“¿Qué es la Misa de verdad y bajo todos sus aspectos? Son muchos los encargados de responder.

 

Para el dogma católico es no sólo un artículo de su fe, sino quinta esencia de toda su doctrina, centro y eje de todos los artículos de su símbolo y como la forma substancial y actuación de todo su creado.

Para la sagrada liturgia no es sólo doctrina que hay que exponer y creer, sino acción que ejecutar y representar. Y no sólo acción, sino la acción única, la acción por antonomasia, la que con toda razón y justicia puede llamarse la única acción esencial y vivificadora de la Iglesia católica y con respecto a la cual todas las demás acciones del sacerdocio, de la jerarquía y de la liturgia universal, tienen razón secundaria y subordinada, de preparativo, medio o efecto.

Y tan esto es así, que la liturgia y el sacerdocio y la jerarquía católica, tanto la de orden como la de jurisdicción, no tienen en realidad otra cosa que hacer que preparar y agradecer Misas y aplicar ordenadamente sus frutos.              

Para la moral y la ascética, ese Sacrificio de Jesús en todos los días y en todas las horas y en todos los pueblos es, además de símbolo condensado de la fe y acción esencial y vivificadora, ejemplo de vida perfecta y secreto supremo de la santidad.

¡Lo que enseña, lo que hace y lo que da una Misa bien conocida, entendida, preparada y aplicada, es decir, bien acompañada!

Y, por lo contrario, ¡…de lo que priva a la gloria de Dios, a la vida de la Iglesia y de las almas, y al orden del mundo el abandono de la Misa!

San. Manuel González, El abandono de los Sagrarios acompañados,

en O.C., Vol. I, nn. 163.

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