis miedo de encontraros con Jesús: buscadlo en la lectura atenta y disponible de la Sagrada Escritura, en la oración personal y comunitaria; buscadlo en la participación activa en la Eucaristía; buscadlo encontrándoos con un Sacerdote para el sacramento de la Reconciliación; buscadlo en la Iglesia, que se manifiesta a vosotros en los grupos parroquiales, en los movimientos y las asociaciones; buscadlo en el rostro del hermano sufriente, necesitado, extranjero”.

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