Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica publicaron, el año 2012, una Declaración titulada “Sexualidad: Don y Responsabilidad”, ante el Programa de Educación para la Afectividad y la Sexualidad Íntegra del Ministerio de Educación Pública.

 

 

“Vemos la urgente necesidad de hacer de conocimiento público, nuestro pensamiento” – escriben los obispos de Costa Rica, reiterando la intención de “contribuir a la protección de nuestros niños, adolescentes y jóvenes”.

Y citando luego a Benedicto XVI, añaden “sabemos, de hecho, que de ellos depende el futuro de nuestra sociedad. Debemos, por tanto, preocuparnos por la formación de las futuras generaciones, por su capacidad de orientarse en la vida y de discernir el bien del mal, por su salud, no sólo física sino también moral» (Benedicto XVI).

Tras recordar “el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios (Gen 1,26), es esencialmente sexuado” los Obispos de Costa Rica hacen hincapié en que “la visión cristiana de la sexualidad no puede ser más positiva; ella es un don de Dios Creador, y la persona humana, haciendo uso correcto de ella misma, está llamada a parecerse a Dios, en cuanto que la sexualidad está destinada por Dios a ser sobre todo «lenguaje de amor», y entonces también generadora de vida. No cabe separar el Amor de la Vida. Toda persona está llamada a la plenitud en la donación de sí misma en el amor”.

Advirtiendo la imposibilidad de un programa común de las Autoridades Educativas y de la misma Conferencia Episcopal, los obispos de Costa Rica recuerdan que en el 2005 publicaron, un breve texto – glosario el título “Sexualidad: Don y Responsabilidad, y, en el 2009, los seis módulos (volúmenes) de Amor y Sexualidad, pensados y realizados por un equipo de Padres de Familia, Educadores y Profesionales de la Antropología y Psicología. Toda persona de buena voluntad puede encontrar en ellos una fuente de inspiración y una guía segura para una formación integral, humanista y personalizante”.

“Nuestro SÍ rotundo a un programa de Educación para la Afectividad y la Sexualidad, es correlativo a un NO igualmente rotundo al Programa que el Ministerio de Educación Pública proyecta ir implementando a partir del próximo año lectivo. Nuestro NO quiere ser también un apoyo franco y patente a muchos otros grupos que ya han manifestado su abierto rechazo de tal Programa” – aclaran los obispos costarricenses – que por otra parte, no consideran “la resolución aparentemente «salomónica» de dejar a los Padres de Familia enviar o no enviar a sus hijos a tales Programas. Si en sí mismo el Programa es parcial, moral y pedagógicamente perjudicial, lo es para todos”.

El documento de la Conferencia Episcopal de Costa Rica alienta a “atreverse a «re- pensar» el Programa, integrando para poderlo lograr, a actores que reflejen realmente la realidad socio-cultural, y así ofrecer a los estudiantes un Programa que asegure una educación verdaderamente integral e integradora”.

 

 

 

Comunicado de la Conferencia Episcopal de Costa Rica SEXUALIDAD: DON Y RESPONSABILIDAD

 

1. Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, asumiendo una vez más nuestro grave deber de acompañar a nuestro Pueblo, para que éste permanezca en la verdad, vemos la urgente necesidad de hacer de conocimiento público, nuestro pensamiento acerca del Programa de Educación para la Afectividad y la Sexualidad Integra del Ministerio de Educación Pública. Nuestra intención es contribuir a la protección de nuestros niños, adolescentes y jóvenes.

 

2. “Todos nos preocupamos profundamente por el bien de las personas que amamos, en particular de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Sabemos, de hecho, que de ellos depende el futuro de nuestra sociedad. Debemos, por tanto, preocuparnos por la formación de las futuras generaciones, por su capacidad de orientarse en la vida y de discernir el bien del mal, por su salud, no sólo física sino también moral” (Benedicto XVI).

 

3. Nuestro punto de partida y a la vez de término de constante referencia, es la convicción de que el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios (Gen 1,26), es esencialmente sexuado. La visión cristiana de la sexualidad no puede ser más positiva; ella es un don de Dios Creador, y la persona humana, haciendo uso correcto de ella misma, está llamada a parecerse a Dios, en cuanto que la sexualidad está destinada por Dios a ser sobre todo “lenguaje de amor”, y entonces también generadora de vida. No cabe separar el Amor de la Vida. Toda persona está llamada a la plenitud en la donación de sí misma en el amor.

 

4. Si la sexualidad le es esencial al ser humano, esto nos lleva a afirmar que todo proceso educativo que pretenda ser integral, debe implicar necesariamente una educación sexual en todas sus dimensiones o aspectos, desde el físico- biológico al emocional, al afectivo, al religioso- espiritual, al moral…

Brevemente: si toda persona tiene derecho a la educación, también tiene derecho a la educación integral para su sexualidad y su afectividad. Estamos tan convencidos de ellos, que una vez que advertimos la imposibilidad de un programa común de las Autoridades Educativas y nuestro, nos dimos a la tarea de publicar ya en 2005, un breve texto- glosario para nuestros estudiantes con el título Sexualidad: Don y Responsabilidad, y en el 2009 publicamos los seis módulos (volúmenes) de Amor y Sexualidad, pensados y realizados por un equipo de Padres de Familia, Educadores y Profesionales de la Antropología y Psicología. Toda persona de buena voluntad puede encontrar en ellos una fuente de inspiración y una guía segura para una formación integral, humanista y personalizante.

 

5. Nuestro SÍ rotundo a un programa de Educción para la Afectividad y la Sexualidad, es correlativo a un NO igualmente rotundo al Programa que el MEP proyecta ir implementando a partir del próximo año lectivo. Nuestro NO quiere ser también un apoyo franco y patente a muchos otros grupos que ya han manifestado su abierto rechazo de tal Programa. Por otra parte, no consideramos suficiente la resolución aparentemente “salomónica” de dejar a los Padres de Familia enviar o noenviar a sus hijos a tales Programas. Si en sí mismo el Programa es parcial, moral y pedagógicamente perjudicial, lo es para todos.

 

6. No pretendemos aquí – por razones de brevedad – exponer todas las razones por las que juzgamos el Programa propuesto, gravemente dañino para nuestros adolescentes. Sin embargo, bastaría advertir que después de enunciar que la educación que ahí se propone pretende ser integral, implicando también la dimensión espiritual, nunca se dice qué pueda significar tal dimensión ni es tenida en cuenta. Nunca se nombra a Dios, cuando la educación de valores tan altos como la afectividad y la sexualidad no pueden ser considerados “neutros”, es decir, desvinculándolos de la dimensión propiamente religiosa, como si lo son las matemáticas o la geografía… No podemos ignorar y prescindir totalmente del hecho de que los destinatarios de ese Programa son adolescentes que se han declarado en un 98.2% creer en Dios o en alguna forma de Ser superior y que de 10 de ellos, 7 afirman ser católicos. ¿Cuál es la razón por la cual las autoridades del MEP han invisibilizado la realidad socio- cultural de nuestros estudiantes?

 

7. En clara oposición con la pretendida educación integral, en el Programa propuesto se nos ofrece una declarada preferencia por un enfoque descaradamente hedonista (la palabra placer es quizá la más repetida). Por otra parte la insistencia en la ideología de género y en la diversidad sexual como “construcción cultural” se torna tan reiterativa que da la clara impresión de que se trata, en este punto, más de propaganda que de educación.

Se nos informó que el Programa está destinado como “guía” a los educadores encargados del mismo y que a los estudiantes se les entregará sólo el Glosario. Sus ambigüedades, son tan notorias, que si pueden ofrecer alguna información, sin duda mucha va a ser la “confusión” que causará a nivel conceptual y moral.

 

8. Recordando una vez más, que los verdaderos protagonistas de la necesaria educación sexual, son nuestros estudiantes, y que sus Padres son los primeros responsables de la misma, no conviene en absoluto que se les prive de tal derecho. Eso sin embargo va a acontecer si los mismos Padres, de acuerdo a la resolución de la Sala IV, deciden no enviar a sus hijos a esa educación.

Hay pues que atreverse a “re- pensar” el Programa, integrando para poderlo lograr, a actores que reflejen realmente nuestra realidad socio-cultural, y que podamos así ofrecer a nuestros estudiantes un Programa que asegure una educación verdaderamente integral e integradora.

 

9. Con la convicción de haber cumplido con un imperativo de conciencia y de fidelidad a Cristo, a quien proclamamos, “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14,6) a todos les aseguramos nuestra oración y nuestro afecto de padres y pastores.

Para que este “Comunicado” sea conocido, especialmente por Padres y Educadores, les pedimos a nuestros Sacerdotes, que sea leído a todos los fieles o con ocasión de la Homilía Dominical o al final de las Celebraciones Eucarísticas.

 

 

Dado en San José, 27 de agosto de 2012.

 

Los Obispos de Costa Rica.

 

† Óscar Fernández Guillén

 

Obispo de Puntarenas

 

Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

 

 

 

† Guillermo Loría Garita

 

Obispo de San Isidro de El General

 

Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

 

 

 

† Osvaldo Brenes Álvarez

 

Obispo de Ciudad Quesada

 

Secretario General de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

 

 

 

† José Rafael Quirós Quirós

 

Obispo de Limón

 

Tesorero de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

 

 

 

† Hugo Barrantes Ureña

 

Arzobispo Metropolitano de San José

 

 

 

† Vittorino Girardi Stellin

 

Obispo de Tilarán-Liberia

 

 

 

† José Francisco Ulloa Rojas

 

Obispo de Cartago

 

 

 

† Ángel San Casimiro Fernández

 

Obispo de Alajuela

 

 

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