La formulación más perfecta de la doctrina trinitaria en la época patrística la constituye el símbolo del Concilio XI de Toledo (675), compuesto de textos de Padres de la Iglesia

 

 

 

1.-En Dios hay tres personas: Padre, Hijo y Espí­ritu Santo; y cada una de ellas posee la esencia divina que es numéricamente la misma..

La más antigua fórmula magisterial de fe en la Trinidad es el sí­mbolo apostólico, que es su forma romana sirvió desde el siglo II para la enseñanza de los catecúmenos, y como profesión de fe en la administración del Bautismo, este sí­mbolo está construido sobre la fórmula bautismal de Mateo 28, 29; Dz 1-12.

El símbolo niceno puso de manifiesto la divinidad del Hijo y su consustancialidad con el Padre; Dz 54. El símbolo Quicumque, tiene una forma estructurada de la doctrina trinitaria de la Iglesia, en contra del sabelianismo y el triteísmo.

La formulación más perfecta de la doctrina trinitaria en la época patrística la constituye el símbolo del Concilio XI de Toledo (675), compuesto de textos de Padres de la Iglesia; Dz 275-281. El Concilio IV de Letrán condenó el error triteísta de Joaquín de Fiore (Dz 428), y el Concilio de Florencia, que en el Decretum pro Iacobitis, presentó un compendio sobre la Trinidad. En su bula Auctorem fidei, el Papa Pío VI declara como acertada expresión referente a la Trinidad: «Deus unus in tribus personis discinctis»; Dz 1596.

Génesis 1:26, Éxodo 3:2-14, Lucas 1:35, Mateo 3:16, Juan 1:32, etc. San Clemente Romano a los Corintios (46, 6); San Ignacio de Antioquia (Magn 13, 1; Eph 9, 1); San Justino (Apol. 1, 13); Atenágoras (Suppl.10); Tertuliano (Adv. Prax.).

 

2.-En Dios hay dos procesiones divinas inmanentes.

Los símbolos de Fe nos hablan de dos procesiones inmanentes en Dios: la generación del Hijo y la procesión del Espí­ritu Santo; cf Dz 86. Juan 8:42, , Juan 15:26.

 

3.-El sujeto de las procesiones divinas inmanentes (en sentido activo y pasivo), son las personas divinas, no la naturaleza divina.

El Concilio IV de Letrán defendió la doctrina de Pedro Lombardo contra los ataques del abad Joaquí­n de Fiore, declarando «Illa res (sc. substantia divina), non est generans neque genita nec procedens, sed est Pater, qui generat, et Filius, qui gignitur, et Spiritus Sanctus, qui procedit»; Dz 432.

La Sagrada Escritura aplica sólo a las personas los verbos engendrar y proceder.

 

4.- La segunda persona divina procede la primera por generación y guarda con ella la relación de Hijo a Padre.

El símbolo Quicumque confiesa: «Filius a Patre solo est, non factus, nec creatus, sed genitus», Dz 39; cf el sí­mbolo niceno (Dz 54).

Juan 5:18, Romanos 8:32, Juan 4:9, Mateo 3:17, Romanos 8:29, Salmo 2:7, Hebreos 1:5.

 

5.-El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, como de un solo principio y por medio de una única espiración.

El segundo Concilio Universal de Lyon (1274), declaró contra el sí­nodo constantinopolitano ortodoxo: «Fideli ac devota professione fatemur, quod Spiritus Sanctus aeternaliter ex Patre et Filio, non tanquam ex duobus principiis, sed tanquam ex uno principio, non duabus spirationibus, sed unica spiratione procedit»; Dz 460, fc. El sí­mbolo del Concilio Toledano del año 447 (Dz 19), el sí­mbolo Quicumque (Dz 39), el sí­mbolo del Concilio XI de Toledo en el año 675 (Dz 277), el Caput firmiter del Concilio IV de Letrán (Dz 428) y el Decretum pro Graecis e igualmente el Decretum pro Iacobitis del concilio unionista de Florencia (Dz 691, 703). La primera vez que el aditamento «et Filio» aparece introducido en el sí­mbolo niceno-constantinopolitano es en el Concilio III de Toledo del año 589 Mateo 10:20, Gálatas 4:6, Hechos 16:7, Romanos 8:9, Filipenses 1:19, Juan 15:26.

Tertuliano (Adv.Prax.4), San Hilario (De Trin.XII, 56), San Ambrosio (De Spiritu Sancto 1, 120), San Agustí­n (In Ioan .tr.99,6; De Trin.XV,27,48).

 

6.-El Espíritu Santo no procede por generación.

El símbolo Quicumque confiesa, refiriéndose al Espíritu Santo: «nec genitus, sed procedens»; Dz 39; cf Dz 277, 303.

La Escritura y la Tradición sólo hablan de un Hijo Unigénito, y la Tradición ya negó explí­citamente que el Espí­ritu Santo proceda por generación: San Atanasio (Ep. Ad Serap 1, 16), San Agustín, C. Maxim II 14, 1.

 

7.-Las relaciones en Dios se identifican realmente con la esencia divina.

El símbolo de Reims (1148), declaró contra Gilberto de Poitiers, que en Dios no hay realidades, bien sean relaciones o propiedades o singularidades o unidades o lo que fuere, que existan desde la eternidad y no sean idénticas con Dios («quae non sint Deus” Dz 391. La proposición positiva es: «Quidquid in Deo est, Deus est». El Concilio unionista de Florencia declaró «In Deo omnia sunt unum, ubi non obviat relationes oppositio»; Dz 703.

 

8.-En Dios todo es uno, mientras no exista oposición relativa.

El llamado principio fundamental trinitario, formulado primero por San Anselmo de Cantorbery (De processione Spiritus S.2) y confirmado después solemnemente por el Concilio de Florencia en el Decretum pro Iacobitis (1441): «In Deo omnia sunt unum, ubi non obviat relationis oppositio» (Dz 703).

 

9.-Las tres divinas personas in-existen entre sí­ o están la una en las otras (pericóresis trinitaria). El Concilio de Florencia, en el Decretum pro Iacobitis enseñaba con San Fulgencio (De fide ad Petrum 1, 4): «Propter hanc unitatem Pater est totus in Filio, totus in Spiritu Sancto; Filius totus est in Patre, totus in Spiritu Sancto; Spiritus Sanctus totus est in Patre, totus in Filio»; Dz 704.

Juan 10:30; 10:38, Juan 14:9ss, 1Corintios 2, 10ss.

San Juan Damasceno (De fide orth. 1 8;I 14;III 5).

 

10.-Todas las operaciones de Dios ad extra son comunes a las tres divinas personas.

El Concilio IV de Letrán (1215), enseña en el capí­tulo Firmiter que las tres divinas personas constituyen un único principio de todas las cosas («unum universorum principium»; Dz 428). El Concilio de Florencia declara en el Decretum pro Iacobitis (1441): «Pater et Filius et Spiritus Sanctus non tria principia creaturae, sed unum principium», Dz 704, cf. Dz 254, 281, 284. Juan 5:19, Juan 14:10 San Agustí­n (De Trin. 1 4, 7; Sermo 213, 6, 6).

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