Comentario de San Agustín al Salmo 127   


SERMÓN DE SAN AGUSTÍN AL PUEBLO


Todo éxito depende de la divina protección


La casa de Dios es la misma ciudad. La casa de Dios es el pueblo de Dios, puesto que la casa de Dios es el templo de Dios. ¿Qué dice el Apóstol? El templo de Dios, que sois vosotros, es santo. Todos los santos fieles, que son la casa de Dios, no sólo los que ahora existen, sino también los que anteriormente existieron y ya murieron y los que después de nosotros han de existir, los cuales todavía han de nacer para hallarse en medio de las cosas humanas hasta el fin del mundo, congregados en uno, son innumerables fieles, pero contados por Dios, pues de ellos dice el Apóstol: El Señor conoció a los que son suyos. Estos granos que ahora gimen entre las pajas y que han de formar un solo montón cuando al fin sea bieldada la parva; todo este montón de santos fieles formado con los hombres que han de ser transmutados para hacerse iguales a los ángeles de Dios, unidos a los mismos ángeles, los cuales ahora no peregrinan, sino que esperan a que nosotros volvamos de la peregrinación, forman todos juntos una sola casa de Dios y una ciudad. Esta es la Jerusalén, la cual tiene guardias, pues como tiene constructores que trabajan para edificarla, tiene también guardianes. Pues a la guardia pertenece lo que dice el Apóstol: Temo no sea que, como la serpiente engañó a Eva, así se depraven vuestras mentes, perdiendo la simplicidad para con Cristo. El Apóstol custodiaba, era guardián; vigilaba cuanto podía sobre los que se hallaba al frente. Esto hacen también los obispos, pues están colocados en lugar más alto para que supervigilen y como guarden al pueblo, puesto que lo que se dice en griego episkopous, obispo, se traduce al latín por superintentor, inspector o superintendente, porque inspecciona, porque contempla desde arriba. Como el viticultor ocupa un puesto elevado para guardar la viña, el obispo se halla en puesto elevado para custodiar la grey. Desde esta atalaya ha de dar arriesgada y minuciosa cuenta si no permanecemos aquí con el corazón de tal modo humillados a vuestros pies y orando por vosotros para que quien conoce vuestros pensamientos los guarde. Pues yo puedo ver a los que entran y salen del templo, pero hasta tal punto no puedo ver lo que pensáis en el corazón, que ni aun puedo ver lo que hacéis en vuestras casas. Luego ¿cómo custodiamos? Como hombres, cuanto podemos, cuanto nos es concedido. Y, puesto que custodiamos como hombres y no podemos hacerlo perfectamente, ¿permaneceréis sin guarda? No por cierto, pues allí está Aquel de quien se dice: Si el Señor no guardare la ciudad, en vano trabajó el que la guarda. Trabajamos custodiando, pero nuestro trabajo será inútil si no guarda el que ve nuestros pensamientos. El custodia cuando vigiláis, El guarda cuando dormís, pues El durmió una vez en la cruz, y ya no duerme. Sed Israel, porque no duerme ni dormita el que guarda a Israel. Ea, hermanos: si queremos ser guardados bajo la sombra o protección de las alas de Dios, seamos Israel. Yo os custodio por el oficio del gobierno, pero quiero ser custodiado con vosotros. Yo soy pastor para vosotros, pero soy oveja con vosotros bajo aquel Pastor. Desde este lugar soy como doctor para vosotros, pero soy condiscípulo vuestro en esta escuela bajo aquel único Maestro.

Si queremos ser custodiados por Aquel que se humilló por nosotros y que se ensalzó para guardarnos, seamos humildes. Nadie se arrogue nada. Nadie tiene algo bueno si no lo hubiere recibido de Aquel que únicamente es bueno. El que quiere arrogarse la sabiduría es necio. Sea humilde para que venga sobre él la sabiduría y le ilumine. Si antes de venir sobre él la sabiduría se cree sabio, se levanta antes de amanecer y anda en tinieblas. ¿Qué oye en este salmo? Es inútil que os levantéis antes de la luz. Si os levantáis antes de que aparezca la luz, necesariamente permaneceréis en la vanidad, porque estaréis en tinieblas. Se elevó nuestra luz, Cristo. Te conviene levantarte después de Cristo, no antes de Cristo. ¿Quiénes se levantan antes de Cristo? Los que pretenden sobreponerse a Cristo. ¿Y quiénes son éstos? Los que quieren ensalzarse aquí en donde Cristo se humilló. Luego se humillen aquí si quieren ensalzarse allí en donde Cristo se ensalzó. Pues de aquellos que se adhirieron a Él por la fe, entre los cuales estamos nosotros si también nosotros creemos en El con recto corazón, dice: Padre, quiero que los que me diste estén conmigo en donde yo estoy. ¡Gran don, inmensa gracia, excelsa promesa, hermanos míos! ¿Quién no quiere estar con Cristo en donde Él está? Cristo ya está en lo excelso. ¿Quieres estar allí en donde Él está? Sé humilde en donde Él lo fue. Por eso, la misma luz les dice: No es el discípulo más que el Maestro, ni el siervo más que el Señor. Los discípulos que anhelaban ser más que el Maestro y los siervos que querían ser más que su Señor querían elevarse antes que la luz; en vano caminaban, puesto que no caminaban después de la luz. A éstos les dice este salmo; Es inútil que os levantéis antes de la luz. Tales eran los hijos del Zebedeo, los cuales, antes de ser humillados conforme a la pasión del Señor, se escogían puestos en donde sentarse: uno a la derecha y el otro a la izquierda. Querían levantarse antes de la luz; por eso caminaban en vano. El Señor, al oír esto, los encaminó a la humildad, diciéndoles: » ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber? Yo vine a humillarme, ¿y vosotros queréis ser ensalzados antes que yo? Por donde yo voy, seguidme; porque, si queréis ir por distinto camino del que yo voy, os es inútil levantaros antes de la luz.» También Pedro se levantó antes de la luz cuando pretendió dar el consejo al Señor de que no padeciese por nosotros. Habló el Señor de su pasión, de su humillación, por la que habíamos de ser salvados, pues padeció humilde. Habiendo anunciado, pues, su futura pasión, Pedro, el que poco antes le había confesado por Hijo de Dios, se llenó de temor; temió que muriese, y le dice: Lejos de ti tal cosa, Señor; Dios te será propicio, no acontecerá esto. Pretendía levantarse antes de la luz y dar un consejo a la luz. Pero ¿qué hizo el Señor? Hizo que se levantase después de la luz: » Ponte detrás de mí, satanás —le dice—. Eres satanás, porque quieres levantarte antes de la luz. Ponte detrás de mí para que yo te anteceda y tú me sigas. Por donde yo voy has de ir tú, pero no has de querer llevarme a mí por donde tú quieres ir.»

 El salmo dice a los que querían levantarse antes de la luz: Es inútil que os levantéis antes de la luz. ¿Cuándo nos levantaremos? Después de habernos humillado. Levantaos después de haberos sentado. La resurrección significa exaltación; la sesión, humildad. En unos lugares se entiende por sesión el honor de juzgar, y en otros la humildad. ¿Cómo es la sesión el honor de juzgar? Os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. ¿Cómo significa la humildad? A la hora de sexta, fatigado el Señor, se sentó junto al pozo. La fatiga del Señor simbolizó su flaqueza; la debilidad del poder, la flaqueza de la sabiduría; pero esta flaqueza es la humildad. Luego si se sentó por debilidad, la sesión simboliza la humildad. Pero su sesión, es decir, su humildad, nos salvó, porque lo flaco de Dios es más fuerte que los hombres. Por eso dice en un salmo: Señor, tú conociste mi sesión y mi resurrección, es decir, mi humildad y mi exaltación. ¿Por qué queréis, hijos del Zebedeo, ensalzaros antes de la luz? Hablamos así y preferentemente nombramos a éstos porque no se enojarán contra nosotros, puesto que se escribió esto de ellos para que otros evitasen la soberbia, en la cual ellos cayeron. ¿Por qué queréis levantaros antes de la luz? Os es inútil. ¿Queréis levantaros antes de humillaros? El mismo Señor vuestro, que es vuestra luz, se humilló para ser exaltado. Oíd a San Pablo, que dice: El que subsistió en forma de Dios, no juzgó rapiña ser igual a Dios. ¿Por qué no fue rapiña para El? Porque lo era por naturaleza, porque nació así siendo igual a Aquel por quien fue engendrado. Pero ¿qué hizo? Se anonadó a sí mismo por nosotros, tomando la forma de siervo, hecho a semejanza de hombre y hallado en hábito de hombre. Se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Esta es su sesión. Pero oye la resurrección: Por lo cual Dios le exaltó y le dio el nombre que es sobre todo nombre. Vosotros corréis ya hacia este nombre; levantaos. Pero después de haberos sentado, ¿quieres levantarte? Siéntate primero; y así, levantándote de la humildad, llegarás al reino. Porque, si te precipitas tomando el reino, caerás del reino antes de levantarte. ¿Podéis beber —dijo el Señor— el cáliz que yo he de beber? Ellos contestaron: Podemos. Él les replica: Beberéis mi cáliz; pero el sentarse a mi derecha y a mi izquierda, no me pertenece dároslo; para otros se preparó por mi Padre. ¿Qué significa no me pertenece dároslo? No está en mí darlo a los soberbios; y esto eran aún. Pero, si queréis recibirlo, no seáis lo que sois. Para otros se preparó; sed vosotros otros, y entonces os estará preparado. ¿Qué significa «sed otros»? Los que queréis ya ser exaltados, humillaos primero. Ellos comprendieron que les había de ser de provecho la humildad, y se corrigieran. Luego también nosotros oigamos esto, ya que el salmo dice: Levantaos después de haberos sentado.

Para que nadie piense que se sienta para ser honrado, declara que por la sesión quiso recomendar la humildad; para que nadie creyese que se le mandó sentar o para juzgar, o para comer, o para regocijarse, y de aquí procurase ensoberbecerse más, añade, declarando y recalcando la clase de humildad: Los que coméis pan de dolor. Se alimentan del pan del dolor los que gimen en esta peregrinación, pues están en el valle de lágrimas. Pero Dios ordena las subidas en el corazón. ¿En dónde las ordena? En su corazón —dice— ordenó las subidas. ¿Quién? Dios. Si ordenó las subidas en el corazón, por esto cantan el cántico de grado. Nos humillemos en el siglo y subamos. ¿Cómo? Con el corazón, pues la subida del corazón surge del valle de lágrimas: En el valle de lágrimas, dice el salmo. Como se erigieron los montes, así se asentaron los valles. Se denominan «valles» las depresiones de la tierra; collados, las porciones de tierra algo más altas, pero menos que las de los montes, pues se llaman montes los lugares más encumbrados de la tierra. Cosa pequeña es la que se ordena, pues no se dice: «Levantaos desde el collado», ni «desde el campo o planicie», sino desde el valle, para que de este modo sea algo más humilde y bajo que el campo o planicie. Luego si en el valle de lágrimas comes el pan de dolor y dices: Mis lágrimas fueron mi pan día y noche mientras que se me dice cada día: «¿En dónde está tu Dios?», te levantas bien, porque te habías sentado.