(NE – eclesiales.org) Los derechos humanos son universales e inviolables. Así lo destacó el Papa Benedicto XVI, al recibir ayer a los miembros de la Comisión Teológica Internacional, presidida por primera vez por el Arzobispo William Joseph Levada, cargo que le corresponde como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El Santo Padre se refirió a los temas que están tratando en la sesión plenaria, el destino de los niños muertos sin bautismo, en el contexto del proyecto salvífico universal de Dios, del carácter único de la mediación de Cristo y del carácter sacramental de la Iglesia y el de la ley moral natural. Este último argumento, dijo, «es muy importante para comprender el fundamento de los derechos enraizados en la naturaleza de la persona, y que como tales, derivan de la misma voluntad de Dios creador». «Al ser anteriores a cualquier ley positiva de los Estados -continuó-, esos derechos son universales, inviolables e inalienables, y en consecuencia, deben ser reconocidos por todos como tales, especialmente por las autoridades civiles, llamadas a promover y a garantizar su respeto. Si en la cultura actual el concepto de «naturaleza humana» parece haber desaparecido, sin embargo, los derechos humanos no son comprensibles sin presuponer que el hombre, en su mismo ser, es portador de valores y de normas que hay que descubrir y reafirmar, y no inventar o imponer de modo subjetivo y arbitrario». El Papa señaló que «en este punto, el diálogo con el mundo laico es muy importante: debe quedar claro que la negación de un fundamento ontológico de los valores esenciales de la vida humana desemboca inevitablemente en el positivismo y hace depender el derecho de las corrientes de pensamiento dominantes en una sociedad, pervirtiendo así el derecho en un instrumento de poder, en vez de subordinar el poder al derecho».

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