Jesús en el seno de María

TERCERA SEMANA

Se empleará en conocer a Jesucristo. San Luis María recomienda que se medite lo que acerca de Él ha escrito; y así, nosotros compondremos nuestras meditaciones con fragmentos de sus dos obras, la Verdadera devoción y el Amor de la Sabiduría.

Oraciones vocales. Recomienda el Santo la oración de San Agustín; las letanías del Espíritu Santo y el Ave Maris Stella, ya señalados para las semanas precedentes, y las letanías del Nombre de Jesús.

 

ORACIONES DE LA TERCERA SEMANA

DÍA 25

Meditación Breve:

MONTFORT: Si queréis comprender a la Madre, dice un santo, comprended al Hijo, pues es una Madre digna de Dios: Que aquí toda lengua enmudezca. Para demostrar que la divina María ha estado desconocida hasta ahora, y que es una de las razones por las cuales Jesucristo no es conocido como debe serio. Si, pues, como es cierto, el reino de Jesucristo ha de venir al mundo, no será sino consecuencia necesaria del conocimiento del reino de la Santísima Virgen María, que le trajo al mundo la vez primera y le hará resplandecer en la segunda venida. Confieso con toda la Iglesia que no siendo María sino una pura criatura salida de las manos del Altísimo, comparada con la Majestad infinita es menos que un átomo, o más bien nada, puesto que sólo Dios es quien es, y por consiguiente, confieso que este gran Señor, Ser soberano y absoluto, ni ha tenido ni ahora tiene necesidad alguna de la Santísima Virgen para hacer su voluntad santísima y para manifestar su gloria. Basta que Dios quiera, para que todo se haga. Digo, sin embargo, que así y todo, habiendo querido Dios empezar y concluir sus más grandes obras por la Santísima Virgen desde que la formó, es de creer que no cambiará de conducta en el transcurso de los transcursos de los siglos, pues es Dios y no varía en sus sentimientos ni en su proceder. María es la Reina del cielo y de la tierra por la gracia, como Jesús es Rey por naturaleza y por conquista; pues el reino de Jesucristo consiste principalmente en el corazón y en el interior del hombre, según estas palabras: «El reino de Dios está dentro de vosotros», del mismo modo el reino de la Santísima Virgen está principalmente en el interior del hombre, es decir, en las almas, y en las almas es en donde principalmente está más glorificada con su Hijo que en todas las criaturas visibles, y podemos llamarla con los santos, Reina de los corazones. (Tratado de la Verdadera Devoción…, núms. 12-38) 

PREGUNTATE: 

. A)  ¿CONOCES A LA VIRGEN? ¿Cómo PODRIAS CONOCERLA MAS?

. B)  LOS QUE ESTAN A TU ALREDOR (FAMILIA, COMPAÑEROS DE TRABAJO, AMIGOS,
VECINOS…), ¿CONOCEN A LA VIRGEN? ¿LUCHAS DE ALGUNA FORMA PARA QUE LA CONOZCAN Y LE TENGAN UNA DEVOCION REAL? ¿PODRIAS HACER ALGO MAS PARA QUE SEA MAS CONOCIDA Y AMADA? 

Meditación extendida:

Jesús en el seno de María

Composición de lugar. La Virgen Santísima recogida después del misterio de la Encarnación.

Petición. “Conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre para que más le ame y le siga.” (San Ignacio.)

Punto I. “La divina María recibió de la Sabiduría eterna tan grandes aumentos de gracia y tan perfecta fidelidad mostró a su amor, que no sólo arrebató de admiración a los ángeles, sino a Dios mismo. Encántale aquella humildad profunda hasta el anonadamiento; le atrae aquella pureza tan divina; le hacen fuerza aquella fe viva y aquellas oraciones tan frecuentes; la Sabiduría Eterna se ve amorosamente vencida por tan amorosas solicitaciones. “¡Oh! –exclama San Agustín-, ¡qué amor el de María, que ha vencido al Todopoderoso!” ¡Cosa estupenda! Queriendo esta Sabiduría descender del seno del Padre al seno de una Virgen y descansar entre las azucenas de la pureza y darse por medio de ella a los hombres, le deputa al arcángel Gabriel para saludarla de su parte y decirla que quiere encarnar en ella, con tal que para esto dé su consentimiento.” (San Luis María de Montfort. Amor de la Sabiduría, p. 2. c. I.)

No de otra suerte (como en varias partes dice el Santo) viene Jesucristo a las almas ahora que como vino entonces al mundo. Los encantos de María le atraen; quiere apacentarse entre las azucenas de los corazones puros a Ella consagrados; cuanto más encuentra a María en las almas, más quiere a ellas venir.

P. II. Jesús y María se nos presentan en este misterio “tan íntimamente unidos, que Jesús está todo en María y María está toda en Jesús: o más bien, Ella no es ya más Ella, sino Jesús todo y sólo en Ella; y fuera más fácil separar la luz del sol que a María de Jesús. De suerte que puede llamarse a Nuestro Señor Jesús de María, y a la Santísima Virgen, María de Jesús.” (Verdadera devoción, práct. 4.)

Ni se rompió esta unión con el nacimiento, que, aunque separara los cuerpos, no pudo separar los corazones, que unidos permanecieron durante toda la vida mortal y gloriosa, y permanecerán por toda la eternidad.

“De la sangre del Corazón de María, que es pura llama, se formó el Corazón de Jesús: no tienen más que un corazón, no tienen más que un alma; al uno en el otro se le debe amar.” (Cantares del Santo.)

Por donde claramente se ve que no podemos conocer el Corazón de María sin conocer el de Jesús, ni amar a María sin amar a Jesús, ni vivir por María, con María, en María y para María sin vivir por Jesús, con Jesús, en Jesús y para Jesús.

P. III. “No se ha desdeñado este buen Señor de encerrarse en el seno de la Santísima Virgen como cautivo y esclavo amoroso. Piérdese aquí el espíritu humano cuando seriamente se reflexiona en este proceder de la Sabiduría Encarnada, que no ha querido, aunque pudiera hacerlo, darse directamente a los hombres, sino por medio de la Santísima Virgen.” (Verdadera devoción, c. IV, a. 2.)

“Y es que Cristo, Nuestro Señor, quiso tener madre (dice el Padre la Puente) para que Ella fuese también Madre y abogada de pecadores; los cuales, si por su pusilanimidad temiesen acudir a Él, por ser no solamente hombre y abogado nuestro, sino también Dios y Juez muy justo, acudiesen confiadamente a su Madre, a quien no pertenece ser juez, sino abogada, y Ella, como Madre de misericordia y piedad, abogase por todos”.

Quiso también enseñarnos que nosotros hemos de hacernos como los niños, para vivir en todo dependientes de María, como un pequeñuelo que no puede vivir sin su madre.

“El incomprensible se ha dejado comprender y tomar por la pequeña María, sin perder nada de su inmensidad, y también por la pequeña María hemos de dejarnos tomar y cautivar nosotros sin reserva alguna.” 

P. IV. Mas no por ser cautivo de María dejó de obrar Jesús. No solamente oyó y ofreció su sacrificio en ella como en purísimo altar, sino que, también conducido por ella, fue a salvar almas.

“Santificó a San Juan en el seno de su madre Santa Isabel por la palabra de María; tan pronto como Ella habló, Juan fue santificado, y éste fue el primero y más grande milagro de la gracia que hizo Jesús.”

También nosotros hemos de obrar maravillas de la gracia encerrados dentro de María y viviendo de su vida, dejándonos conducir por Ella. Su dulce esclavitud, en vez de atarnos, nos hace más sueltos para correr en pos de las almas y atraerlas a Jesús.

  

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