Los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?

San Mateo 17, 22-27.

Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres:

lo matarán y al tercer día resucitará». Y ellos quedaron muy apenados.

Al llegar a Cafarnaún, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?».

«Sí, lo paga», respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?».

Y como Pedro respondió: «De los extraños», Jesús le dijo: «Eso quiere decir que los hijos están exentos.

Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti».

San Jerónimo:

…La Judea fue hecha tributaria después de César Augusto. Todos estaban obligados a empadronarse; de aquí el que José y María -que eran de la misma tribu- tuvieran que ir a Belén. Y como el Señor había vivido en Nazaret, lugar de la Galilea, lindante con Cafarnaúm, por eso se le pide allí el tributo. No se atrevieron los que cobraban el tributo a pedírselo a Cristo, a causa de la fama de sus milagros y por eso se dirigen al discípulo.

O también, hacen la pregunta con malicia, si Cristo pagaba los impuestos, para ver si se oponía a la voluntad del César.

Antes que Pedro le sugiriera la idea, el Señor le pregunta, a fin de que no se escandalicen los discípulos por la exigencia del impuesto y para que vean cómo sabía El todo lo que se hacía en su ausencia.

Sigue: «De los extraños, respondió Pedro. Jesús le dijo: Luego los hijos son francos”.

Mas nuestro Señor era hijo de rey, ya según la carne, ya según el espíritu, puesto que descendía de la estirpe de David y era el Verbo del Padre omnipotente. Luego como hijo de rey, no estaba obligado a los impuestos.

Luego aunque El estaba libre, sin embargo, como vistió la humildad de la carne, debió cumplir todos los deberes de justicia; por eso sigue: «Mas porque no los escandalicemos, etc.”

No sé qué admirar más en este pasaje, si la presciencia del Salvador o su grandeza. Sabía por la presciencia, que en la boca de un pez y precisamente en el primero que debía coger Pedro, existía un estáter y por su grandeza y poder fue creado el estáter en la boca del pez; de esta manera hizo con su palabra lo que había de hallar después. Luego el mismo Cristo, por su excesiva caridad, llevó la cruz y pagó los impuestos. Y nosotros, desgraciados, que llevamos el nombre de Cristo y que no hemos hecho nada digno de tan grande majestad, no pagamos los impuestos por honra de El y estamos como hijos de un rey, exentos de los tributos. Simplemente el conocer esta conducta de Cristo, en medio de su pobreza extrema, puesto que no tenía con qué pagar el impuesto por su persona ni por la del apóstol, edifica a cualquiera que lo sepa. Y si alguno nos objetara, ¿pues cómo es que Judas llevaba una bolsa? Responderemos que Cristo consideraba como criminal el aplicar en utilidad propia lo que pertenecía a los pobres y que El mismo nos ha dejado este ejemplo.

O también este pez primero, que fue cogido, fue el primer Adán a quien salvó el segundo Adán y lo que se encontró en su boca, esto es, en su confesión, es dado por Pedro y por el Señor.

Es de admirar que se pague una misma cantidad por el Señor y por Pedro; pero en sentido diferente. Porque la cantidad es dada por Pedro, como por un pecador, mas nuestro Señor jamás cometió pecado; sin embargo, dando la misma cantidad por el Señor que por el servidor se hace ver la semejanza carnal entre ambos.

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