Esta situación de los abusos nos tiene que llevar a los sacerdotes a ser más humildes, en el sentido de decir «ojo: cuando tu predicas que hay que cumplir el sexto mandamiento y condenas a quien no lo hace, mírate primero a ti mismo».  La Iglesia es portadora de la verdad revelada por Jesucristo, pero los que la llevamos entre manos somos pecadores y en cualquier momento podemos caer. Por tanto se necesita una mayor humildad.

 

El Mercurio 12 de agosto 2012

«La Iglesia ha reafirmado el celibato. No hay cambios»

Monseñor Celso Morga, secretario de la Congregación para el Clero:

Cada vez que viene una alta autoridad vaticana a Chile, las alertas se prenden. ¿Qué misión trae? Es lo que algunos se preguntaban al saber de la visita que hiciera a Chile a fines de julio monseñor Celso Morga, secretario de la Congregación para el Clero desde diciembre de 2010, entidad que tiene a su cargo la vida y el comportamiento de más de 277 mil sacerdotes diocesanos en todo el mundo.

Aunque no viajó de Roma a Santiago para ver «in situ» a la Iglesia Católica en Chile, eso fue parte del trabajo que realizó. En realidad, vino invitado por la Asociación Chilena de Derecho Canónico, en su calidad de doctor en esta materia y habló de la libertad religiosa, la no discriminación, el celibato, la dirección espiritual y muy especialmente sobre las facultades especiales que esta suerte de «ministerio» del Vaticano tiene desde el 2010 y que permiten otorgar dispensas de manera más rápida a sacerdotes en «situación irregular»

Durante su visita estuvo con monseñor Ezzati. Pero de lo que conversaron no dice nada. Y nada dice tampoco respecto del caso del sacerdote legionario John O’Reilly, puesto que las denuncias no se conocían al momento de su visita a Chile.

Sin embargo, monseñor Morga (64 años, español, vinculado al Opus Dei) conoce bien los casos que han causado escándalo dentro de la Iglesia y no rehúye el tema, aunque aclara que no es su jurisdicción, sino la Congregación para la Doctrina de la Fe, a cargo del obispo Gerhard Ludwig Müller (ver recuadro), la que examina los casos de pedofilia. Le alegra que ahora se les exija más coherencia a los sacerdotes, pero alerta contra el justicialismo o el purismo. Explica que Cristo nunca habló de una iglesia integrada sólo por hombres perfectos o puros, sino, dice citando a Facundo Cabral, una con curas buenos y curas malos, fieles santos y fieles malos.

-¿Cómo ve a la Iglesia de Chile donde se han dado casos de sacerdotes «emblemáticos» a los que se ha acusado de abusos sexuales?

-Yo creo que esta situación de los abusos nos tiene que llevar a los sacerdotes a ser más humildes, en el sentido de decir «ojo: cuando tu predicas que hay que cumplir el sexto mandamiento y condenas a quien no lo hace, mírate primero a ti mismo». A veces hemos pecado un poco de soberbia, pensando que somos los detentores de la verdad. La Iglesia es portadora de la verdad revelada por Jesucristo, pero los que la llevamos entre manos somos pecadores y en cualquier momento podemos caer. Por tanto se necesita una mayor humildad. Espero que esto nos lleve a no condenar fácilmente, a exponer la doctrina como es, a llamar pecado al pecado y error al error, pero también a ser misericordiosos.

 

-¿Cómo puede un fiel saber dónde están los límites en la dirección espiritual? ¿Qué está bien y qué excede lo que es una dirección espiritual sana?

 

-La luz roja que se debe encender al interior de una persona para distinguir si el sacerdote se está sobrepasando es cuando se pasa de un consejo -que siempre se da en la dirección espiritual-, a un mandato, a un imperativo. Yo le puedo decir a alguien: «aquí están los Mandamientos, aquí está lo que creo es la voluntad de Dios para ti y te propongo seguirla; pero debes ser tú el que debe convencerte que ésa es la voluntad de Dios para ti, y tú eres quien decide -libre y voluntariamente- que quieres seguir ese camino»

 

-¿Y cuál es la recomendación en cuanto a las formas de la dirección espiritual y de la confesión?

 

-La dirección espiritual se puede realizar en cualquier lugar, pero tiene que ser siempre de respeto. En cuanto a la confesión, la Iglesia manda que haya un confesionario con la rejilla. Exige que esté ahí por si alguna persona quiere utilizarlo y mantener el anonimato de su vida o de su pecado. También sirve para defensa del sacerdote, para no dejarse involucrar. Si una mujer, por ejemplo, está mostrando su sufrimiento por una crisis matrimonial, puede ser muy fácil aprovecharse de ella, porque también está buscando apoyo.

 

-Muchos católicos que se sienten desilusionados dicen: «prefiero entenderme directamente con Dios y no a través de esta estructura o a través de los sacerdotes». Al mismo tiempo, hay menos sacerdotes. ¿Qué piensa usted?

 

-Es cierto, pero también el Señor actúa a través de la fe: Un fiel sabe distinguir entre el pecado de un sacerdote y Cristo. Un periodista le preguntó a Facundo Cabral cómo podía creer en una Iglesia donde había tanto pecado. El dijo: «esta es mi Iglesia, donde hay curas santos y curas pecadores, fieles santos y fieles pecadores. Esta es mi Iglesia». Es lo que hay. Cuando Cristo habló de su Iglesia, no se refirió sólo a personas puras; habló de una red donde hay peces de todas las clases y colores y llegará el momento que Él juzgue. Nosotros tampoco podemos ser tan justicialistas. Pensar en una Iglesia de los puros, donde todo va bien, donde no hay pecado, no es correcto. El Señor nos ha dicho que siempre habrá escándalo. Eso no quita que haya que luchar siempre para que sean los menos posibles, para que haya más santidad, más coherencia de vida.

 

-Claro, pero ahí es dónde se produce ese salto, estableciendo una relación directa con Dios, sin tener a los sacerdotes o a la jerarquía como intermediarios.

 

-Quizás lo que hace falta es mayor formación para que una persona sepa distinguir, que sepa que las cosas son así y no tirar todo por la ventana porque un sacerdote se fue con una mujer, por ejemplo.

 

-Hay quienes argumentan que los casos que hoy se conocen siempre han existido y que antes eran tolerados, pero que hoy no lo son. ¿Coincide con eso ?

 

-Evidentemente hay un cambio cultural. Pero hay que estar conscientes de que la perfección es imposible y no caer en el purismo o justicialismo. En la mañana todos despertamos con el propósito de ser buenos y después nos caemos. Pero evidentemente ha habido un cambio que exige más coherencia a la Iglesia y a los sacerdotes. Y está muy bien.

 

-Otro tema que se discute mucho incluso al interior de la Iglesia es el celibato. ¿No hay atisbos de cambio al respecto en el Vaticano?

 

-No. El Concilio Vaticano II lo ha confirmado y se da cuenta del gran don que el celibato supone para toda la Iglesia.

 

-¿Cree que los sacerdotes casados generarían más problemas? Existe, además, la experiencia de las iglesias de Oriente donde los sacerdotes sí pueden ser casados.

 

-Al comienzo, los sacerdotes eran casados, pero una vez que se ordenaban, debían ser célibes. En el siglo IV, en el Concilio de Cartago, se reafirma este principio y no hay registro de que alguien se haya rebelado contra lo que se dijo ahí. Por tanto, hay una convicción profunda y muy antigua en cuanto a la conveniencia del celibato. No es algo disciplinario para evitar los problemas. Es mucho más que eso. La Iglesia Católica dice que el sacramento del orden supone una identificación tal con Cristo para consagrar o perdonar los pecados, para lo que el celibato es muy conveniente. No es absolutamente necesario, pero sí muy conveniente.

 

-Pero el mundo ha cambiado. Para los sacerdotes hoy puede ser más difícil su trabajo.

 

-Yo creo que en el fondo, fondo, los fieles de la Iglesia quieren que los sacerdotes sean célibes. Incluso los que se manifiestan en contra. Hay quienes dicen «¡qué pena. Tan solo…!» ¡Pero si es uno el que lo ha querido así! Pienso en los frutos tan grandes que el Señor nos ha dado, en los santos. ¿Serían posibles muchos de ellos sin el celibato? La Iglesia Católica se ha expandido en todo el globo. En gran parte es por el celibato, porque es gente que ha dejado todo por hacer esto.

 

-¿Vamos hacia una Iglesia Católica más chica?

 

-No creo. La iglesia lleva muchos siglos expandiéndose y no veo que eso se vaya a detener, pero quizás el crecimiento vendrá no tanto en lo territorial, sino en cuanto a la fuerza de las comunidades.

 

«El Señor nos ha dicho que siempre habrá escándalo. Eso no quita que haya que luchar siempre para que sean los menos posibles».

 

 

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