La mayor expresión de la libertad  es la capacidad de decidirse por un don definitivo, en el que la libertad, donándose, se realiza plenamente.

Discurso del Papa Emerito Benedicto XVI en San Juan de Letrán durante el Congreso eclesial promovido por la diócesis de Roma sobre el tema «Familia y comunidad cristiana: formación de la persona y transmisión de la fe».

El Papa ofreció unas reflexiones sobre el significado del matrimonio y la familia en el plan de Dios, creador y salvador. Partiendo de la idea de que el ser humano ha sido creado a imagen de Dios y «Dios mismo es amor», el Santo Padre explicó que por este motivo «la vocación al amor es lo que hace del ser humano la auténtica imagen de Dios. (…) De esta fundamental conexión entre Dios y el ser humano deriva otra: la conexión indisoluble entre espíritu y cuerpo». «La totalidad del ser humano -continuó- incluye la dimensión del tiempo, y el «sí» del hombre significa «siempre»; constituye el espacio de la fidelidad. Sólo dentro de éste puede crecer la fe».

Por otra parte, añadió, «la mayor expresión de la libertad (…) es la capacidad de decidirse por un don definitivo, en el que la libertad, donándose, se realiza plenamente. En concreto, el «sí» personal y recíproco del hombre y de la mujer (…) está destinado al don de una nueva vida» y «es un «sí» públicamente responsable, con el que los cónyuges asumen la responsabilidad pública de la fidelidad».

Benedicto XVI subrayó que «las diferentes formas actuales de disolución del matrimonio, así como las uniones libres y el «matrimonio de prueba», hasta el pseudo-matrimonio entre personas del mismo sexo, son sin embargo expresiones de una libertad anárquica, que se hace pasar por una verdadera liberación del ser humano. Una tal pseudo-libertad se funda en una concepción banal del cuerpo, que lleva inevitablemente aparejada una concepción trivial del ser humano. Su presupuesto es que el ser humano puede hacer de sí lo que quiera: su cuerpo se convierte en algo secundario, manipulable desde el punto de vista humano, que se puede usar como se quiera».

El Papa recordó que «la revelación bíblica es sobre todo expresión de una historia de amor, la historia de la alianza de Dios con los seres humanos: por eso, la historia del amor y de la unión de un hombre y una mujer en la alianza del matrimonio ha podido ser asumida por Dios como símbolo de la historia de la salvación». «Del mismo modo que la encarnación del Hijo de Dios revela su verdadero significado en la cruz, el amor humano auténtico es donación de sí y no puede existir si quiere excluir la cruz».

El Santo Padre puso de relieve algunas tendencias negativas que se oponen al «vínculo profundo entre Dios y el ser humano, entre el amor de Dios y el amor humano». En este sentido se refirió al «envilecimiento del amor humano, la supresión de la auténtica capacidad de amar, que se revela en nuestro tiempo el arma más adecuada y más eficaz para expulsar a Dios del ser humano, para alejar a Dios de la mirada y del corazón del ser humano».

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