Diversos aspectos desde sus fundamentos y lejos de la elocuencia apasionada

 

YASMIN ORÉ Y JESÚS URONES (Rel)

¿Qué dicen las Sagradas Escrituras sobre el título de María como Corredentora?

Cuando hablamos de corredentora lo que estamos afirmando, es que María cooperó en la redención y su cooperación, por lo tanto, queda supeditada a la de su Hijo. No significa que es “igual al redentor” sino “con el redentor”, así entonces María sería la “mujer con el redentor” que venció a la serpiente antigua.

Podemos, dar tres motivos básicos por los cuales María es corredentora, o sea que colaboró en la redención:

1. Obedeciendo a Dios:

Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia. (Lc 1,38)

2. Trayendo al Redentor al mundo:

Vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin. (Lc 1,31-33)

3. Sufriendo junto a su Hijo al pié de la Cruz:

Y una espada traspasará tú misma alma, para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones. (Lc 2,35)

De estas tres formas, podemos ver la cooperación de María en la redención desde su primer si a Dios, un sí que cambió el mundo y la historia hasta el dolor que sentiría al pie de la Cruz cuando ve como los hombres matan a su amado Hijo. Ella compartió el dolor de perder a un hijo, sabiendo que era por la Salvación del mundo. Ese hijo el prometido por el ángel y que ella había traído al mundo, vencería a la serpiente antigua, del Génesis 3,15 en la Cruz. Y tal como enseña el Génesis, en ese combate había dos personas, la mujer y su simiente, ambos colaborarían para derrotar a la serpiente, y así fue como se hizo y se cumplió.

 

 ¿Los Santos Padres de la Iglesia enseñaron que María fue corredentora?

Como muchas de las doctrinas católicas, en los santos padres podemos encontrar el concepto, no el nombre, es decir, aunque ellos no la llamen explícitamente corredentora, si vislumbran y hablan de dicha función. Será con el paso de los siglos y un desarrollo doctrinal, cuando se le acabe dando el nombre a esta doctrina de “corredención”. Por ello, veamos algunos textos:

San Ambrosio de Milán:

María estaba sola cuando el Espíritu Santo vino sobre ella y la cubrió con su sombra. Estaba sola cuando salvó el mundo (Epístola 49,2).

Ella engendró la redención para la humanidad, ella estaba llevando, en su seno, la remisión de los pecados. (Sobre los misterios III, 13).

Cuando el Señor quiso redimir al mundo, comenzó su obra con María, para que ella, por medio de la cual la salvación fue preparada para todos, sea la primera en sacar el fruto de la salvación de su Hijo.  (Exp en Luc 2,17).

Al igual que San Ambrosio, otros padres de la Iglesia, como San Agustín de Hipona, San Jerónimo, San Modesto de Jerusalén o San Juan Damasceno, nos hablan de cómo María como participante en la redención, por quién nos llego la vida , expresiones muy similares a las del obispo de Milán.

 

¿Qué enseña el magisterio y los santos sobre esta doctrina?

Encontramos enseñanza oficial de este dogma en el documento conciliar Lumen Gentium 53:

Efectivamente, la Virgen María, que al anuncio del ángel recibió al Verbo de Dios en su alma y en su cuerpo y dio la Vida al mundo, es reconocida y venerada como verdadera Madre de Dios y del Redentor. Redimida de modo eminente, en previsión de los méritos de su Hijo, y unida a Él con un vínculo estrecho e indisoluble, está enriquecida con la suma prerrogativa y dignidad de ser la Madre de Dios Hijo, y por eso hija predilecta del Padre y sagrario del Espíritu Santo; con el don de una gracia tan extraordinaria aventaja con creces a todas las otras criaturas, celestiales y terrenas. Pero a la vez está unida, en la estirpe de Adán, con todos los hombres que necesitan de la salvación; y no sólo eso, «sino que es verdadera madre de los miembros (de Cristo)…, por haber cooperado con su amor a que naciesen en la Iglesia los fieles, que son miembros de aquella Cabeza» [174]. Por ese motivo es también proclamada como miembro excelentísimo y enteramente singular de la Iglesia y como tipo y ejemplar acabadísimo de la misma en la fe y en la caridad, y a quien la Iglesia católica, instruida por el Espíritu Santo, venera, como a madre amantísima, con afecto de piedad filial.

También San Juan Pablo II, Pio X, Pio XI usaron dicho título en documentos magisteriales así que podemos rastrear el uso en escritos papales al menos desde principios del siglo pasado. El haber sido usado en un documento conciliar de todas formas le da también su importancia dentro del campo de la mariología.

Santos como Teresa de Calcula, San Maximiliano Kolbe o incluso San Josemaría Escrivá de quien se celebró su fiesta ayer, han usado este título para referirse a la Santísima Virgen María. Dejaré para concluir un texto de San Josémaría Escrivá:

Con razón los Romanos Pontífices han llamado a María Corredentora: de tal modo, juntamente con su Hijo paciente y muriente, padeció y casi murió; y de tal modo, por la salvación de los hombres, abdicó de los derechos maternos sobre su Hijo, y le inmoló, en cuanto de Ella dependía, para aplacar la justicia de Dios, que puede con razón decirse que Ella redimió al género humano juntamente con Cristo. Así entendemos mejor aquel momento de la Pasión de Nuestro Señor, que nunca nos cansaremos de meditar: stabat autem iuxta crucem Iesu mater eius, estaba junto a la cruz de Jesús su Madre. Amigos de Dios 287.

 

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Presente en el Magisterio Pontificio

 

Antes incluso que Pío XI, Benedicto XV, en su homilía de 1920 en ocasión de la canonización de San Gabriel de la Virgen Dolorosa y Santa Margarita María Alacoque, declaró: “Pero los sufrimientos de Jesús no pueden separarse de los dolores de María. Así como el primer Adán tuvo a una mujer como cómplice en su rebelión contra Dios, así el nuevo Adán quiso tener a una mujer que compartiera su obra al re- abrir las puertas del cielo para los hombres. Desde la cruz, Él se dirige a su propia Madre Dolorosa como la “mujer,” y la proclama la nueva Eva, la Madre de todos los hombres, por quienes Él moría para que tuvieran vida”.

Posteriormente, Pío XII se refirió al tema en varias ocasiones. En una alocución dirigida a los peregrinos de Génova el 22 de abril de 1940, dijo: “De hecho, ¿no son Jesús y María los dos amores sublimes del pueblo Cristiano? ¿No son acaso el nuevo Adán y la nueva Eva a quienes el Árbol de la cruz une en el dolor y el amor para redimir el pecado de nuestros primeros padres en el Edén?”. Y en su encíclica Mystici Corporis, del 29 de junio de 1943, describe a María “como una nueva Eva” y en su constitución apostólica Munificentissimus Deus, del 1 de noviembre de 1950, por la que definió solemnemente el dogma de la Asunción de María al cielo, atrae nuestra atención la antigüedad de este tema: “Debemos recordar de manera especial que desde el siglo segundo, los santos padres designaban a la Virgen María como la nueva Eva quien, aunque sujeta al nuevo Adán, está íntimamente asociada con Él en esa lucha contra el enemigo infernal y que, como se predijo en el proto-evangelio, tendrá como resultado final la victoria total sobre el pecado y la muerte, que siempre van mencionados a la par en los escritos del Apóstol de los Gentiles”.

La Virgen, dice Pío XII, está “íntimamente asociada con Él en esa lucha contra el enemigo infernal y que… tendrá como resultado final la victoria total sobre el pecado y la muerte”. Jesús es el único Redentor, pero María, subordinada, aparece “íntimamente asociada con Él” en la obra de la redención.

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Sobre el actual  uso teológico del concepto “Corredentora”

Zenit ha entrevistado a Mark Miravalle, profesor de teología y Mariología en la Universidad Franciscana de Steubenville (EEUU), y presidente de Vox Populi Mariae Mediatrici,.

–¿Por qué piensa que el título de María Corredentora es un título mariano en la Iglesia?

–Miravalle: El título Mariano «Corredentora», se refiere a la participación totalmente particular de María en la obra de nuestra redención llevada a cabo por Jesucristo. El prefijo «co» viene de la palabra del Latín «cum» que significa «con» y «no igual a».

El término, como ha sido usado por la Iglesia, nunca pone a María en nivel de igualdad con Jesucristo, el divino Redentor. Sin embargo, la libre y activa cooperación humana de la Madre de Jesús en la redención, particularmente en la Anunciación y en el Calvario, es correctamente reconocida por el magisterio y las enseñanzas papales del Concilio Vaticano II –Cf. «Lumen Gentium» n. 56, 57, 58 y 61– y se convierte en un ejemplo preeminente de cómo el cristiano está llamado a hacerse un «co-laborador con Dios».

El teólogo papal, el padre Cottier, O.P. defendió recientemente –en una videoconferencia mundial organizada por la Congregación del Clero– el título de María Corredentora en las enseñanzas del Concilio Vaticano II. De igual manera el cardenal Christoph Schönborn, ex-secretario del Catecismo de la Iglesia Católica, es también un elocuente defensor de este título y uno de los 550 obispos que respaldan la definición papal de María Corredentora, Mediadora de todas las gracias y Abogada.

–¿En alguna ocasión el papa Juan Pablo II ha llamado a María «Corredentora»?

–Miravalle: Juan Pablo II ha usado el título de Corredentora al menos en seis ocasiones en sus discursos papales, al igual que lo hizo –antes que él– el Papa Pío XI. Por ejemplo, en su homilía en Guayaquil, Ecuador en Enero de 1985, declaró que María fue «espiritualmente crucificada con su Hijo crucificado» y que «su papel como Corredentora no terminó después de la glorificación con su Hijo».

Las enseñanzas repetidas y consistentes del Santo Padre sobre María como Corredentora en sus discursos y homilías papales son una manifestación de la mente y del magisterio ordinario del Papa, y constituyen un llamado a nuestra sumisión religiosa de voluntad e intelecto, de acuerdo a la Lumen Gentium, 25.

El Concilio Vaticano II hace referencia a las alocuciones papales en numerosas ocasiones, como un soporte doctrinal para sus conclusiones conciliares. Así como los discursos papales fueron reconocidos por el Concilio como fuentes doctrinales legítimas, de igual manera el magisterio Mariano de Juan Pablo debería reconocerse en el período post-conciliar.

La santidad aporta un fuerte testimonio al título de María Corredentora. Por ejemplo, san Pío de Pietrelcina, san Josemaría Escrivá, santa Teresa Benedicta de la Cruz –Edith Stein–, san Leopoldo Mandic y el beato Bartolo Longo, entre muchos otros recientemente canonizados y beatificados, junto con san Maximiliano Kolbe, usaron el título.

La madre Teresa de Calcuta fue realmente, una de las líderes de la causa por una definición dogmática de María Corredentora, Mediadora de todas las gracias y Abogada. La Hermana Lucía, la vidente de Fátima, también ha subrayado el papel de María Corredentora en su último libro: «Llamadas del mensaje de Fátima», al hablar sobre María Corredentora en seis diferentes secciones del mismo.

–El término de Corredentora no aparece en el lenguaje de la Escritura y de los Padres de la Iglesia. Algunos consideran que por este motivo no es legítimo. Usted, ¿qué piensa?

–Miravalle: Objetar la legitimidad del título de Corredentora es criticar, implícitamente a Juan Pablo II, quien como ya dije, ha usado repetidamente el título de Corredentora. Usar el lenguaje de la Escritura y de los Padres como un criterio legítimo de la terminología de la Iglesia, sería eliminar de manera impresionante los títulos dogmáticos Marianos de la Inmaculada Concepción y de la Asunción, lo mismo que el término de la transubstanciación y aún el de la infalibilidad papal, ya que ninguna de estas verdades dogmáticas son descritas en dicho lenguaje.

Sería importante evitar cualquier tipo de semi-primitivismo que impide el desarrollo legítimo de una doctrina o un título debido a la falta de su presencia explícita en la Escritura o en los Padres.

El venerable cardenal Newman respondió en una ocasión a una objeción similar diciendo: «¿Porqué protestas contra el que Nuestra Señora sea llamada Corredentora cuando estás dispuesto a aceptar inmediatamente títulos inmensamente más gloriosos atribuidos a ella por los Padres: Madre de Dios, Segunda Eva, Madre de Todos los Vivientes, Madre de la Vida, Estrella de la Mañana, Nuevo Cielo Místico, Centro de la Ortodoxia, Madre sin mancha de la santidad, y otros parecidos?

–Pero, la definición papal de María Corredentora, ¿no obstaculizaría la importante misión ecuménica de la Iglesia?

–Miravalle: Los teólogos protestantes Miegge and Maury identificaron en los años cincuenta, la corredención Mariana como el tema fundamental de la Mariología del siglo XX. Más recientemente, la Declaración ecuménica de Dombes sobre María, anotó que la omisión de los títulos de Corredentora y Mediadora de todas las gracias en el Vaticano II, para no ofender a los cristianos protestantes, no fue efectiva, puesto que la doctrina de la corredención y de la mediación permanecieron como una enseñanza fundamental del Concilio.

Es tiempo de ser más sinceros con otras comunidades cristianas sobre la doctrina de la corredención y mediación Mariana y articular esta verdad con la mayor integridad y precisión teológica posible, mientras que al mismo tiempo se manifieste una gran delicadeza hacia aquellos que no comparten nuestra visión católica. Este sería el importante beneficio ecuménico de la definición de María Corredentora.

El fallecido cardenal John O’Connor de Nueva York declaró que una definición –como la propuesta–, impulsaría decisivamente el ecumenismo porque su articulación precisa aseguraría a otros cristianos que nosotros distinguimos adecuadamente entre la excepcional asociación de María con Cristo y el poder redentor ejercido por Cristo solo.

El Santo Padre declara en la encíclica «Ut Unum Sint», que la unidad cristiana querida por Dios sólo se puede obtener por la aceptación del contenido total de la verdad revelada y rechaza toda componenda de la verdad revelada o de un desarrollo doctrinal en aras de un «acuerdo superficial».

Es por esto que la persona de Juan Pablo II ofrece una particular sensatez para la presente oportunidad de una definición papal de María Corredentora. Este Papa posee el verdadero don de ser al mismo tiempo «completamente ecuménico» y «completamente mariano», y ¿quién mejor que Juan Pablo II para encontrar el delicado balance entre la completa integridad dogmática y la genuina delicadeza ecuménica, referente a la formulación de un nuevo dogma Mariano? ¿Acaso no ha representado maravillosamente este cuidadoso balance en el «Rosarium Virginis Mariae»?

Al inicio del Año Mariano, en 1987, el Santo Padre alentó a la comisión preparatoria a tener más «confianza en María en la misión del ecumenismo». Esta misma sabiduría se puede aplicar en relación a un posible dogma Mariano.

La Madre espiritual de todos los pueblos sigue siendo la Madre de la unidad cristiana, no su obstáculo.

En relación a los ortodoxos, nuestras Iglesias hermanas, su generosa celebración litúrgica del papel de la Madre de Dios en nuestra salvación es algo que se debe emular y redescubrir en la Iglesia de Occidente. Su entrada litúrgica común: «Oh Madre de Dios, sálvanos», capta el meollo del papel excepcional de María en la misión salvífica de su Hijo. De hecho, el Patriarca Bartolomeo I, patriarca de Constantinopla, promulgó en 1998, la encíclica de Cuaresma sobre el papel de la Madre de Dios en la salvación, que pasó casi inadvertida en Occidente.

Es cierto que las Iglesias ortodoxas, al igual que las comunidades eclesiales protestantes, no aceptan el oficio del papado, y por lo mismo, lógicamente nunca pueden estar a favor del ejercicio del carisma de la infalibilidad papal, rechazándolo a priori. Por este motivo, afirmar que el Papa no debería declarar un dogma mariano hasta no contar con el respaldo de las autoridades ortodoxas y protestantes significa teórica y prácticamente eliminar en su totalidad el carisma de la infalibilidad papal.

–¿Cuántos fieles católicos han pedido este dogma? ¿Cómo se enmarcaría en la presente situación mundial?

–Miravalle: En los últimos diez años, han sido enviadas a la Santa Sede alrededor de 7 millones de peticiones provenientes de 150 países, junto con los respaldos –cartas personales dirigidas a Su Santidad– de 550 obispos y más de 40 cardenales.

Es la campaña más grande de peticiones en la historia de la Iglesia.

A la luz del presente clima y rumores de guerra, creo que la proclamación del dogma de María Corredentora, Mediadora de todas las gracias y Abogada, sería el medio para liberar el ejercicio pleno del papel intercesor materno de Nuestra Señora, para traer la paz a un mundo con problemas, en cumplimiento de su promesa dada en Fátima, según la cual «al final mi Corazón Inmaculado triunfará… y un período de paz será concedido al mundo». Dios respeta la libertad humana y la proclamación papal «la liberará» para ejercer plenamente sus papeles salvíficos para la humanidad contemporánea.

La promulgación reciente de la carta apostólica «Rosarium Virginis Mariae» y el regalo de los cinco misterios luminosos nos recuerdan que el Santo Padre tiene una relación particular con la Madre de Dios. Creo que debemos permanecer con la mente abierta y obediente al discernimiento final de este Papa –«Totus Tuus»– sobre la oportunidad de la definición papal de María Corredentora.