Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: “Alégrense»

Evangelio Diario y Meditación


+Santo Evangelio       

Evangelio según San Mateo 28,8-15. 

Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos. 

De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. 

Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán». 

Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido. 

Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, 

con esta consigna: «Digan así: ‘Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos’. 

Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo». 

Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy. 


+Meditación                                                                                                

(Iluminando el sentido de las Escrituras con los Santos, los Padres de la Iglesia  y el Magisterio)

San Pedro Crisólogo 

Sermón 80; CCL 24ª, 490s

      “Ya sé que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí.” Así habló el ángel a las mujeres, él que, por esta razón, abrió el sepulcro. No lo hizo para hacer salir a Cristo que ya no estaba allí, sino para hacerles saber que Cristo ya no estaba allí. “HA RESUCITADO, como había dicho… Venid a ver el sitio donde yacía” (Mt 28,5-6). Venir, mujeres, venid. Ved el lugar donde vosotros habíais puesto a Adán, donde el género humano había sido sepultado. Comprended que su perdón ha sido tan grande como lo ha sido la injusticia hecha al Señor… Cuando las mujeres entran en el sepulcro, toman parte en su sepultura, hacen causa común con la Pasión. Saliendo del sepulcro, por la fe se levantan antes de resucitar en la carne. “Se marcharon a toda prisa del sepulcro, impresionadas y llenas de alegría”… La Escritura dice: “Servid al Señor con temblor, rendidle homenaje temblando” (sl 2, 11). 

      “De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: ‘¡Alegraos!’”. Cristo va a encontrar a las que corren con fe a fin de que, con sus propios ojos, reconozcan que habían creído por la fe. Quiere, con su presencia, reconfortar a aquellas que, hasta este momento, las palabras oídas las habían dejado temblorosas… Viene a su encuentro como un amo, las saluda como un familiar, les da la vida por amor, les preserva por el temor. Las saluda a fin de que también ellas le sirvan amorosamente, para que el temor no las haga huir. “¡Alegraos! Ellas se acercaron, se postraron ante él y abrazaron los pies”… “¡Alegraos!”, es decir: Tocadme. Ha querido ser cogido por ellas, él que soportó que pusieran las manos sobre él… 

      Les dijo: “No tengáis miedo”. El Señor les dice lo mismo que el ángel les había dicho anteriormente. El ángel las había hecho fuertes, Cristo las vuelve más fuertes aún. “No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.” Levantándose de entre los muertos, Cristo ha repuesto al hombre, no lo ha abandonado. Así pues, les llama ‘sus hermanos’ a los que por su cuerpo había les había hecho doblemente hermanos; les llama hermanos, a aquellos que ha adoptado como hijos de su Padre. Les llama hermanos a los que, siendo el heredero lleno de bondad, les hace sus coherederos.


+Reflexión Lunes Octava de Pascua:


+Comunión Espiritual

De Santa Margarita María Alacoque:  

“Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.” Amén.


+Antífona Mariana:

Regina Caeli (Reina del cielo)

V. Reina del cielo alégrate; aleluya.

R. Porque el Señor a quien has merecido llevar; aleluya.

V. Ha resucitado según su palabra; aleluya.

R. Ruega al Señor por nosotros; aleluya.

V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.

R. Porque verdaderamente ha resucitado el Señor; aleluya.

Oremos:

Oh Dios,

que por la resurrección de tu Hijo,

nuestro Señor Jesucristo,

has llenado el mundo de alegría,

concédenos, por intercesión de su Madre,

la Virgen María,

llegar a alcanzar los gozos eternos.

Por nuestro Señor Jesucristo.

Amén.


El Papa Benedicto XIV estableció, en 1742, que durante el tiempo Pascual se sustituyera el rezo del Ángelus por la antífona «Regina Caeli».

 

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