Aquella “luz nueva” que se ha encendido en la noche de Navidad
El anuncio de este misterio de salvación ha sido confiado por Cristo a su Iglesia. “Ello – escribe san Pablo – ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a sus santos apóstoles y profetas. Este misterio consiste en que también los paganos participan de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y beneficiarios de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio” (Ef 3,5-6). La invitación que el profeta Isaías dirigía a la ciudad santa Jerusalén, se puede aplicar a la Iglesia: “¡Levántate, resplandece, porque llega tu luz y la gloria del Señor brilla sobre ti! Porque las tinieblas cubren la tierra y una densa oscuridad, a las naciones, pero sobre ti brillará el Señor y su gloria aparecerá sobre ti ” (Is 60,1-2). Y así: el mundo, con todos sus recursos no es capaz de dar a la humanidad la luz para orientar su camino. Lo comprobamos también en nuestros días : la civilización occidental parece haber perdido la orientación, navega sin rumbo. Pero la Iglesia, gracias a la Palabra de Dios, ve a través de estas nieblas. No posee soluciones técnicas, pero tiene lo mirada dirigida a la meta, y ofrece la luz del Evangelio a todos los hombres de buena voluntad, de cualquier nación y cultura.
Es esta también la misión de los Representantes Pontificios ante los Estados y las Organizaciones internacional. Precisamente esta mañana he tenido el gozo de conferir la Ordenación episcopal a dos nuevos Nuncios Apostólicos. Confiamos a la Virgen María su servicio y la obra evangelizadora de toda la Iglesia.
(Benedicto XVI)