Estadísticas importantes

El Vaticano informó el año 2010, que la mayor parte de los  abusos a menores cometidos por sacerdotes católicos son de tipo homosexual, según las estadísticas de la Congregación para la Doctrina de la Fe.


Según datos estadísticos relativos a las causas de los abusos a menores afrontadas en los últimos años por la Congregación para la Doctrina de la Fe y que el promotor de Justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, monseñor Charles J. Scicluna, hizo públicos.

Según estas estadísticas, el 10 por ciento de los abusos a menores cometidos por sacerdotes son «casos de pedofilia en sentido estricto», mientras que «el 90 por ciento de los casos debe definirse más bien como efebofilia, es decir, abusos a adolescentes». De éstos, «el 60 por ciento se refieren a individuos del mismo sexo, mientras que el 30 por ciento son de carácter heterosexual».

Lombardi precisó que estos datos «se refieren evidentemente a la problemática de los abusos por parte de sacerdotes y no a la población en general». Asimismo, admitió que, más allá de recabar estos datos estadísticos, «las autoridades eclesiásticas consideran que no es de su competencia hacer afirmaciones generales de carácter específicamente psicológico o médico», las cuales corresponden más bien a «los especialistas y a las investigaciones en curso sobre la materia».

No existe evidencia alguna de que los sacerdotes estén más inclinados a abusar de los niños que otros grupos de hombres.

El uso y abuso de los niños como objeto de gratificación sexual por parte de los adultos es epidémico en todas las clases sociales, profesiones, religiones y grupos étnicos alrededor del mundo, según lo demuestran claramente las estadísticas acerca de la pornografía, el incesto y la prostitución infantil. La pedofilia (el abuso sexual de niños preadolescentes) entre los sacerdotes es extremamente rara, pues afecta solamente al 0.3% del clero. Esta cifra, citada en el libro Pedophiilia and Piresthood (Pedofilia y Sacerocio), escrito por el estudioso no-católico Philip Jenkins, está tomada del estudio más amplio que existe hoy día sobre este tema. Concluye que solamente uno de entre 2,252 sacerdotes que formaron parte del estudio a lo largo de un período de más de 30 años, se ha visto afectado por la pedofilia. En los escándalos recientes de Boston, solamente 4 de entre más de los 80 sacerdotes etiquetados por los medios de comunicación como «pedófilos» son en realidad culpables de abusar de niños pequeños.

La pedofilia es un tipo particular de desorden sexual compulsivo en el cual un adulto (hombre o mujer) abusa de niños preadolescentes. La gran mayoría de los escándalos sexuales del clero que están saliendo a la luz ahora no entran propiamente en la categoría de pedofilia. Más bien, se deben calificar como efebofilia o atracción homosexual hacia adolescentes. Aunque el número total de sacerdotes que cometen abuso sexual es mucho más alto que el de los que son culpables de pedofilia, la cifra total queda aún por debajo del 2% que es semejante al porcentaje que se da entre hombres casados (Jenkins, Pedophilia and Priests).

Con ocasión de la crisis actual en la Iglesia, otros grupos religiosos e instituciones no religiosas han admitido tener problemas semejantes tanto de pedofilia como de efebofilia entre las filas de su clero o personal. No hay evidencia de que la pedofilia sea más común entre el clero católico, que entre los Ministros protestantes, los líderes Judíos, los médicos, o miembros de cualquier otra institución en la que los adultos ocupen posiciones de autoridad sobre los niños.

Philip Jenkins, profesor de Historia y Estudios Religiosos de la Universidad de Pensilvania, afirma que se concentra el foco en los católicos prescindiendo de lo que ocurre en otras confesiones, y sobre todo en los maestros y profesores. Otro estudio, realizado durante los primeros seis meses del 2002, lo constata: Los 61 mayores periódicos de California publicaron 2.000 historias sobre posibles casos de pedofilia de sacerdotes por solo 4 acerca de abusos en escuelas públicas, a pesar de ser abrumadoramente más numerosos según los datos oficiales.

Remontándose a 1940, se acumulan denuncias para aportar la cifra de 4.000 sacerdotes pederastas en Estados Unidos. Hay otra forma más honesta de presentar la cifra. En aquel país de 300 millones de habitantes con más de 2,5 millones de escolares y 763.000 universitarios en centros católicos, y 20.000 parroquias, se han dado a lo largo de medio siglo, algo menos de 8 denuncias de pedofilia sacerdotal al año (y bajando). En Alemania, también denuncias, y no juicios ni sentencias, solo el 0,037% de las formuladas los últimos 15 años corresponden a sacerdotes. Es decir el 99,96% de los pedófilos son seglares. ¿A nadie se le ocurre preguntar en qué creen ese 99,96%?.

El efectismo se multiplica al eliminar todo contexto. En España un estudio de 1994 del doctor Félix López, encargado por el Ministerio de Asuntos Sociales, señaló que los abusos a menores cometidos por maestros y profesores afectaban al 23% de las niñas y al 10% de los niños. El Departamento de Educación de Estados Unidos consideraba el 2004 que entre el 3,5% y el 6% de los alumnos habían sido objeto de una actuación sexual inadecuada por parte de sus profesores, cifra coincidente con la encuesta oficial del 2003 que sitúa el dato en el 6,7%. Si los sacerdotes católicos hubieran actuado igual, y considerando solo las escuelas, el número de casos en los últimos 50 años debería haber sido de unos 225.000 a 300.000 para igualar el ratio de los seglares, pero solo fueron 4.392, es decir sesenta veces menos.

Es tres veces más probable que los homosexuales sean pedófilos que los hombres heterosexuales. Aunque la pedofilia exclusiva (atracción hacia los preadolescentes) es un fenómeno extremo y raro, un tercio de los varones homosexuales sienten atracción por los adolescentes (Jenkins, Priests and Pedophilia). La seducción de adolescentes varones por parte de homosexuales es un fenómeno bien documentado. Esta forma de comportamiento desviado es el tipo más común de abuso obrado por sacerdotes y está directamente relacionado con el comportamiento homosexual.

Como Michael Ross muestra en su libro, Goodbye!, Good Men ((Adiós,

hombres buenos!), hay una activa sub-cultura homosexual dentro de la Iglesia. Esto se debe a varios factores. La confusión que se ha dado en la Iglesia como resultado de la revolución sexual de los años 60, el tumulto posterior al Concilio Vaticano II, y una mayor aprobación de la homosexualidad por parte de la cultura. Todo esto hizo que se creara un ambiente en el cual homosexuales varones activos fueron admitidos y tolerados en el sacerdocio. La Iglesia se ha apoyado también más en la psiquiatría para valorar la idoneidad de a los candidatos al sacerdocio y para tratar a los sacerdotes que tenían problemas. En 1973, The American Psychological Association (Asociación Psicológica Americana) dejó de considerar la homosexualidad como una orientación objetivamente desordenada y la suprimió de su Manual Diagnóstico y Estadístico (Nicolosi, J., Reparative Therapy of Male Homosexuality, 1991; Diamond, E,. Et al. Homosexuality and Hope, documento no publicado de la CMA). Lógicamente, el tratamiento de comportamientos sexuales desviados se vio afectado por este cambio de actitud.

Mientras la actitud de la Iglesia hacia quienes tienen problema de atracción homosexual se ha caracterizado por la compasión, también ha sido firme y constante en sostener el punto de vista de que la homosexualidad es objetivamente desordenada y que el matrimonio entre un hombre y una mujer es el único contexto propio para el ejercicio de la actividad sexual.

Una buena parte de las denuncias por pederastia corresponden por la edad del afectado a relaciones homosexuales. Según la Congregación para la Doctrina de la Fe, a la que llegan los casos diocesanos más graves, el 60% corresponden a relaciones homosexuales, el 30% con mujeres, y solo el 10% son de naturaleza pedófila. En España se asume, impasible el ademán, la regulación legal vigente que permite las relacione sexuales entre un adulto y un mayor de ¡13 años! Aquí la ley es generosa con el pederasta y casi nadie protesta. Lo que en el área anglosajona sería un delito grave aquí no lo es.

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