La Iglesia iraquí es una iglesia mártir. A partir de su sangre, de la sangre de los mártires, es necesario implorar…


«La situación es lamentable, especialmente en Irak»


El católico caldeo Raad Salam Nahaman, doctor en Filología Árabe y Estudios Islámicos y condenado a muerte por sus ideas contra el radicalismo islámico, conoce en carne propia la situación actual que viven los cristianos caldeos en Irak, así como en Siria o Egipto con las iglesias católica copta y maronita.

«La situación es lamentable, especialmente en Irak», afirma. En época de Saddam Hussein vivían dos millones de cristianos y actualmente la cifra no llega a doscientos mil. «La gran mayoría han huido del país y los que se quedan, no saben qué futuro les espera y están asustados». El experto en Estudios Islámicos identifica esta persecución como un «genocidio que con el radicalismo y fanatismo islámico ha ido en aumento. Para el ponente «hay un porcentaje considerable de personas en esa zona que son radicales fanáticos y persiguen a judíos y cristianos. No todos los musulmanes son yihadistas, por supuesto, pero, según nuestros estudios, en el siglo XXI casi el 20% de ellos son radicales y aplican la ley que anima a matar», aseguró.

El monje siro católico, Jacques Mourad, que sufrió 143 días de cautiverio,  en manos de los yihadistas, declaró para el portal católico Religión en Libertad que : “debemos rezar por este viaje. No es un viaje solo para los cristianos de allí, ni para un solo país. Es un viaje para todo Oriente Medio. Recemos para que ayude a todos, sunitas, chiítas e incluso cristianos, a ser sinceros en el diálogo”.

El miembro de la comunidad monástica fundada por el jesuita romano Paolo Dall’Oglio, secuestrado y retenido como rehén durante muchos meses por milicianos yihadistas del Estado Islámico (Daesh) en 2015,  después de su liberación, vivió durante mucho tiempo en Sulaymanyia, en el Kurdistán iraquí, en la casa local de su comunidad monástica. En ese momento, ayudó espiritual y materialmente a muchos refugiados cristianos iraquíes que huyeron de Qaraqosh y otras ciudades de la llanura de Nínive ante el avance de los yihadistas de Daesh.

Tal y como explica a la agencia Fides, “el Papa Francisco viene a traer a Jesús. Él lleva a Jesús a todos, no solo a los cristianos. Jesús es para todos, no solo para los cristianos. Y el Papa lleva el amor de Jesús a todos. Todos pueden amar a Jesús y recibir un anticipo de su amor por todos, de forma gratuita y sin medida. Todos llevan en su corazón el deseo de Cristo”.

“La Iglesia iraquí es una iglesia mártir. A partir de su sangre, de la sangre de los mártires, es necesario implorar no en un pretexto para reabrir heridas, sino para mirar también a los asesinos y ofrecer perdón a todos, en la contemplación de su gloria, de la gloria de los mártires. Este es el milagro que puede ocurrir, y que es necesario implorar, precisamente a la luz de la gloria de Cristo en ellos. Este es el milagro que podría reabrir muchos caminos”, afirma el religioso.

«La presencia del Papa Francisco en Iraq es un grito para el mundo en defensa de la libertad religiosa”, dice el  sacerdote iraquí Naim Shoshandy, protagonista  de una de las cientos de miles historias de iraquíes que tuvieron que dejar atrás su tierra debido al terror provocado por el Estado Islámico. Una herida abierta de la poco a poco se están recuperando estos millones de cristianos perseguidos que ven con esperanza la visita del Santo Padre a esta tierra castigada por el odio.

En un discurso que pasará a los libros de historia, el Papa Francisco ha manifestado, el sábado 6 de Marzo, en Ur de Caldea el sentimiento común de las tres grandes religiones monoteístas: «Desde este lugar que es fuente de fe, desde la tierra de nuestro padre Abraham, afirmamos que Dios es misericordioso y que la ofensa más blasfema es profanar su nombre odiando al hermano».

Rodeado de líderes espirituales de las tres religiones llamadas “abrahámicas” y otras, el Papa ha sido rotundo: «Hostilidad, extremismo y violencia no nacen de un espíritu religioso; son traiciones a la religión. Y nosotros creyentes no podemos callar cuando el terrorismo abusa de la religión. Es más, nos corresponde a nosotros resolver con claridad los malentendidos».


De Ur de los Caldeos Abraham comienza su peregrinación en la Fe


Ante el impresionante «retablo» del zigurat de Ur, y con el viento del desierto agitando continuamente su esclavina, el Papa inició su discurso en una línea espiritual y poética: «Aquí, donde vivió nuestro padre Abraham, nos parece que volvemos a casa. Él escuchó aquí la llamada de Dios, desde aquí partió para un viaje que iba a cambiar la historia. Nosotros somos el fruto de esa llamada y de ese viaje».

«Judíos, cristianos y musulmanes, junto con los hermanos y las hermanas de otras religiones, honramos al padre Abraham»

Según Francisco, el «Dios le pidió a Abraham que mirara el cielo y contara las estrellas. En esas estrellas vio la promesa de su descendencia, nos vio a nosotros. Y hoy nosotros, judíos, cristianos y musulmanes, junto con los hermanos y las hermanas de otras religiones, honramos al padre Abraham del mismo modo que él: miramos al cielo y caminamos en la tierra».

En un paso gigantesco para la humanidad y la civilización, San Juan Pablo II presidió en 1986 en Asís el primer encuentro de todas las grandes religiones para rezar y pedir por la paz. Aquel gigante de la historia deseaba repetir el encuentro en Ur en 1999, pero el conflicto norteamericano con Saddam Hussein   impidieron el viaje. Tuvo que contentarse con una visita «virtual» de oración el 23 de febrero de 2000, víspera de su peregrinación al Monte Sinaí.

En la línea de san Juan Pablo II, el Papa Francisco ha señalado que «nosotros, descendencia de Abraham y representantes de distintas religiones, sentimos que tenemos sobre todo la función de ayudar a nuestros hermanos y hermanas a elevar la mirada y la oración al Cielo».

Y, al mismo tiempo, mirar a la tierra, pues «la verdadera religiosidad es adorar a Dios y amar al prójimo. 

Resumiendo, el Papa ha manifestado que «rezamos para que en todas partes se respete la libertad de conciencia y la libertad religiosa; que son derechos fundamentales, porque hacen al hombre libre de contemplar el Cielo para el que ha sido creado».

El Papa Francisco ha recordado la tremenda brutalidad del «Estado Islámico», sobre todo contra los yasidíes, durante sus tres años de control del norte de Irak pero, al mismo tiempo, ha celebrado que hoy «sobre los escombros del odio, los cristianos y musulmanes restauran juntos mezquitas e iglesias».

Resumiendo la tradición común, el Papa ha señalado que «es importante peregrinar hacia los lugares sagrados, es el signo más hermoso de la nostalgia del Cielo en la tierra. Por eso, amar y proteger los lugares sagrados es una necesidad existencial, recordando a nuestro padre Abraham, que en diversos sitios levantó hacia el cielo altares al Señor».

Al mismo tiempo, es importante ayudar a los demás, sobre todo ahora que «la pandemia nos ha hecho comprender que ‘nadie se salva solo’. Aun así, la tentación de distanciarnos de los demás siempre vuelve. Entonces el ‘sálvese quien pueda’ se traducirá rápidamente en un ‘todos contra todos’, y eso será peor que una pandemia».

Frente al poder económico de las grandes industrias de armamentos y la obsesión paranoica de algunos mandatarios, el Papa ha subrayado que «no nos salvará la carrera para reforzar los armamentos y para construir muros. Al contrario, nos hará cada vez más distantes e irritados».

Aunque hay progreso, el mundo dista de ser una familia pacífica, y Francisco lo ha reconocido citando a Isaías: «Una profecía antigua dice que los pueblos ‘de las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas’. Esta profecía no se ha cumplido. Al contrario, espadas y lanzas se han convertido en misiles y bombas». Pero, al mismo tiempo, señalaba el rumbo correcto: «¿Dónde puede comenzar el camino de la paz? En la renuncia a tener enemigos».

La figura de Abraham está en el centro del viaje del Papa Francisco a Iraq. La parada en la antigua Ur de los Caldeos,  lugar del encuentro interreligioso con el Pontífice, es una de las más importantes y simbólicas. Es desde esta ciudad, situada a pocos kilómetros de Nassiriya y hoy conocida con el nombre de Tell-al-Muquayyat, donde Abraham habló con Dios por primera vez y desde donde comenzó su misión que vincula profundamente los destinos de judíos, cristianos y musulmanes. «El pueblo de Israel vio en su antepasado, Abraham, un ejemplo y un modelo. Y poco a poco, a medida que ha leído, releído y reescrito los relatos sobre él, el pueblo de Israel ha ido añadiendo, a esos mismos relatos, elementos que le permiten fijar, delimitar, su propia identidad como pueblo», explica el padre Jean Louis Ska, biblista de fama internacional y profesor emérito del Pontificio Instituto Bíblico de Roma. (Vatican News)