España se convertirá dentro de seis meses en el tercer país del mundo, tras Holanda y Bélgica, en el que los homosexuales podrán contraer matrimonio en las mismas condiciones que el resto de parejas. — La vicepresidenta del Gobierno, Fernández de la Vega, se refirió al presentar el proyecto a las críticas de la Iglesia católica y aseguró que, en contra de lo que dicen los obispos, la institución del matrimonio «no sólo no está amenazada» con esta normativa sino que «viene a reforzarse». Este planteamiento se sostiene, claro, en un concepto donde el matrimonio gira en torno a las sensaciones y no desde un finalidad unitiva, familiar y trascendente. Pero la Conferencia Episcopal Española calificó de «error e injusticia» el proyecto aprobado por el Gobierno. Según los obispos el Ejecutivo hace un uso «arbitrario del poder» y con esta ley «se abandona la sabiduría humana y jurídica de toda la Humanidad». Aseguran además que el matrimonio es una institución esencialmente heterosexual y que a dos personas del mismo sexo «no les asiste ningún derecho» a contraer matrimonio entre ellas. La fórmula por la que el Gobierno introduce el matrimonio homosexual es a través de una modificación del artículo 44 del Código Civil. Se añade a su redacción un segundo párrafo que indica que «el matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del mismo o diferente sexo».

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