(NE – eclesiales.org) Todos los hombres están llamados a ser «santos inmaculados». Así lo afirmo ayer el Papa Benedicto XVI, al rezar con los peregrinos la oración del Angelus, en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. «En la Madre de Cristo y Madre nuestra -explicó el Papa-, se ha realizado perfectamente la vocación de todo ser humano. Todos los hombres, recuerda el apóstol Pablo, están llamados a ser santos inmaculados en presencia de Dios en el amor». «Al contemplar a la Virgen, ¿cómo es posible no volver a despertar en nosotros, sus hijos, la aspiración a la belleza, a la bondad, a la pureza del corazón? Su celestial candor nos atrae hacia Dios, ayudándonos a superar la tentación de una vida mediocre, hecha de compromisos con el mal, para orientarnos decididamente hacia el auténtico bien, que es manantial de alegría». En sus palabras, el Papa se refirió también a la conmemoración del cuadragésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, que fue «el acontecimiento eclesial más grande del siglo XX». Al respecto, el Papa compartió que «al presidir esta mañana una solemne celebración eucarística en la Basílica Vaticana he querido dar gracias a Dios por el don del Concilio Vaticano II. Además, he querido alabar a María santísima por haber acompañado estos cuarenta años de vida eclesial, ricos de tantos acontecimientos». «De forma especial -señaló antes de concluir-, María ha velado con maternal cuidado por los pontificados de mis venerados predecesores, cada uno de los cuales ha guiado la barca de Pedro por la ruta de la auténtica renovación conciliar, trabajando incesantemente por la fiel interpretación y ejecución del Concilio Vaticano II».

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