«Cuánto cambiaría el mundo si en las familias, en las parroquias y en cualquier comunidad, las relaciones tuviesen como modelo a las tres Personas divinas».

 

El Santo Padre Benedicto XVI, en su habitual catequesis sobre la cultura cristiana medieval, mencionó a dos importantes monjes y teólogos del siglo XII: Hugo y Ricardo, del monasterio parisiense de San Víctor. «Es el amor que realiza este interesante milagro: como en la vida de la Santísima Trinidad, la pluralidad se recompone en unidad, donde todo es buena voluntad y alegría», dijo Benedicto XVI sobre la vida de los monjes. El Santo Padre explicó a los presentes que en San Víctor «fue inaugurada una escuela para la formación de monjes, abierta también para estudiantes de afuera, donde se realizó una síntesis feliz entre los dos modos de hacer teología, el monástico y el teológico». Hugo entró al monasterio primero como alumno y luego se tornó maestro, alcanzando una fama notable, al punto de ser llamado el «segundo San Agustín», por su dedicación a las ciencias profanas y a la teología. «Hugo infundía en sus discípulos un constante deseo de conocer toda la verdad», dijo Benedicto XVI. «Para conocer a Dios, de hecho, se debe partir de la concepción de que el propio Dios quiso revelarse a través de las Escrituras», subrayó el Pontífice. Ricardo de San Víctor ingresó al monasterio también como estudiante y luego se convirtió en Prior de la comunidad. Él invitaba a los fieles a un continuo ejercicio de las virtudes para alcanzar una estable madurez humana y, así, poder alcanzar la contemplación y la admiración de las maravillas de la sabiduría. Para el Papa, ambos contemplaban el misterio y la maravilla de la Santísima Trinidad. Las tres personas divinas enseñan cómo crear relaciones en las cuales «¡cada persona vive no solamente por la otra, sino para la otra y en la otra!». El Santo Padre afirmó también que la Santísima Trinidad es el modelo perfecto de comunión en el amor. «Cuánto cambiaría el mundo si en las familias, en las parroquias y en cualquier comunidad, las relaciones tuviesen como modelo a las tres Personas divinas».

«…Que el ejemplo de las tres Personas divinas -cada una vive no solo con la otra y en la otra- pueda inspirar y animar vuestras relaciones humanas de todos los días.»

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