Y en 1942, consagró el mundo entero al Corazón Inmaculado de María

 

“Como si echasen a correr del cielo, las nubes fueron arrinconadas a un lado y el sol apareció en el zenit con todo su esplendor, comenzó a girar vertiginosamente sobre su axis, como la más magnifica bola de fuego que pueda imaginar alguien, tomando sobre sí todos los colores del arco iris y desprendiendo rayos de luz multicolores, produciendo el más asombroso efecto, este sublime e incomparable espectáculo, que fue repetido tres veces, duró aproximadamente diez minutos, la inmensa multitud, abrumada por la evidencia de tremendo prodigio, se tiró sobre sus rodillas.” Dr. Formigäo, un profesor del seminario de Santarem y sacerdote.

“Me siento incapaz de describir lo que vi, miré fijamente al sol, el cual se veía pálido y no lastimaba mis ojos, luciendo como una bola de nieve, dando vueltas sobre sí mismo, y de repente pareció venir hacia nosotros en zig-zag, amenazando a la tierra. Aterrorizado, corrí y me escondí entre la muchedumbre, la cual lloraba y esperaba el fin del mundo en cualquier momento.” Rev. Joaquim Lourenco, describiendo la experiencia de su niñez en Alburitel a 18 kilómetros de Fátima.

“Ese día, del 13 de octubre de 1917, sin recordar las predicciones de los pastorcillos, fui encantado por el extraordinario espectáculo en el cielo, espectáculo sin igual a lo que había visto antes, lo vi desde esta terraza…” Alfonso Lopes Vieira, poeta portugués.

El milagro tampoco estuvo supeditado al tiempo y el espacio, ya que el papa Pío XII vio el milagro del sol desde los jardines del Vaticano (1950), como confirmación del Cielo en un momento decisivo en el cual él proclamaría un dogma ex cathedra. Este es el reporte de la revista ‘Time’:

“Millones de católicos romanos hacen un acto de reverencia cerca de Fátima, en Portugal, ante una escena milagrosa de la Virgen María. En Fátima  Federico Cardenal Tedeschini, arcipreste de la Basílica de San Pedro en Roma, para reunirse con los peregrinos a los que les tenía noticias importantes: En tres días sucesivos, el 30 y 31 de octubre y 1 de noviembre de 1950, dijo el cardenal, la milagrosa visión de Fátima se repitió para el papa Pío XII: “El Santo Padre dirigió su mirada, de los jardines del Vaticano hacia el sol, y en ese momento fue renovado para sus ojos el milagro del valle (Cova da Iria)” El 1 de noviembre fue el día que el papa proclamó el dogma de la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al Cielo.”

(Del Libro S. S. Pío XII y los sucesos extraordinarios de los últimos años de su vida (1 m. 18 s.)

Un acontecimiento extraordinario sobre el cual no se habían divulgado pruebas documentales aconteció al Papa Pío XII, quien relató la experiencia en un manuscrito divulgado por el informativo Vatican Insider. El Pontífice fue testigo durante tres días de la danza del sol en los Jardines Vaticanos, cuando se disponía a declarar solemnemente el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen. El prodigio no se repitió después de esos tres días.

El Papa Pío XII, quien atestiguó el milagro de la anza del sol en los Jardines Vaticanos.

Según el informativo, el único relato sobre esta experiencia correspondía hasta el momento al Card. Federico Tedeschini, quien lo contó en una homilía. Sin embargo, el propio Pío XII dejó un recuento de los hechos en un manuscrito al respaldo de una hoja mecanografiada. Las características del portento descrito por el Pontífice con gran naturalidad se asemejan a los testimonios de la célebre danza del sol del 13 de octubre de 1917 en Fátima.

«Era el 30 de octubre de 1950», comienza su relato el Papa Pío XII, correspondiendo esta fecha a dos días antes de la declaración del dogma de la Asunción de la Santísima Virgen, y el suceso sucedió cerca de las cuatro de la tarde, cuando el Santo Padre realizaba «el acostumbrado paseo por los jardines vaticanos, leyendo y estudiando». El Pontífice ascendía «hacia la cumbre de la colina (de la explanada de la Virgen de Lourdes), en la calle de la derecha, que costea la muralla».

En este lugar, el Papa observó hacia el cielo y presenció el milagro: «Fui sorprendido por un fenómeno, nunca hasta ahora visto por mí. El sol, que estaba todavía bastante alto, parecía como un globo opaco amarillento, circundado por un círculo luminoso». El Santo Padre refirió su extrañeza por el hecho de no ser herido por la luminosidad del sol, a pesar que sólo una nube ligera se interponía ante el astro. «El globo opaco se movía ligeramente en el extremo, tanto girando como desplazándose de izquierda a derecha y viceversa. Pero dentro del globo se veían, con toda claridad y sin interrupción, movimientos muy fuertes».

El suceso se repitió el 31 de octubre y el 01 de noviembre, fecha en que se definió el Dogma de la Asunción. Con el estilo concreto del relato, el Papa refirió que el 08 de noviembre pudo verlo de nuevo, «y después ya no». El Pontífice intentó repetir las condiciones de tiempo y lugar para observar el cielo y ver de nuevo el portento, pero en estas ocasiones la visión del sol era imposible a causa de la natural imposibilidad de sostener la mirada sin sufrir grave daño en la vista.

Desde la infancia, Eugenio Pacelli se dedicó a la Virgen y fue registrado en la Congregación de la Asunción, que tenía una capilla cerca de la iglesia de Jesús.

Una devoción que parecía profética, ya que sería precisamente él que declararía el dogma de la Asunción en 1950.

El futuro Papa celebró su primera misa el 3 de abril de 1899, en el altar del icono de María “Salus Populi Romani” en la basílica de Santa María la Mayor.

Y luego Eugenio Pacelli recibió la ordenación episcopal del Papa Benedicto XV en la Capilla Sixtina el 13 de mayo de 1917, el día de la primera aparición de la Virgen de Fátima.

Como Papa, en 1940, Pío XII aprobó las apariciones de Fátima.

Y en 1942, consagró el mundo entero al Corazón Inmaculado de María.

Fue el primer intento de consagrar a Rusia como lo pidió Nuestra Señora, y acaeció el 31 de octubre de 1942

Sor Lucia le había escrito en 1940 pidiendo la consagración.

Ella le dijo que Nuestro Señor mismo pedía al Papa:

“consagrar el mundo al Inmaculado Corazón de María, con una mención especial para Rusia, y ordenar que todos los Obispos del mundo hagan lo mismo en unión con Su Santidad”.

El Santo Padre hizo la Consagración al Inmaculado Corazón de María, pero no se hizo en unión con todos los obispos del mundo.

Consagró a todos los pueblos, y aunque no usó la palabra específica “Rusia”, sus palabras y descripciones inconfundiblemente referían a ese país.

La Hermana Lucia luego diría que Nuestro Señor mostró su “deleite”.

Y aunque la consagración fue incompleta, prometió un fin pronto a la guerra.

De hecho, muy rápidamente después de la consagración, la marea de las batallas de la Segunda Guerra Mundial comenzó a girar a favor de los Aliados.

El 7 de julio de 1952 Pío XII volvió a consagrar explícitamente al pueblo ruso al Corazón Inmaculado de María en su Carta Apostólica Carissimis Russiae Populis (Sobre el Corazón Inmaculado y el Pueblo de Rusia).

Esta vez tampoco se hizo en unión con todos los obispos del mundo.

A su vez, Pío XII habló a menudo con Sor Lucía, la vidente de Fátima, y él le pidió que transcribiera los mensajes que recibió de la Virgen.

Así se convirtió en el primer Papa que conoció el “tercer secreto de Fátima”, que el Papa Juan Pablo II más adelante hiciera público.

En 2008 un documento inédito salió a la luz que reveló que el Papa Pío XII había sido testigo del “milagro del sol” en cuatro ocasiones.

Y consideró esta experiencia como una confirmación de su plan para declarar el dogma de la Asunción.

El milagro del sol es más conocido por el episodio que ocurrió en Fátima, Portugal, el 13 de octubre de 1917.

Según los videntes de Fátima, María había dicho que haría un milagro ese día para que la gente llegara a creer.

Del archivo privado de Pacelli, conservado por la familia del Papa, emergió un documento excepcional y sin precedentes de la visión de la danza del sol por Pío XII.

Es una nota a mano de Pío XII, escrita en lápiz en la parte posterior de una hoja en el último período de su vida.

Que fue expuesta en el 2008 en la exposición del Vaticano dedicada al cincuentenario de la muerte del Papa Pacelli.

El registro de Pío XII es seco, casi notarial, sin caer en el sensacionalismo.

En él se describe el “milagro del sol” que hasta hoy había sido confirmado sólo por el testimonio indirecto del cardenal Federico Tedeschini (1873-1959), quien relató en una homilía que el Santo Padre había visto el milagro.

Según su propio testimonio, el Papa vio el “milagro del sol” en cuatro ocasiones y según Pío XII mismo escribió:

“He visto el ‘milagro del sol’, esto es la pura verdad”.

La nota de Pío XII dice que vio el milagro en el año en que iba a proclamar el dogma de la Asunción, 1950, mientras caminaba por los jardines del Vaticano.

Dijo que vio el fenómeno varias veces, considerando esto como la confirmación de su plan para declarar el dogma.

La nota del Papa dice que a las 16:00 horas del 30 de octubre de 1950, durante su “paseo habitual en los jardines vaticanos, leyendo y estudiando”, habiendo llegado a la estatua de Nuestra Señora de Lourdes, “hacia la parte superior de la colina […] yo quedé asombrado por un fenómeno que hasta ahora nunca había visto”.

“El sol, que todavía estaba muy alto, lucía pálido, la esfera estaba opaca, totalmente rodeada por un círculo luminoso”, relató.

Y uno podía mirar al sol “sin la menor molestia.

Había una nube de muy poca luz en frente de él”.

La nota del Santo Padre describe que “la esfera opaca se movió un poco hacia afuera, ya sea girando o moviéndose de izquierda a derecha y viceversa.

Pero dentro de la esfera, se podían ver los movimientos marcados con total claridad y sin interrupción”.

Pío XII dijo que vio el mismo fenómeno “el 31 de octubre y 1 de noviembre, el día de la definición del dogma de la Asunción.

Luego otra vez el 8 de noviembre, y después de eso, nunca más”.

El Papa reconoció que en otros días aproximadamente a la misma hora, trató de ver si el fenómeno se repetía, “pero fue en vano – no podía fijar mi mirada en el Sol ni por un instante; mis ojos se deslumbraban”.

Pío XII habló sobre el incidente con algunos cardenales y colaboradores cercanos, de modo que sor Pascalina Lehnert, la monja encargada de los apartamentos papales, declaró que:

“Pío XII estaba muy convencido de la realidad del extraordinario fenómeno, que había visto en cuatro ocasiones”.

 

Los fenómenos solares son testimoniados repetidas veces por los peregrinos de Medjugorje.

 

Pbro. Patricio Javier Romero

 

Fuentes: Gaudium Press

                Foros de la Virgen