En la Catedral Metropolitana, el Cardenal Rivera Carrera exhortó a los fieles a la «conversión» y a la caridad con los ancianos abandonados. Indicó que en esta Cuaresma el prójimo tiene el rostro de la multitud de ancianos solos, abandonados, pobres y marginados. Señalo que la conversión cuaresmal se nos presenta como un llamado del Santo Padre a tener en la vida cotidiana gestos de encuentro con los ancianos, signos de apertura para que ellos «no vivan marginados sino sean parte de la vida familiar y comunitaria». Antes de ungir la ceniza a los presentes, se hincó y también la recibió y señaló: «Esto que vamos a recibir significa encontrarnos primero con Dios, pero que también sea para encontrarnos con los más necesitados, sobre todo con nuestros ancianos que están abandonados». Retomó el mensaje de Juan Pablo II para esta celebración, a fin de que en este inicio de cuaresma se tomen actitudes de conversión. También es importante abandonar las aparentes seguridades que «nos atan y nos impiden mirar hacia adelante en nuestra vida», dijo. El Santo Padre, añadió, «ha querido que este año recorramos este camino como miembros de la comunidad eclesial -en familias, escuelas y parroquias- juntamente con los ancianos».

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