¿Cómo me amará tu Corazón Purísimo si este corazón es de barro?


DÍA  22

SEGUNDA SEMANA


CONOCIMIENTO DE MARÍA 

Los actos de amor, afectos piadosos hacia la Santísima Virgen, imitación de sus virtudes, especialmente su humildad profunda, su fe viva, su obediencia ciega, su continua oración mental, su mortificación en todas las cosas, su pureza incomparable, su caridad ardiente, su paciencia heroica, su dulzura angelical y su sabiduría divina: «siendo esto» como dice San Luis María Grignion de Montfort, «las diez virtudes principales de la Santísima Virgen». Tenemos que unimos a Jesús por María, ésta es la característica de nuestra devoción; por tanto, San Luis María Grignion de Montfort nos pide que nos empleemos a fondo para adquirir un conocimiento de la Santísima Virgen. María es nuestra soberana y nuestra medianera, nuestra Madre y nuestra Señora. Esforcémonos, pues, en conocer los efectos de esta realeza, de esta mediación, y de esta maternidad, así como las grandezas y prerrogativas que son los fundamentos o consecuencias de ello. Nuestra Santísima Madre también es perfecta – un molde en donde podemos ser moldeados para poder hacer nuestras sus intenciones y disposiciones. Esto no lo conseguiremos sin estudiar la vida interior de María, o sea, sus virtudes, sus sentimientos, sus acciones, su participación en los misterios de Jesucristo y su unión con Él. 

Oraciones vocales

Anotaciones

DÍA 22

Meditación breve:

MONTFORT: Características:
Interior: La verdadera devoción a Nuestra Señora es interior: es decir, debe partir del espíritu y del 

corazón; nace dicha devoción de la estima que se hace de la Virgen, de la alta idea que uno se ha formado de sus grandezas y del amor que se le tiene. 

Tierna: Es tierna, es decir, llena de confianza en la Santísima Virgen, como la de un niño para con su buena madre. Esta devoción es la que hace que un alma recurra a Ella en todas sus necesidades de cuerpo y espíritu con mucha sencillez, confianza y ternura. Santa: Esta devoción a nuestra Señora.
-Santa: es decir, que conduce a un alma a evitar el pecado y a imitar las virtudes de la Santísima Virgen en particular, la humildad profunda, la fe viva, la ciega obediencia, la continua oración, su universal mortificación, la pureza incomparable, la caridad ardiente, la heroica paciencia, -la dulzura angelical y la divina sabiduría. Tales son las diez principales virtudes de la Santísima Virgen. 

Constante: Es constante, es decir, afirma a un alma en el bien y la lleva a no abandonar fácilmente las prácticas de devoción; la hace animosa para oponerse al mundo, y sus costumbres y sus máximas, a la carne con sus apetitos y sus pasiones, y al demonio en sus tentaciones: de modo que una persona verdaderamente devota a la Santísima Virgen no es mudable, melancólica, escrupulosa ni medrosa. -Desinteresada: inspira a un alma que no se busque a sí misma; sino sólo a Dios en su Santísima Madre. Un verdadero devoto de María no ama a esta augusta Reina por espíritu de lucro y de interés, ni por su bien temporal ni espiritual, sino únicamente porque merece ser servida, y Dios sólo en Ella. (Tratado de la Verdadera Devoción… núms. 105-110) 

PREGUNTATE: 

. A)  ¿CUAL ES LA CARACTERISTICA QUE MAS ESTAS VIVIENDO? ¿CUAL TE FALTA MAS? 

. B)  ¿Qué CREES QUE DEBES CAMBIAR CUANTO ANTES EN TU DEVOCION A ELLA? 

Meditación extendida:

Razones porque ama la Virgen Santísima a sus verdaderos devotos

Composición de lugar. Vernos con Nuestra Señora, disfrutando de su amor, en la forma que más devoción nos diere.


Punto I. “Los ama porque es su verdadera Madre, y una madre ama siempre a su hijo, fruto de sus entrañas.”

Recuérdese lo que dijimos más arriba de cómo es María Santísima verdadera, aunque espiritualmente, nuestra Madre.


P. II. “Los ama con gratitud, porque ellos, efectivamente, la aman como a madre.”

Yo amo a los que me aman. ¿Qué corazón noble y agradecido no devuelve amor por amor? Pues si nosotros, con ser cuales somos, la amamos mucho, ¿no nos ha de amar Ella mucho más, siendo, por naturaleza y por gracia, incomparablemente más noble y agradecida? “¡Ay, Señora (le decía San Alonso Rodríguez), si me amaras tú tanto como yo te amo! -¿Qué dices, Alonso?, le responde; tanto va del amor que te tengo al que me tienes, como del cielo a la tierra.” Y no hay duda, Madre mía, que lo mismo dices a mí. Pues, ¿cómo me amará tu Corazón Purísimo si este corazón de barro tanto te ama?


P. III. “los ama porque, como a predestinados que son, Dios también les ama.

Esaú es figura de los réprobos, y Jacob, el hijo querido de Rebeca, es figura de los predestinados, hijos queridos de María. El Señor, pues, ama a Jacob y aborrece a Esaú; y la Santísima Virgen, cuya voluntad está tan unida con la divina, no puede menos de amar lo que Dios ama. Y Dios ama a los devotos de Nuestra Señora, y en ser tales se conoce que les ama; pues la verdadera devoción a la Reina de los Ángeles es cierta señal de predestinación. Nos ama, por tanto, la Madre de Dios con amor firmísimo y constante, que no se funda, como a veces el nuestro, en veleidades y caprichos, sino en la inmutable y eterna voluntad divina. ¡Qué dicha la nuestra! ¿Qué hemos hecho para merecer tal amor, y qué hemos de hacer para mostrarnos agradecidos a la infinita Misericordia?


P. IV. “Los ama porque se han consagrado del todo a Ella y son su parte y su herencia.

Los ama, pues, no sólo con afecto de gratitud, porque le han demostrado su amor entregándose a Ella, sino también con el afecto que se ama una cosa propia, porque Ella las ha recibido en su casa, y Dios se lo ha encomendado singularmente.

Los ama tiernamente y más tiernamente que todas las madres juntas. Meted, si podéis, todo el amor natural que las madres de todo el mundo tienen a sus hijos, en el corazón de una sola madre, para que con todo ese amor ame a su hijo único. Mucho le amará, por cierto; pero sin duda que María quiere aún a sus hijos más tiernamente que esta madre amaría al suyo.


¡Dichoso yo! ¿Qué me importa que todo el mundo me desprecie, si de esta manera logro que me ame la Reina del cielo? Y no hay duda que lo conseguiré. ¡Basta que yo lo quiera!

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