«Todos fuimos embriones», es el lema de la próxima campaña que la Iglesia lanzará en todas las parroquias y colegios católicos a partir del próximo 4 de abril, a la par con el décimo aniversario de la publicación de la Encíclica «Evangelium Vitae» de Juan Pablo II. Se entregarán siete millones de dípticos, en los que aparece la imagen de un bebé durmiendo y de una familia numerosa, así como detalles de investigaciones con embriones. «La vida humana, don precioso de Dios, es sagrada e inviolable», apuntan los obispos en la campaña que, citando a la propia «Evangelium Vitae», subraya que «el ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida». La Iglesia también ha previsto la celebración de charlas y mesas redondas en parroquias y asociaciones católicas. Por su parte, la Universidad de Navarra celebrará, del 6 al 8 de abril, su XVI Simposio Internacional de Teología, que tendrá por título «Sociedad contemporánea y cultura de la vida. En el décimo aniversario de «Evangelium Vitae»». A su vez, los obispos miembros de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida han emitido un mensaje, titulado «La vida humana, don precioso de Dios», donde inciden en que «todo atentado contra la vida del hombre es también un atentado contra la justicia y constituye una grave ofensa a Dios». En su mensaje, la Iglesia da gran importancia del debate sobre el estatuto del embrión, destacando que «desde el principio estamos ante una vida humana», puesto que «el embrión no es un mero agregado de células vivas, sino el primer estadio de la existencia de un ser humano. Desde el momento de la fecundación hay vida humana, y por tanto dignidad personal». «Curar sin eliminar la vida» El comunicado también hace hincapié en los avances científicos, gracias a los cuales «hoy son posibles terapias e incluso operaciones intrauterinas en beneficio del no nacido». A su vez, los obispos saludan «la aplicación terapéutica de las células madre procedentes de tejido de adulto. Éstas son las auténticas terapias: las que curan sin dañar ni eliminar la vida». Por ello, piden a los científicos «que promuevan siempre la vida frente a tantas amenazas por parte de una «cultura de la muerte» que se manifiesta de muchas maneras: la anticoncepción, la extensión de las esterilizaciones, la disminución preocupante de la natalidad, el aborto, la píldora «del día después» -que además de anticonceptiva puede ser abortiva-, la manipulación del lenguaje al hablar de «preembriones» como si no fueran ya plenamente personas, la selección y recducción embrionarias, la manipulación y destrucción de embriones para obtener células madre para la investigación, y la cada vez más amenazante práctica de la clonación». Por eso, «les pedimos que proclamen con valentía el valor sagrado de la vida humana desde el momento de la concepción y que nunca se dejen seducir por posibilidades contrarias a la ética». Finalmente, el mensaje recalca el papel de la familia para la defensa de la vida humana, pidiendo «más profunda conciencia de su misión al servicio de la vida».

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