A sus 96 años, el veterano sacerdote se sumará al Colegio Cardenalicio por decisión del Papa Francisco.


Con su designación serán siete los argentinos en esa condición. A pesar de su avanzada edad, confiesa todos los días en el santuario Nuestra Señora de Pompeya
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Alver Metalli, Infobae

A sus 96 años. el sacerdote Luis Pascual Dri será uno de los nuevos cardenales creados por el Papa Francisco
El próximo 30 de septiembre la Iglesia argentina vivirá un acontecimiento singular, un sacerdote mayor de ochenta años que ha pasado buena parte de su vida en un confesionario se sumará al Colegio Cardenalicio del Papa Francisco. Luis Pascual Dri, argentino, primero de nueve hermanos, todos ellos sacerdotes o religiosas -probablemente un caso único-, está más cerca de los 97 que de los 96, diez años más que aquel que lo ha elegido para la birreta roja.

La edad, naturalmente, le priva de la facultad de elegir al sucesor del pontífice reinante, pero no de poner de relieve ante los ojos de sus contemporáneos las cualidades que le distinguen de los otros hermanos que ya tienen la investidura cardenalicia. Las cualidades de un confesor incansable que dispensa a los hombres lo que considera el poderoso remedio del perdón.

Andrea Tornielli -actual responsable de los medios de comunicación del Vaticano- y el que suscribe, fuimos a verlo hace algunos años, intrigados por ciertas referencias del Papa a su persona. Lo encontramos en su lugar de trabajo, un estrecho confesionario en una basílica de Buenos Aires construida en los límites de una populosa villa miseria, que es algo así como la base de los “curas villeros”, como se denomina en Argentina a los sacerdotes de los inmensos barrios marginales que salpican el territorio de la Capital y su periferia. En aquella oportunidad se sorprendió de haber sido objeto de la atención de dos periodistas, una raza con la cual todavía no había tenido relación, pero se sorprendió aún más cuando le revelamos la identidad del causante.

A partir de ese momento comenzó una larga conversación que duró varios meses y dio vida a un libro que el mismo Bergoglio, siendo ya Papa, accedió a prologar. Este comienza refiriéndose a una duda que Dri expresa sobre sí mismo, la de ser excesivamente indulgente, y un episodio que le impresionó y que ha contado en varias oportunidades. «Le pregunté qué hacía cuando, al salir del confesionario donde había pasado muchas horas del día, sentía el escrúpulo de haber perdonado demasiado. Me dijo que iba delante del Sagrario, delante del Santísimo, y le pedía perdón por haber perdonado demasiado, y que terminaba diciéndole a Jesús: “¡Pero fuiste vos el que me dio mal ejemplo!”».


A pesar de su avanzada edad, confiesa todos los días en el santuario Nuestra Señora de Pompeya
Hoy Dri se mueve en silla de ruedas, tiene varios achaques, algunas fracturas, ha sido sometido a diversas operaciones quirúrgicas y sobrevivió a un cáncer de colon. Pero está vivo, goza de una salud razonablemente buena y se acerca al siglo de vida haciendo lo que siempre ha hecho: confesar. Dice que se enteró de la noticia de su nombramiento como cardenal al día siguiente del anuncio papal, por la mañana temprano, y que reaccionó con una carcajada, porque creyó que la persona que se lo contaba se estaba burlando de él.

Luego, cuando comprendió que realmente le iban a entregar la birreta, se echó a llorar y exclamó entre sollozos que él era el primero que debía ser perdonado, como se puede ver en la inseparable obra de Rembrandt del hijo pródigo abrazado por su padre que siempre cuelga en el confesionario.

«No tengan miedo de perdonar», el libro escrito por el sacerdote Dri con prólogo del Papa Francisco.
Cuando terminó la pandemia retomó la costumbre de besar la mano del penitente. Como hacían otros confesores famosos. Conoció al padre Pío y se confesó con él. Admira a Mandić. «San Leopoldo estaba convencido –y lo decía– de que Dios prefería “el defecto que lleva a la humillación antes que la rectitud orgullosa” que atrapa en una falsa irreprochabilidad y ahoga el deseo de convertirse».

Con Luis Dri serán siete los cardenales argentinos vivos: Mario Poli, Leonardo Sandri, Luis Héctor Villalba y Estanislao Karlic, estos dos últimos mayores de 80 años, a los que se sumarán los recientemente elegidos: Víctor Manuel Fernández y el arzobispo de Córdoba, Ángel Sixto Rossi.