No es importante cómo se prepara el pesebre, puede ser siempre igual o modificarse cada año; lo que cuenta es que este hable a nuestra vida.

Tomado de un artículo del Dr. Jorge Pacheco Tejada, director del Departamento de Educación de la Universidad Católica San Pablo. Arequipa, Perú.

Estamos de fiesta grande. Para orientar mejor esta celebración de la Navidad, el Papa Francisco acaba de firmar  la carta apostólica Admirabile signum sobre el significado y el valor del belén en Navidad, una tradición con cerca de 8  siglos de antigüedad que ayuda, de modo “dulce y exigente”, a transmitir la fe de padres a hijos. Esta hermosa tradición fue iniciada por San Francisco de Asís en 1223 en Greccio, Italia.

El Papa ha dicho, refiriéndose a esa tradición a la que nosotros llamamos “los nacimientos”, lo siguiente:“ Espero que esta práctica nunca se debilite; es más, confío en que, allí donde hubiera caído en desuso, sea descubierta de nuevo y revitalizada”. En Arequipa son famosos los nacimientos de la Clínica San Juan de Dios”, de la Policía, en la calle San Juan de Dios, y en general las iglesias hacen sus mejores esfuerzos para presentar nacimientos bien elaborados. Y la tradición se extiende a la mayoría de hogares arequipeños.

Aquí algunos puntos para comprender la carta apostólica Admirabile signum:

El pesebre o nacimiento es como un Evangelio vivo: La escenificación del nacimiento de Jesús surge de las páginas de la Sagrada Escritura” para invitar a los hombres a valorar a ese Dios que se hizo hombre para “acercarse a cada hombre”. Ese es el hecho histórico que nos recuerdan los ‘nacimientos’.

Es una costumbre inaugurada por San Francisco en la navidad de 1223. El santo de Asís deseaba celebrar la memoria del Niño que nació en Belén y cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno”. En Greccio, no había figuras: el belén fue realizado y vivido por todo los presentes”.

El pesebre manifiesta la ternura de Dios: “¿Por qué el belén suscita tanto asombro y nos conmueve?” Porque “manifiesta la ternura de Dios”, que siendo Creador del universo, “se abaja a nuestra pequeñez”. Además, el belén “es desde su origen franciscano una invitación a ‘sentir’, a ‘tocar’ la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo y “una llamada a hallarlo y servirlo con misericordia en los más necesitados”.

En el belén la creación participa en la fiesta de la venida de Jesús: El cielo estrellado, los paisajes, los animales y los pastores recuerdan lo anunciado por los profetas, “que toda la creación participa en la fiesta de la venida del Mesías”. “Los ángeles y la estrella son la señal de que nosotros estamos llamados a ponernos en camino para llegar a la gruta y adorar al Señor”; asimismo, “los pastores se convierten en los primeros testigos de lo esencial, es decir, de la salvación que se les ofrece”.

El nacimiento es la sublime expresión de la familia de Jesús. María es la madre que contempla a su hijo: “Vemos en ella a la Madre de Dios que no tiene a su Hijo sólo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica”. Representa a San José como custodio de la familia con el bastón en la mano y, a veces, sosteniendo una lámpara. “Él es el custodio que nunca se cansa de proteger a su familia” y que no duda en ponerse en camino ante la amenaza de Herodes. Fue el primer educador de Jesús niño y adolescente; “y como hombre justo confió siempre en la voluntad de Dios y la puso en práctica”.

El nacimiento representa la santidad en la vida cotidiana. El Papa también se refiere a la costumbre de colocar en los ‘nacimientos’ muchas figuras simbólicas “que parecen no tener relación alguna con los relatos evangélicos”. Sin embargo, “esta imaginación pretende expresar que en este nuevo mundo inaugurado por Jesús hay espacio para todo lo que es humano y para toda criatura…todo esto representa la santidad cotidiana”.

Nos pone ante el gran misterio de la vida: Cuando en Navidad colocamos la figura del Niño Jesús “el corazón del pesebre comienza a palpitar”. Dios Creador esconde su poder “en la debilidad y en la fragilidad” de un niño cuyo nacimiento “suscita alegría y asombro, porque nos pone ante el gran misterio de la vida”.

Los Reyes Magos nos recuerdan nuestra misión evangelizadora: Es costumbre colocar las tres figuras de los Reyes Magos que llegan de Oriente para contemplar al Niño y ofrecerle los dones de oro, incienso y mirra. Esta escena llama “a reflexionar sobre la responsabilidad que cada cristiano tiene de ser evangelizador”. Los Magos, hombres sedientos de lo infinito, “enseñan que se puede comenzar desde muy lejos para llegar a Cristo”, “no se dejan escandalizar por la pobreza del ambiente; no dudan en ponerse de rodillas y adorarlo”; y cuando retornan a sus países, “habrán contado este encuentro sorprendente con el Mesías, inaugurando el viaje del Evangelio entre las gentes”.

El Papa Francisco invita a mantener esta hermosa tradición de ‘armar el nacimiento’. Es una forma de transmitir la fe a los hijos y a los nietos. “No es importante cómo se prepara el pesebre, puede ser siempre igual o modificarse cada año; lo que cuenta es que este hable a nuestra vida. El nacimiento que hemos armado con amor y entusiasmo, habla del amor de Dios, el Dios que se ha hecho niño para decirnos lo cerca que está de todo ser humano, cualquiera que sea su condición”.

¡¡¡Feliz Navidad a todas las personas de buena voluntad!!!