Benedicto XVI: ¿Tenemos dificultades para aceptar un rey así, un rey que se hace servidor de los más pequeños, de los más humildes, un rey cuyo trono es la cruz?
El Papa Emérito Benedicto XVI, recordando y proclamando el Reinado de Cristo y la necesidad de que todos los pueblos y naciones y aún, todos los fieles de la Iglesia, lo reconozcan como el verdadero Rey, desarrollo una descripción de el modo como Nuestro Señor ejerce su reinado sublime de caridad:
“El Evangelio que acabamos de escuchar –dijo el Papa- nos dice que Jesús, el Hijo del hombre, el juez último de nuestra vida, ha querido tomar el rostro de los hambrientos y sedientos, de los extranjeros, los desnudos, enfermos o prisioneros, en definitiva, de todos los que sufren o están marginados; lo que les hagamos a ellos será considerado como si lo hiciéramos a Jesús mismo. Él, que no tenía donde reclinar su cabeza, fue condenado a morir en una cruz. Este es el Rey que celebramos”.

“Sin duda, esto puede parecernos desconcertante. Aún hoy, como hace 2.000 años, acostumbrados a ver los signos de la realeza en el éxito, la potencia, el dinero o el poder, tenemos dificultades para aceptar un rey así, un rey que se hace servidor de los más pequeños, de los más humildes, un rey cuyo trono es la cruz. Sin embargo, dicen las Sagradas Escrituras, así es como se manifiesta la gloria de Cristo; en la humildad de su existencia terrena es donde se encuentra su poder para juzgar al mundo. Para Él, reinar es servir. Y lo que nos pide es seguir por este camino para servir, para estar atentos al clamor del pobre, el débil, el marginado”.  “Este pasaje del Evangelio es verdaderamente una palabra de esperanza, porque el Rey del universo se hizo muy cercano a nosotros, servidor de los más pequeños y más humildes. Y quisiera dirigirme con afecto a todos los que sufren, a los enfermos, a los aquejados del sida u otras enfermedades, a todos los olvidados de la sociedad. ¡Tengan ánimo! El Papa está cerca de ustedes con el pensamiento y la oración.                                                                                                         

“¡Tengan ánimo! Jesús quiso identificarse con el pequeño, con el enfermo; quiere compartir su sufrimiento y reconocerlos a ustedes como hermanos y hermanas, para liberarlos de todo mal, de toda aflicción. Cada enfermo, cada persona necesitada merece nuestro respeto y amor, porque a través de él Dios nos indica el camino hacia el cielo”.

“Los invito por tanto a fortalecer la fe en Jesucristo mediante una auténtica conversión a su persona. Sólo Él nos da la verdadera vida, y nos libera de nuestros temores y resistencias, de todas nuestras angustias. Que Jesucristo les dé a todos la fuerza para vivir como cristianos y transmitir con generosidad a las nuevas generaciones lo que recibieron de sus padres en la fe”.

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