Procure revisar las indicaciones cuando sea necesario y repetir las oraciones todos los días de la semana antes de la meditación.

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María es un misterio

 A causa de su humildad.

Su humildad fue tan grande que no hubo para Ella anhelo más firme y constante que el de ocultarse a sí misma y a todas las criaturas, para ser conocida solamente de Dios.

Ella pidió pobreza y humildad. Y Dios, escuchándola, tuvo a bien ocultarla en su concepción, nacimiento, vida, misterios, resurrección y asunción, a casi todos los hombres. Sus propios padres no la conocían. Y los ángeles se preguntaban con frecuencia uno a otros ¿Quién es ésta?. Porque el Altísimo se la ocultaba. O, si algo les manifestaba de Ella, era infinitamente más lo que les encubría.

 Por su grandeza excepcional.

 

María es la excelente obra maestra del Altísimo.

 

Quien se ha reservado a sí mismo el conocimiento y posesión de Ella.

 

María es la Madre admirable del Hijo. Quien tuvo a bien humillarla y ocultarla durante su vida, para fomentar su humildad, llamándola mujer, como si se tratara de una extraña, aunque en su corazón la apreciaba y amaba más que a todos los ángeles y hombres.

 

María es la fuente sellada, en la que sólo puede entrar el Espíritu Santo, cuya Esposa fiel es Ella.

 

María es el santuario y tabernáculo de la Santísima Trinidad, donde Dios mora más magnífica y maravillosamente que en ningún otro lugar del universo sin exceptuar los querubines y serafines: a ninguna criatura, por pura que sea, se le permite entrar allí sin privilegio especial.

 

Conocemos a María Santísima como:

 

– Criatura de Dios sin pecado original

– Mujer, hija y esposa siempre fiel

– Madre de Dios. Siempre Virgen

– Abogada y mediadora universal.

– Madre de todos los hombres.  

– Madre de la Iglesia

– Asunta al cielo en cuerpo y alma. Reina y Señora de todo lo creado

– Criatura de Dios sin pecado original

 

Todos los seres humanos al ser hijos de Adán y Eva, heredamos de ellos la marca del primer pecado, llamado pecado original.

En la obra de la redención, Dios apartó tiernamente a esta criatura celestial, preservándola desde siempre para que fuera la Madre del Salvador.

Ya que el Mesías no podía nacer de alguien manchado, pues El siendo perfecto, no podía nacer de algo que no lo fuera.

Esta característica fue reconocida por la Iglesia por un dogma que es el de la Inmaculada Concepción

 

LA INMACULADA CONCEPCIÓN

 

El Dogma de la Inmaculada Concepción establece que María fue concebida sin mancha de pecado original. El dogma fue proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.»Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del genero humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles.»

 

Mujer, hija y esposa. Siempre fiel

 

Ella desarrolló su vida aquí en la tierra, haciendo todo bien, en perfecta fidelidad con su Creador y su Divina Voluntad.

 

Como hija de Joaquín y de Ana, o como esposa de José, obró en todo momento, fielísimamente con sus obligaciones de estado. Aplicando sus virtudes heroicas, anteponiendo siempre el bien de los demás y la Voluntad del Padre, antes que su bienestar y derechos.

 

En cada momento de nuestras vidas, debemos preguntarnos, ¿Qué haría María en mi lugar? o ¿Qué habría hecho María en mi lugar?.

 

Debemos ser otras Marías, debemos imitar su perfecta fidelidad al plan de Dios.

Ella, como nadie nos ha mostrado que ha sabido ser en forma perfecta:

Hija de Dios, hija de sus padres naturales, esposa de José, Viuda, Caritativa con los necesitados, Madre que entregó a su Hijo por el bien de la humanidad. Sufrió el destierro, la pobreza, el rechazo por su hijo, fue sospechada en su pureza…

Dios planificó en Ella y Ella aceptó todos los sufrimientos de mujer. Para que todos los seres humanos tanto hombres como mujeres, encontremos en Ella y en su Hijo Jesús, el ejemplo de humildad, aceptación del dolor y el Amor a Dios.

 

Madre de Dios

 

La Maternidad Divina

El dogma de la Maternidad Divina se refiere a que la Virgen María es verdadera Madre de Dios. Fue solemnemente definido por el Concilio de Efeso (año 431). Tiempo después, fue proclamado por otros Concilios universales, el de Calcedonia y los de Constantinopla.

El Concilio de Efeso, del año 431, siendo Papa San Clementino I (422-432) definió:

«Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema.»

El Concilio Vaticano II hace referencia del dogma así:

«Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con sus súplicas en todos sus peligros y necesidades» (Constitución Dogmática Lumen Gentium, 66)

 

La Perpetua Virginidad

 

El dogma de la Perpetua Virginidad se refiere a que María fue Virgen antes, durante y perpetuamente después del parto.»Ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo cuyo nombre será Emanuel» (Cf. Is., 7, 14; Miq., 5, 2-3; Mt., 1, 22-23) (Const. Dogmática Lumen Gentium, 55 – Concilio Vaticano II).»La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre. En efecto, el nacimiento de Cristo «lejos de disminuir consagró la integridad virginal» de su madre. La liturgia de la Iglesia celebra a María como la ‘Aeiparthenos’, la ‘siempre-virgen’.» (499 – catecismo de la Iglesia Católica)

 

– Abogada y mediadora universal

– Madre de todos los hombres

– Madre de la Iglesia

 

La Virgen no puede ser objeto de culto de adoración o latría (la adoración sólo corresponde a Dios). Pero sí se honra a la Virgen de una manera especial, a la que la Iglesia llama «hiperdulía» que es una veneración mayor a la que se da a los santos del cielo, ellos son objeto de culto de «dulía» o veneración.

 

Jesús comienza su obra de redención y salvación a través y por María:

 

– Abogada y mediadora universal

 

Estando embarazada de Jesús, visita a su prima Santa Isabel y santifica en el vientre de ella a Juan el bautista.

 

Luego en las bodas de Canaa cuando accede a su pedido en favor de los novios, que se habían quedado sin vino.

 

La Iglesia devota de María Santísima espera ya hace muchos años que el Papa declare este título Mariano como dogma, roguemos a Dios para que Benedicto XVI reconozca esta dignidad en la tierra para quien en el Cielo no descansa en las súplicas para beneficio de sus hijos.

 

– Madre de todos los hombres

 

A los pies de la Cruz cuando al pedido de Jesús, Juan el apóstol la recibe como Madre y desde ese día la hospeda en su casa.

 

– Madre de la Iglesia

 

Y finalmente en Pentecostés, en la venida del Espíritu Santo es Ella quien preside la reunión con los Apóstoles, en la formación de la Nueva Iglesia de Cristo.

Todos estos hechos nos han sido trasmitido desde las escrituras en ejemplo y devoción de como María, elegida por Dios, intervino junto a Jesús en la salvación de los hombres. Hoy por gracia de Dios lo sigue haciendo desde el Cielo, por todos nosotros sus hijos tan necesitados.

 

Sigamos recurriendo a Ella pues otro título que Ella posee en dignidad por su humildad es de «La omnipotencia Suplicante», o sea, la que todo lo consigue mientras suplica.

 

Asunta al cielo en cuerpo y alma. 

 

El dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus:»Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo».

 

Reina y Señora de todo lo creado

 

La Virgen Inmaculada … asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte».

(Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.59).

El pueblo cristiano, movido de un certero instinto sobrenatural, siempre reconoció la regia dignidad de la Madre del «Rey de reyes y Señor de señores». Padre y Doctores, Papas y teólogos se hicieron eco de ese reconocimiento y la misma halla sublime expresión en los esplendores del arte y en la elocuente catequesis de la liturgia.

Al ser Madre de Dios, María vióse adornada por Él con todas las gracias, prescas y títulos más nobles. Fue constituida Reina y Señora de todo lo creado, de los hombres y aún de los ángeles. Es tan Reina poderosa como Madre cariñosa, asociada como se halla en la obra redentora y a la consiguiente mediación y distribución de las gracias.

Quiere la Iglesia que oigamos la voz de María pregonando agradecida a Dios los singulares privilegios de que la colmó. El Evangelio anuncia el Reino de Cristo, de donde fluye también el reinado universal de María.

Esta fiesta litúrgica fue instituida por Pío XII, y se celebra ahora en la octava de la Asunción, para manifestar claramente la conexión que existe entre la realeza de María y su asunción a los cielos. La piedad del medievo fue la que comenzó en Occidente a saludar con el título de Reina a la Santísima Virgen Madre de Dios, invocándola con las palabras: Salve, Reina caelorum; Reina caeli, laetare. Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 

¿Cómo Conocemos a mejor a María Santísima?

 

En general, la teología y la historia de María la Madre de Dios siguen el orden cronológico de sus fuentes respectivas, esto es, el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento, los primeros cristianos y los testigos judíos.

1.María profetizada en el Antiguo Testamento

2.María en los Evangelios

3.María en otros libros del Nuevo Testamento

4.Maria en las apariciones Marianas a lo largo de la vida de la Iglesia


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