¡La Jerusalén celestial, la ciudad de Dios, la corte divina! ¿Quién podrá entender su grandeza, riqueza?

ORACIONES 

Veni, Creator Spiritus 

Ven, Espíritu Creador,
visita las mentes de tus siervos, llena de la gracia de lo alto los pechos que Tú creaste. 

Tú, que eres llamado Paráclito, don de Dios altísimo,
fuente viva, fuego, amor,
y unción espiritual. 

Tú septiforme en el don,
dedo de la paterna diestra,
Tú, auténtica promesa del Padre,
que enriqueces las lenguas con palabras. 

Enciende lumbre en los sentidos, infunde amor en los corazones, corroborando con vigor constante la fragilidad de nuestro cuerpo. 

Rechaza más y más lejos al enemigo, concede prontamente la paz,
yendo así Tú delante como guía, evitemos todo mal. 

Haz que por ti conozcamos al Padre y conozcamos también al Hijo
y por ti, Espíritu de entrambos, creamos en todo tiempo. 

A Dios Padre sea la gloria
y al Hijo, que entre los muertos resucitó, y al Paráclito
por los siglos de los siglos. Amén. 

Ave Maris Stella 

Salve, Estrella del mar,
Madre, que diste a luz a Dios, quedando perpetuamente Virgen, feliz puerta del cielo. 

Pues recibiste aquel Ave De labios de Gabriel, ciméntanos en la paz, trocando el nombre de Eva. 

Suelta las prisiones a los reos, da lumbre a los ciegos, ahuyenta nuestros males, recábanos todos los bienes. 

Muestra que eres Madre, reciba por tu mediación nuestras plegarias el que nacido por nosotros, se dignó ser tuyo. 

Virgen singular, sobre todos suave, haz que libres de culpas, seamos suaves y castos. 

Danos una vida pura, prepara una senda segura, para que, viendo a Jesús, eternamente nos gocemos. 

Gloria sea a Dios Padre, loor a Cristo altísimo
y al Espíritu Santo: a los tres un solo honor. Amén

Magnificat 

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava. 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí y su nombre es santo. 

Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación sobre los que le temen. 

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes;
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. 

Acogió a Israel su siervo, acordándose de su misericordia -como la había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia para siempre. 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 

Meditación breve:

KEMPIS: Se hallaba uno lleno de congoja, luchando entre el temor y la esperanza, y un día, cargado de tristeza, entró en la iglesia, y se postró delante del altar en oración, y meditando en su corazón varias cosas, dijo: ¡Oh! ¡Si supiese que había de perseverar! Y luego oyó en lo interior la divina respuesta: ¿Qué harías si eso supieses? Haz ahora lo que entonces quisieras hacer, y estarás seguro. Y en aquel punto, consolado y confortado, se ofreció a la divina voluntad, y cesó su congojosa turbación. Y no quiso escudriñar curiosamente para saber lo que le había de suceder, sino que anduvo con mucho cuidado de saber lo que fuese la voluntad de Dios, ya sus divinos ojos más agradable y perfecto para comenzar y perfeccionar toda buena obra. El profeta dice: Espera en el Señor, y haz bondad, y habita en la tierra, y serás apacentado en sus riquezas. Detiene a muchos el fervor de su aprovechamiento, el espanto de la dificultad, o el trabajo en la pelea. Ciertamente aprovechan más en las virtudes, aquellos que más varonilmente ponen todas sus fuerzas para vencer las que les son más graves y contrarias. Porque allí aprovecha el hombre más y alcanza mayor gracia, adonde más se vence a sí mismo y se mortifica el espíritu. Pero no todos tienen igual ánimo para vencer y mortificarse. No obstante, el diligente y celoso de su aprovechamiento, más fuerte será para la perfección, aunque tenga muchas pasiones, que el de buen natural, si pone poco cuidado en las virtudes. (Imitación de Cristo, libro I, cap. 25) 

PREGUNTATE: 

. A)  TIENES QUE LUCHAR POR SER CRISTIANO HOY PORQUE EL MAÑANA NO SABES SI VENDRA NI QUE PASARA; POR ESO, ES ABSURDO PREOCUPARTE POR ESO. ¿VIVES ANGUSTIADO PENSANDO EN EL MAÑANA, EN SI SERAS FIEL A DIOS?

. B)  “SOLO POR HOY”, DECIA EL PAPA JUAN XXIII. ¡ESE DEBE SER TU PENSAMIENTO!

Meditación extendida:

La Gloria del Paraíso

Composición de lugar. Ver la Ciudad de Dios, como la describe San Juan (Apoc 12), iluminada por la claridad de Dios y del Cordero, semejante a las piedras preciosas, al jaspe y al cristal.

Petición. Sentimiento interno de los goces del cielo que me ponga hastío de los placeres del mundo y deseo de seguir a Nuestra Señora por el camino de la Santa Esclavitud.

Punto I. ¡La Jerusalén celestial, la ciudad de Dios, la corte divina! ¿Quién podrá entender su grandeza, riqueza y hermosura, aunque con la fantasía junte en un lugar todo lo grande, rico y hermoso que hay en este mundo? Si aun en este lugar de destierro puso Dios tantas cosas que nos parecen hermosísimas, ¿qué será aquella ciudad santa que fundó el Altísimo sólo para regalo de los que ama?

Y ¿qué será gozar de la compañía de todo lo mejor que ha habido en el mundo, tratar como amigos y hermanos a los hombres más grandes y santos que ha habido en la tierra y a los mismos ángeles? ¿Qué abrazos daremos a los santos de nuestra devoción? ¿Con qué cariño besaremos la mano de San José? ¿Qué cosas nos contará el Ángel de la Guarda de la paternal providencia con que el Señor ha enderezado toda nuestra vida?

Pero sobre todo esto, ¿qué será ver a la Reina de los Ángeles? Y ¿qué será estrecharla en nuestros brazos?… Atrevámonos a esperarlo así; que no puede negarnos este favor la que es nuestra Madre. Si tan dulce es acordarse de Ella en la oscuridad del destierro, ¿qué será estrecharla en la intimidad de la patria? Y ¿qué será cuando ella ponga en nuestros brazos a Jesús, fruto bendito de su vientre?… Y todo esto aun es nada en comparación de la dicha de ver y poseer a Dios y eternamente gozarle…

P. II. Veamos cómo la Santísima Virgen explica a su sierva la Venerable Agreda, conforme a la doctrina común de los teólogos, los goces del cuerpo y del alma en la patria celestial.

“Para que ahora, ayudada del discurso, pueda rastrear algo de la gloria de Cristo, mi Señor, de la mía, y de los Santos, discurriendo por los dotes del cuerpo glorioso, te quiero proponer la regla por donde en esto puedas pasar a los del alma. Ya sabes que éstos son visión, comprensión y fruición. Los del cuerpo son los que dejas repetidos, claridad, impasibilidad, sutilidad y agilidad.

A todos estos dotes corresponde algún aumento por cualquiera obra meritoria, que hace el que está en gracia, aunque no sea mayor que mover una pajuela por amor de Dios, y dar un jarro de agua. Por cualquiera de estas mínimas obras granjeará la criatura, para cuando sea bienaventurada, mayor claridad que la de muchos soles. Y en la impasibilidad se aleja de la corrupción humana y terrena más de lo que todas las diligencias y fuerzas de las criaturas pueden resistirla, y apartar de sí lo que las puede ofender y alterar. En la sutilidad se adelanta para ser superior a todo lo que le puede resistir, y cobra nueva virtud sobre todo lo que quiere penetrar. En el dote de la agilidad le corresponde a cualquiera obra meritoria más potencia para moverse que la tienen las aves, los vientos, y todas las criaturas activas, como el fuego y los demás elementos para caminar a sus centros naturales.

Por el aumento que se merece en estos dotes el cuerpo entenderás el que tienen los dotes del alma, a quien corresponden y de quien se derivan. Porque en la visión beatífica adquiere cualquier mérito mayor claridad y noticias de los atributos y divinas perfecciones que cuanto han alcanzado en esta vida mortal todos los doctores y sabios que ha tenido la Iglesia. También se aumenta el dote de la comprensión, o tensión del objeto divino; porque de la posesión y firmeza con que se comprende aquel Sumo e Infinito Bien se le concede al justo nueva seguridad y descanso más estimable que si poseyera todo lo precioso y rico, deseable y apetecible de las criaturas, aunque todo lo tuviera por suyo sin temer perderlo.

En el dote de la fruición, que es el tercero del alma, por el amor con que el justo hace aquella pequeñuela obra, se le concede en el cielo por premio grados de amor fruitivo excelentes: que jamás llegó a compararse con este aumento el mayor afecto que tienen los hombres en la vida a lo visible; ni el gozo que de él resulta tiene comparación con todo el que hay en la vida mortal.”

P. III. ¿Cuál es el camino para subir a esta ciudad de las eternas delicias? No hay más que uno: el que nos enseñó Jesucristo: el camino real de la santa cruz. Áspero, duro y peligroso y por todas partes difícil para quien quiere andarle solo; pero llano y suave, seguro y perfecto para quien le anda en compañía de la Virgen Nuestra Señora, entregándose a Ella para ser  siempre su esclavo. ¡Dichosa esclavitud, por la que tan fácilmente alcanzamos la libertad eterna!

Terminemos saboreando en dulce coloquio la Salve, que es el cantar de los desterrados que suspiran por el cielo.


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