Ruega por mí, pecador, para que “sienta interno conocimiento de mis pecados y aborrecimiento de ellos

Entraremos decididamente por este camino, firmemente convencidos de nuestra miseria e incapacidad…

Primera Semana

CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO 

Nuestros ratos de oración en dialogo intimo con Dios, los exámenes diarios de conciencia, las reflexiones, nuestros momentos de dirección espiritual, los actos de renuncia de nuestra propia voluntad, de arrepentimiento por nuestros pecados, de desprecio propio, realizado todo a los pies de María, ya que por Ella esperamos la luz para conocemos a nosotros mismos. Junto a Ella, podremos medir el abismo de nuestras miserias sin desesperar. Debemos emplear todas nuestras acciones piadosas en pedir un conocimiento propio y el arrepentimiento de nuestros pecados: y debemos hacer esto con espíritu de piedad. Durante este período, consideraremos tanto la oposición que existe entre el espíritu de Jesús y el nuestro, como el miserable y humillante estado en que nos han reducido los pecados. Además, siendo la verdadera devoción una manera fácil, corta, segura y perfecta para llegar a esa unión con Nuestro Señor, que es la perfección a la imitación de Cristo. Entraremos decididamente por este camino, firmemente convencidos de nuestra miseria e incapacidad. Pero, ¿cómo conseguir esto sin el conocimiento de sí mismo? Tenemos que luchar por conocernos de la mejor manera posible. 

Oraciones vocales.

ORACIONES DE LA PRIMERA SEMANA

 

DIA 15

Meditación breve:

EVANGELIO: Por aquel tiempo se presentaron algunos, que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían, y respondiéndoles, dijo: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los otros por haber padecido todo esto? Yo os digo que no, y que, si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis. Aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre de Siloé y los mató, ¿creéis que eran más culpables que todos los hombres que moraban en Jerusalén? Os digo que no, y que, si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis. (Lc. 13, 1-5) 

MONTFORT: Necesitamos a María para morir a nosotros mismos Para vaciamos de nosotros mismos es menester morir a nosotros mismos todos los días; es decir, es menester renunciar a las operaciones de las facultades de nuestra alma y de los sentimientos de nuestro cuerpo; es menester ver como si no se viese, oír como si no se oyese, servirse de las cosas de este mundo como si no se sirviese uno de ellas, lo cual llama San Pablo morir todos los días. (1 Cor 15, 31). Si al caer el grano de trigo en la tierra no muere, permanece solo y no produce fruto bueno (Jn, 12, 24). Si no morimos a nosotros mismos y si nuestras devociones más santas no nos conducen a esta muerte necesaria y fecunda, no produciremos fruto alguno, y serán inútiles nuestras devociones; todos nuestros actos de justicia estarán mancillados por el amor propio y la propia voluntad, lo que hará que Dios tenga por abominación los mayores sacrificios y las mejores acciones que podamos ejecutar, y a nuestra muerte nos hallaremos con las manos vacías de virtudes y de méritos, y no tendremos una centella del amor puro que sólo se comunica a las almas muertas a sí mismas, cuya vida se esconde con Jesucristo en Dios. Es menester escoger entre todas las devociones a la Santísima Virgen, la que más nos lleve a esta muerte propia, como que es la mejor y más santificante, porque ni es oro todo lo que reluce, ni miel todo lo dulce, ni lo más factible y practicado por la mayoría es lo más perfecto. Como en el orden de la naturaleza hay operaciones que se hacen a poca costa y con facilidad, asimismo en el de la gracia hay secretos que se ejecutan en poco tiempo, con dulzura y facilidad, operaciones sobrenaturales y divinas que consisten en vaciarse de sí mismo y llenarse de Dios, y lograr así la perfección. (Tratado de la Verdadera Devoción, núms. 81 y 82) 

PREGUNTATE:
A) ¿QUE SON PARA TI LA ORACION, LA PENITENCIA LA MISA? ¿UN PASATIEMPO? 

¿UNA OCUPACION BONITA O UN ENCUENTRO REAL CON DIOS QUE TE LLEVA A CAMBIAR LO QUE TIENES DE MALO E IRTE ACERCANDO MAS A DIOS? 

B) ¿VAS BUSCANDO PRACTICAS Y PRACTICAS PIADOSAS EN VEZ E SUJETARTE A UNAS POCAS QUE REALMENTE TE AGARREN A DIOS? LO IMPORTANTE NO ES HACER Y HACER COSAS SINO LAS QUE SE HACEN HACERLAS BIEN LO OTRO NOS LLEVA A UNA ESPECIE DE GULA ESPIRITUAL QUE SOLO NOS DA DESASOSIEGO. 

Meditación extendida:

Consideraciones sobre el Avemaría, encaminadas al conocimiento propio

Composición de lugar. La Virgen Santísima lavando y curando las llagas de nuestra alma, como se le presentó al Padre Alonso Exquerra, S. J.

Petición. Conocimiento profundo de mis pecados y miserias, para que me persuada de la necesidad que tengo de ponerme del todo en manos de Nuestra Señora.

Punto I. “Llena eres de gracia”. La Virgen Santísima es (está, estuvo y estará siempre) llena de gracia santificante, más que todos los ángeles y santos; y llena de toda suerte de gracias actuales, su entendimiento siempre lleno de divina luz, su voluntad siempre movida a heroicas virtudes.

Y yo estuve lleno de pecados, y estoy todavía lleno de las hediondas llagas que ellos dejaron en mi alma; lleno de aficiones desordenadas, de obscuridad en el entendimiento, de torpeza en la voluntad, y estaré tal vez muy expuesto a nuevas y mayores caídas; tanto más cercano a ellas cuanto mi soberbia me hace creer que estoy más lejos.

P. II. “El Señor es contigo”. El Señor estuvo con su Madre, más que con ninguna criatura, ya presente en sus purísimas entrañas, corporalmente, ya unido a su alma, por contemplación altísima, que, según parece, ni aun durante el sueño se interrumpía.

Y yo, ¡cuánto me he alejado de Dios con mis pecados y cuánto me he expuesto a estar de Él apartado para siempre! Y aun ahora, ¡qué poco disfruto de su presencia! Aunque, según espero en su bondad, estará presente en mi alma por la gracia de este divino sol, las nubes que levantan en ella mis pasiones no me lo dejan ver.

P. III. “Bendita tú eres entre todas las mujeres”. ¡De cuántos dones de Dios, de cuántas bendiciones está llena la Santísima Virgen y cuán bien ha sabido aprovecharlas!

Y yo ¡cuán pobre ando de bienes sobrenaturales y cuán mal sé aprovechar los que tengo! ¡Desventurado entre los hombres, como Ella bendita entre las mujeres; que tal vez los más desventurados y pecadores serían mejores que yo, si tuvieran los dones que yo tengo; aunque el Señor no me haya dado tantos como quisiera, porque ve lo mal que correspondo! ¿Qué sería de este siervo inútil, que esconde su exiguo talento, si no le valiera la intercesión de Nuestra Señora?

P. IV. “Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”. ¡Qué dichoso fruto nos trajo la Virgen Santísima, fruto de salvación y de vida para el mundo entero! ¡Y yo cuán poco fruto he logrado para la divina gloria y para bien de mis prójimos! ¡Cuán estériles son mis trabajos, por falta de aliento sobrenatural, que los vivifique!


Después de ver en cada una de estas consideraciones mi fealdad y miseria, que resalta más, contrapuesta a la hermosura y riqueza de mi Soberana, me arrojaré a sus pies, parafraseando en fervoroso coloquio la última parte del Avemaría, insistiendo, sobre todo, en el “ruega por nosotros, pecadores”. Ruega por mí, pecador, para que “sienta interno conocimiento de mis pecados y aborrecimiento de ellos”. Para que penetre con íntimo sentimiento “el desorden de mis operaciones” y aborreciéndolo “me enmiende y ordene”. No permitas, Señora, que un siervo tuyo desdore el honor de tu casa con tales pecados y tal desorden; por tu limpieza inmaculada, por el horror que al pecado tienes, por la compasión maternal que el pecador te inspira, intercede con el Padre para que me presente a Él con la pureza que a un esclavo tuyo conviene.


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